Es bien sabido que aún quedan miles de
sitios y monumentos por excavar. Todos ellos están esperando a ser redescubiertos
para pasar a formar parte de todo ese patrimonio que no pertenece a un país en concreto
sino a la humanidad en general. Sí que es responsabilidad de cada sitio o
comunidad mantenerlos en buen estado y, si es posible, darles algún tipo de
utilidad, ya sea expresamente turística o alguna de las que esos mismos tesoros
tuvieron en su época. El primer teatro romano descubierto en España en este
incipiente siglo lo encontramos en la localidad de Medellín, provincia de
Badajoz. Hasta allí nos desplazamos mi novio y yo el pasado sábado, 7 de
septiembre, para poder conocerlo.
Lo primero que diré es que el
emplazamiento del teatro es inmejorable. Situado en una de las laderas del
castillo, la que da a la población, está totalmente pegado a la iglesia de
Santiago, donde se encuentra el pequeño e interesante centro de interpretación,
mientras que el citado castillo te queda justo a la espalda teniendo en frente una espléndida vista de Medellín. Las excavaciones
comenzaron en el año 2007 sacando a la luz todo lo que se puede contemplar en
el entorno del teatro además de una serie de columnas, estatuas, la mayoría
femeninas, y distintos elementos característicos del emplazamiento. Muchos de
estos objetos, más bien réplicas de los mismos ya que los originales se
encuentran en el Museo Provincial de Badajoz, se encuentran reunidos en el
anteriormente citado centro de interpretación. Este lugar es la toma de
contacto con lo que se podrá visitar a continuación. A mí personalmente me
gustó mucho. Es reducido pero, digamos, intenso. Destacaría la pieza de
cerámica tartesia, por su peculiaridad y belleza.
Una vez que acabas la visita a dicho
centro de interpretación pasas a lo que es el teatro romano en sí. Por un módico
precio recibes las explicaciones de una guía que te pone al corriente de todo
lo acontecido durante las excavaciones así como de todo aquello que se
encuentra ante nuestros ojos. Lo más destacable es el buen estado de las gradas
las cuales se encuentran dividas en tres zonas correspondientes, cada una de
ellas, al estrato social del público que disfrutaba del espectáculo. Mientras más
baja era la clase social a la que se pertenecía más alto estabas en el
graderío. Algunas de las columnas están recubiertas con sus materiales
originales, esto les concede un valor añadido. Antes de entrar se puede
apreciar la situación privilegiada de un par de tabernas-tienda donde se, en su
tiempo, se podía adquirir, a la vez que bebida, evidentemente, otro tipo de
productos. Una pena que sólo se conserve las partes inferiores del arco que
hacía de recibidor o versura. Debería ser un placer pasar por debajo del mismo
en su momento y encontrarte con las gradas repletas de gente esperando la obra
elegida para ese instante. Otro de los elementos claves del teatro es el propio
escenario, reconstruido con gran fidelidad con respecto del original. Este tiene
algunos huecos desde lo que se puede apreciar la tramoya. Flipante el sistema
en sí, recordemos que el descubrimiento de la electricidad queda bastante
lejos. Una vez que estás de pie en dicho
escenario es cuando verdaderamente puedes apreciar lo que es el graderío en si.
Es este momento cuando te da un verdadero golpe visual lo que se encuentra ante
ti. Impresionante la buena conservación de las gradas, como he dicho antes, así
como las distintas partes de la misma ya sea empezando por la parte donde se situaba
el coro, la orchestra, siguiendo por la zona reservada a las clases altas, esta
se encontraba delimitada del resto por unas planchas verticales, en el medio de la zona reservada a le élite
militar encontramos el sacrarium,
ascendiendo nos encontramos con las gradas reservadas a los ciudadanos libres
mientras que la parte destinada a los esclavos y mujeres , aquellas que no
pertenecía a las citadas clases altas, ha desaparecido.
De esto y muchas cosas más te enteras
durante la explicación que recibes durante la primera media hora de la visita. Luego
tuenes un tiempo para visitar a tu antojo todo el entorno. Entonces empiezas a
darte cuanta de lo maravilloso del lugar. No puedes salirte de un itinerario
delimitado por cuerdas, esto es por la propia seguridad del visitante así como
por la conservación de ciertas partes del teatro, pero el rato que puedes pasar subiendo y
bajando por todo el entorno hará que lo disfrutes con intensidad.
La visita dura una hora larga. Una vez
finalizada es cuando eres consciente de la cantidad de riquezas arquitectónicas
y monumentales de Extremadura, de las muchas que quedan por descubrir y excavar
y de otras muchas que quedan por visitar. Si os gusta el tema de la
arqueología, en concreto la etapa romana, no dejéis de visitar este entorno. Está
claro que no es tan majestuoso como el teatro de Mérida pero os puedo asegurar
que tiene, al igual que aquel, un encanto que le hace especial. A ver si es
verdad que el próximo año se le da utilidad escénica y podemos desfrutar de alguna
de las representaciones del festival de teatro clásico de la capital extremeña.
Ya sabemos que los políticos prometen mucho pero cumplen poco, sean de color
que sean. Desde este blog os animo a visitar el teatro romano e Medellín,
seguro que os gusta. Ya me contaréis si accedéis a la invitación.
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