Santo Cristo es el barrio de
Badalona donde los guionistas Tyto Alba y Mario Torrecillas, apoyados en los maravillosos
dibujos de Pablo Hernández, han desarrollado esta entrañable historia. Tengo que
decir que nuca fui un chico de barrio. En un pueblo tan pequeño como el que
nací o en el otro, un poco mayor, donde estudiaba no teníamos de eso. Este espacio
urbano pertenecía, y pertenece, o bien las grandes urbes o las ciudades que las
rodean. A pesar de ello la relación que teníamos los niños de pueblo con
aquellos que eran hijos de esa ola de emigrantes que salieron durante los años
60 y 70 buscando suerte fuera de su sitio natal, que volvían verano tras verano
o navidades tras navidades, siempre fue un poco agridulce. Sea como fuere, la
realidad es que dicha relación era la que a nosotros nos ponía en contacto con
aquello que ellos llamaban barrio mientras ellos sucumbían a las mil y una astucias
de los que teníamos el campo puro y duro como lugar de entretenimiento, a parte
de servirnos como primeros escarceos en el mundo laboral apoyando la economía
familiar. Pero si algo está claro en estos momentos es que ni nuestros pueblos
ni sus barrios son lo que eran. Unos dicen que el progreso, otros que la
modernidad y algunos que la seguridad pero ni ellos ven a esas pandillas de
niños rulando por sus calles ni nosotros a los grupos de amigos, jugando y
viviendo, que no entraban en casa a no ser que fuera para beber agua o comer
algo. En conclusión, esa sonoridad infantil y adolescente ha desaparecido de
ambos espacios para tristeza de todos aquellos para los que fue nuestra banda
sonora durante aquellos años.
Este cómic nos cuenta las
andanzas de un grupo de amigos que residen en el mismo barrio, Santo Cristo. El
personaje principal se llama Paco, Paquito, y tiene por amigo inseparable a un
chico albino llamado Marcos, Marquito. También están otros personajes como Álex
y las chicas Cris y Luci. Ellos estudian en un colegio de curas mientras ellas
hacen lo propio en uno de monjas afines a la congregación de aquellos. La historia
empieza siendo todos muy niños y nos va contando cómo van creciendo y
descubriendo tanto la sexualidad como la música Rock o el fracaso en las
relaciones ya sean de amistad o sentimentales. Así contado de esta manera
rápida podría dar la sensación de que esta obra no aporta nada pero no es el
caso. Además de todo lo dicho anteriormente, nos encontramos que, tanto Tyto
como Mario, en su guion reflejan
perfectamente el día a día de este barrio. Con esto me refiero a las intrigas
familiares de cada uno de los personajes, a las distintas gentes que convivían
en estos lugares y lo bien o mal que podían llegar a llevarse así como lo bueno
y malo que el propio barrio ofrecía a sus residentes. Todo esto esta sumamente reflejado
en las viñetas de Pablo Hernández. Con un estilo bastante particular y
utilizando el blanco y negro como base, Pablo sabe perfectamente meternos a
través de sus dibujos tanto en esos momentos de euforia como de miedo y
angustia que viven esta pandilla de chavales. Cabe destacar de su labor esa
calidad con la que refleja el propio barrio en sí, esto es, las viñetas de
edificios, playas o el propio colegio hablan por sí solas. A destacar esas
páginas donde Paquito y sus amigos van creciendo mientras vuelven a casa
atravesando la fábrica de anís “El Mono” o la de la mítica canasta del patio
del colegio, entre otras muchas.
Me he sentido bastante
identificado, a pesar, como dije al principio, de no ser de barrio, con muchas
de las cosas que ocurren en este cómic. Por haber estudiado en un colegio de
curas puedo comprender a la perfección tanto las sensaciones de los
protagonistas así como reconocer las reacciones de aquellos que dirigen el colegio
al que asisten. Supongo que el hecho de que mi edad coincida, más o menos, con
la de ellos forma parte de esa empatía que me ha creado la obra. Si a esto
sumamos la manera de abordar los problemas que les surgen o las decepciones al
volver a rencontrarse con aquellos que fueron sus amigos, debo decir que me he
sentido Paquito en muchos momentos de la historia.
Felicito tanto a Tyto como a
Mario y, en especial, a Pablo por su cómic. Su labor de recopilación y su
sensibilidad a la hora de enfocar esta historia son fuera de lo común. Espero que
aquellos que se acerquen a Santo Cristo acaben teniendo sensaciones parecidas a
las mías. Ni el tiempo pasado fue mejor ni fue peor, solo es eso, tiempo
pasado. Gracias por hacer que nunca nos olvidemos de él.
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