El pasado fin de semana en
compañía de mi novio, Jose, y mis dos buenos amigos Dani y Nervio nos fuimos a
visitar la ciudad de Burgos. A parte de mi asistencia al festival Leyendas del
Rock, este viaje, se puede decir, que han sido mis vacaciones. Porqué decidimos
ir a esta ciudad, pues ante la imposibilidad de ir este verano a la playa
propuse este sitio ya que era un lugar que no conocíamos ninguno. Tengo que
reconocer que a mí me atraía más el Museo de la Evolución Humana que la Catedral
aunque esta me sorprendió bastante.
Llegamos el viernes a la hora de
comer, sobre las 14.30h., y después de soltar las cosas en el hostal nos fuimos
a tomar unas cañas y comer algo. El hostal ha sido, sin duda, lo peor de este
viaje. No es que el sitio sea una ruina ni que esté que se cae pero las instalaciones
son bastante antiguas, las camas pequeñas, de la decoración mejor ni hablar y
no sé cómo un sitio de estos se puede quedar sin agua caliente durante unas
horas, menos mal que lo solucionaron y nos pudimos asear después de un día de
visitas turísticas y calor. A su favor diré que el trato de los dueños fue en
todo momento bueno. El viernes por la tarde fuimos a dar una vuelta por los alrededores
de la Plaza Mayor y la Catedral contemplándola desde fuera como primer contacto
y convenciéndonos de que era realmente espectacular. Luego fuimos a cenar unas
raciones y de bares por los garitos rockeros de la ciudad que son varios y de
muy buena acogida. De los tres que conocimos fuimos unánimes en que el que más
nos moló fue el Kontrapunto. De aquí a la cama que la jornada siguiente se
presentaba larga y con interesantes visitas.
El sábado nos levantamos pronto y,
después de desayunar, nos pusimos en camino al Museo de la Evolución Humana
donde, entre otras muchas cosas, se encuentran algunos de los restos de las excavaciones
de Atapuerca. Si bien yo era el más interesado en esta visita tanto a mi novio
como a mis amigos les pareció impresionante lo que se encontraron allí. Si hay
algo que me sorprende del tema de la arqueología y sus aledaños es su fuerza y
vitalidad. Con cada descubrimiento y hallazgo rueda mucho, o casi todo, de lo
dicho o conocido hasta ese momento. Los descubrimientos en Atapuerca, sobre
todo en lo relativo al hombre de Neanderthal, están siendo punteros en todo el
planeta. El museo consta de cuatro plantas bien diferenciadas. En la primera
nos explican todo lo relativo a las excavaciones, sima, cuevas y
enterramientos, con una ayuda audiovisual muy buena. Tanto la segunda como en
la tercera son las que se centran realmente en el tema de la evolución del
hombre. Aquí es donde están la mayoría de los restos que se han sacado, aún se
siguen sacando, en Atapuerca. Todo está muy bien explicado tanto en paneles
como con imágenes y, para todos aquellos que os guste el asunto este, es
bastante recomendable. Puede que el momento de entrar dentro de la maqueta del
cerebro humano que tienen fuera el más especial sobre todo porque fui incapaz
de recorrerla entera, sentí un verdadero escalofrío solo de pensar que estaba
dentro del cerebro de una persona. Puede que la buena adaptación hecha a base
de cables y conexiones me impidiera no pasar una parte del cerebro a la otra. La cuarta planta está dedicada al
entorno en qué vivían aquellos seres humanos, a los distintos ecosistemas de la
Tierra y la repercusión del hombre sobre ellos. Muy bueno el final de la
proyección audiovisual de la evolución climática en el planeta. Dejo que
vosotros lo descubráis cuando os paséis por allí. Debajo de la primera planta también
nos encontramos con una exposición itinerante sobre Darwin y su “Teoría de Las
Especies”. Justo al lado de la entrada de esta exposición está la que puede ser
la mayor atracción del museo, una maqueta cuyos personajes son los famosos
Playmobil donde se reproduce el lugar de las excavaciones, el desarrollo de las
mismas así como el propio museo. Os puedo asegurar que tanto mayores como
pequeños nos pasamos un buen rato dando vueltas a la vitrina de la maqueta.
Después de comer nos fuimos
directamente a visitar la Catedral. Mi novio y yo nos pillamos unos audiófonos
donde nos iban explicando cada lugar y sitio por donde íbamos pasando. Me gustó
mucho todo lo relativo, que es bastante, al gótico mientras que el barroco, que
está bastante bien también, y el rococó me resultó, por momentos, excesivamente
cargante, sobre todo este último. Fueron muchos los retablos que vimos, cada
uno distinto al anterior pero conectados de tal forma que forman una homogénea
cadena. Si la maqueta de los Playmobil es la atracción del Museo sin duda
alguna la de la Catedral es su Papamoscas y su acompañante, el Martinillo. Ambos
son unos autómatas situados en la parte superior de la nave mayor ligando su
existencia al reloj de la misma. El Papamoscas abre la boca con cada campanada
de las horas en punto mientras que el Martinillo se encarga de recordarnos los
cuartos. Es increíble cómo la mayoría de los visitantes, entre ellos mi novio y
yo, salen disparados cuando van llegando las horas en punto hacia el lugar
donde se encuentran estos dos personajes llegándose a formar una verdadera masa
de gente para verlos. Hay que reconocer que es una anécdota inolvidable y forma
parte de todo lo que se puede contemplar en esta obra arquitectónica Patrimonio
de la Humanidad. Una vez finalizada la visita nos volvimos a descansar un rato
al hostal, nos aseamos, aquí fue cuando
se quedaron sin agua caliente, y salimos a cenar unos pinchos por distintos
bares de la ciudad. Volvimos al Kontrapunto donde pasamos casi toda la noche. Al
final de la misma Jose y yo fuimos a ver
de qué iba el bar CoraÇao, el lugar ambiente de la ciudad. A ninguno de
los dos nos gustó mucho sobre todo por la poca gente que había y lo recóndito
que se encuentra. A pesar de estar en una zona de pubs y bares tuvimos algún
que otro problema para dar con él. Nunca entenderé las quejas de la mayoría de
gays y lesbianas de las ciudades que se quejan de que no hay sitios a donde ir
y cuando los tienen no van. De aquí a dormir y descansar de una larga e
instructiva jornada.
El domingo nos levantamos,
desayunamos y nos pusimos en marcha de vuelta ya que queríamos parar, y lo
hicimos, en un restaurante que hay después de pasar Salamanca donde se come
unos buenos bocadillos de jamón y buenas raciones. Burgos me ha parecido una
ciudad impresionante, no me ha decepcionado para nada. Os recomiendo que, si
tenéis oportunidad, os deis una vuelta y opinéis por vosotros mismos. Espero volver
cuando pueda porque realmente, tanto la ciudad como sus gentes, nos han tratado
de maravilla. Hasta la próxima, Burgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario