Sorprendido y muy para bien con La filosofía es La Polla,
un ensayo de Tomás García Azkonobieta donde se hace un repaso cronológico
acerca de esta disciplina con las letras del grupo vasco de por medio. De
siempre, la Filosofía me había parecido bastante sesuda. Esto no quiere decir
que no me haya sentido atraído por ciertas ideas, pensamientos y autores que
aparecen en libros como este, cuya lectura me ha aclarado y cambiado muchos
conceptos. Puede que sea porque yo también soy un gran seguidor del grupo desde
sus comienzos hasta el final de sus días, algo que, seguramente, me llevó a hacerme
con esta obra.
Para irnos situando, empecemos hablando del autor, porque hay
mucho que se quedara fuera de este artículo y que solo leyendo su libro podréis
descubrir o retomar. Tomás nació en Donostia en 1973 y creció entre Lasarte y
Laguna de Cameros. Como much@s jóvenes y adolescentes de la época, entre l@s
que me incluyo, nos adentramos en un tipo de músico que nos servía de referente
y escapatoria a las situaciones diarias, sociales, familiares o laborales que
nos tocó, y nos ha tocado, vivir. Después de estudiar Filosofía en la
Universidad del País Vasco y doctorarse, se traslada a La Rioja. Una vez aquí,
trabaja en el área de los servicios sociales y desarrolla diferentes proyectos
musicales, como el Carneros Blues festival. Más tarde, se adentra en el mundo
de la docencia para acabar dando clase en el IES Duque de Nájera de Logroño.
Estas páginas dan forma a su primera obra publicada. Menudo comienzo.
Como se nos comenta en la Introducción, partimos de
que filosofar, tradicionalmente, era «sinónimo de investigar racional y críticamente».
Y de aquí en adelante eso es lo que se hace en este libro. Nos encontraremos
con discursos y teorías que nos enseñarán a comprender y a reflexionar muchas
de las cosas y sucesos acontecidos hasta nuestros días, no exentos de cierto
fanatismo. Ya se sabe que nadie mejor que un filósofo o aquel/lla que se cuelga
esa medalla para decir que se encuentra en posesión de la verdad. Y este tipo de
actitud es la que luego se extrapola al plano social, político y, sobre todo,
económico. Aquí es donde se habla, y mucho, de todo esto.
Nos adentramos en este laberinto de
planteamientos con Demo do can, segundo capítulo de este libro. Como no
podía ser, partimos de la antigua Grecia para toparnos con tipos como Diógenes
de Sinope, alias el Perro, un grande que poco tiene que ver con el síndrome que
le han asignado, Protágoras, Antífones o Antítesnes y líneas de pensamiento
como la defendida por sofistas y cínicos. Aclararé que no voy a entrar en qué
consiste cada una de estas líneas de razonamiento y todas las demás, pues se
trata de que vosotr@s seáis parte o no de ellas con la lectura de esta obra.
Por supuesto, no nos íbamos a dejar atrás a gente como Sócrates o conceptos
como la parresia. Partiendo de unos y de otros, porque eran ellos los que
pensaban, ellas no tenían ese poder o no se les permitía tenerlo, nos
encontraremos con saltos sucesivos en el tiempo que nos situarán en otras
épocas, incluida la actual, para darnos a entender que, en ciertos aspectos,
tampoco ha cambiado tanto la movida a la hora de comportarnos de aquella o esta
manera. Así es como se hace referencia a los ironistas, por poner un ejemplo. Y
todo sin olvidar las letras de canciones de La Polla que aluden a la mayoría de
los conceptos aquí reflejados. Pa flipar.
Si hay algo que fuera de todo este embrollo
filosófico me ha gustado es lo relativo al momento histórico en el que se
desarrollan. Aquí no puedo ser objetivo, siempre me ha atraído más la Historia
que la Filosofía, a pesar de ser consciente de que ambas van agarraditas de la
mano, y no siempre al altar. Las disputas entre Diógenes y Platón, el resultado
de estrenos como Las nubes, de Arístofanes, la biografía de unos y
otros, así como sus encuentros y desencuentros, filosóficamente hablando, creo
que es lo que le pone el caldo en todo este cocido espeso y bien espeso. De
esta forma, en Las hormigas, tercer capítulo, vamos a entender, o al
menos intentarlo, argumentos de autores mucho más actuales como Karl Popper o
Aldous Huxley respecto a «El ancho de espaldas». Ahora bien, el que no podía
faltar en todo este jaleo de: «Yo mi ombligo y tú tu culo», es Aristóteles. Un
figura que ha influenciado en el pensamiento ese que han dado en llamar
occidental desde ni se sabe. Cuando leáis su biografía os quedará claro a qué
me refiero. Con ideas tanto conservadoras como progres, si es que se pueden
utilizar esos términos aplicados a una sociedad de hace veintitantos siglos,
con esto hay que tener mucho cuidado, nos damos de bruces con nombres como
Kant, Nietzsche, Thoreau o el dilema del erizo de Arthur Schopenhauer. Como
veis todo muy enmarañado, pero así es la Filosofía, y no lo digo yo,
precisamente.
En el cuarto capítulo, Socios a la fuerza,
nos vamos acercando un poco más a nuestros días, sin perder la referencia a
todo lo tratado anteriormente. Es donde aparece Thoma Hobbes, John Rawls,
Locke, Rousseau y Spinoza a la hora de compartir ideas o teorías acerca del
contrato social. Conceptos y criterios como el contractualismo, el Estado, el
miedo, sus contrarios y obras como El Leviatán, de Hobbes, van a ser los
que construyan muchas de las realidades que vivimos actualmente. Puede ser el
apartado más extenso de la obra, pero, a mi entender, es una de las partes
fundamentales para seguir avanzando en la misma. Momento clave, que se suele
decir. No olvidéis que todo está aliñado con letras de canciones de nuestra
queridísima banda.
El congreso de los ratones, además de ser un
temazo de los de Salvatierra, es el título de la quinta parte de toda esta
amalgama de pensamientos, nombres, ideas y momentos históricos. Conceptos como
Democracia, Asamblea o Presidente, muy distintos de la griega original, leed y
os enteraréis del porqué, son sobre los que rotan estos párrafos. Para ello,
Tomás planea sobre los filósofos ya nombrados, junto a sus afinidades y choques
frontales. Pero, a su vez, comienzan a asomar la cabeza términos como «individualismo
posesivo». Muy interesante todo lo relativo al nacimiento de las democracias «modernas»
desde la ya lejana Constitución yanki de finales del siglo XVIII hasta ahora,
con su «síndrome de fatiga democrática».
¿Quién no ha oído hablar de capitalismo? Pues con
él nos adentramos en el sexto capítulo de esto que es la Polla, la Filosofía.
Aquí, como en otros casos, se puede decir que es donde más confluye esta
disciplina con todo lo social, político y, cómo no, económico. Un buen cóctel,
sin duda. El autor nos va situando históricamente hasta llegar a Marx, Engels,
si dejar atrás a Adam Smith o Voltearie. Un sistema que parte de la división
del trabajo y el afán de lucro, como principales motores, se ve reflejado en
obras como La era de la incertidumbre, de Galbraith, o en «El principio
de población», de Thomas Malthus, sin dejar atrás las teorías de Herbert
Spencer o Max Weber. De este modo, entenderemos un poco más la lucha de clases,
la esclavitud, el socialismo utópico o el comunismo revolucionario y el papel de
ciertas organizaciones en todo ello. Lo del Opus Dei por estos lares es de
traca, algo que no sé por qué no se cuenta en las propias clases de Filosofía.
Y así nos plantamos en Nuestra alegre juventud,
como séptima parte de este ensayo. Llega el momento del nacimiento de la
burguesía, la revolución industrial o el trillado estado del bienestar. Con más
peso histórico que filosófico, si es que ambos se pueden separar, se nos habla
del mayo del 68, «tú tenías cuatro años, yo tenía ocho», la generación «boomer»,
la Escuela de Frankfurt, la contracultura, la tecnocracia, l@s diggers,
o la alt-right norteamericana. Puede que mucho de esto os suene a chino,
pero, siempre yendo y viniendo en los tiempos, no hay otra manera de
comprenderlo, es uno de los capítulos con el que más nos podemos identificar,
para bien o para mal.
Y con tod@s ustedes… Muy Punk, donde sale
a relucir otro concepto que nos suena y vivimos en nuestras propias carnes, el
neoliberalismo. Con referentes como los economistas Hayek y Friedman y
filósofos como Nozick, algo que parte del concepto de: «Estado mínimo, mercado
máximo» solo puede acabar de la forma en la que nos tiene sometid@s. Y, se
supone, que como lucha frontal a esto nace el Punk. Un movimiento estéticamente
moderno, pero socialmente no tanto. Con la historia de los Sex Pistols de por
medio, nos topamos con l@s situacionistas, el uso del arte como arma contra el
sistema, la implicación de este o no en política, «la reconciliación del
capitalismo y la democracia», la «Teoría de la deriva» o el desvío.
Interesante, a su vez, lo referido en obras como Punk, la muerte joven,
de Juan Carlos Kreimer, y Rebelarse vende, de Heath y Potter, para
entender cómo la sociedad capitalista acaba fagocitando todo aquello que
intenta destruirla para luego vendértelo y así hacerte sentir más alternativ@,
revolucionari@ o como diantres te quieras definir. Pero antes pasa por caja,
coleguita del metal.
Y ahora qué, esa es realmente la cuestión, y no la
del dramaturgo británico. Con definiciones como «Cultura de la Transición», por
parte Guillem Martínez, el momento de la manida «Movida madrileña», que nos
sale por los poros, el «marxismo occidental», lo acontecido y las razones que
llevaron al 15-M, las reflexiones de Laclau, los populismos y su desarrollo a
izquierda y derecha o el «etnoestado» tenemos suficiente carne pa la picadora.
Para todos y cada uno de ellos tienen una réplica los de Agurain, que no deja
de ser la más creíble y real.
Llegamos al final pensando que Hoy es el
futuro. Donde, solo con la referencia inicial a David Graeber nos podemos
echar a temblar, o no. Este lema Punk se ha desvirtualizado, como todo lo que toca
el capitalismo, de tal forma que solo nos queda reflexionar acerca de lo
plasmado en ciertas lecturas recomendadas por el propio Evaristo. Además, como
bien dice el autor de estas páginas haciendo referencia a Prigogine: «Desconocemos
el futuro, pero necesitamos imaginárnoslo para organizarnos en el presente». Y
así andamos, imaginando un futuro que nos venden en tarros podridos de
libertad, ya sea de expresión o personal, y de bienestar, individual o social,
mientras solo nos queda aferrarnos a la Utopía para «alcanzar un mundo donde la
imaginación y la esperanza estén vivas y activas», Bertrend Russell.
Al igual que este libro, este es un artículo
largo y sinuoso, pero os recomiendo encarecidamente que lo leáis, seáis o no
seguidores de La polla Records. Al fin y al cabo, la banda sirve de excusa muy
válida para hacernos reflexionar sobre lo vivido y lo que está por vivir. Al
final tenéis el listado de las canciones contenidas en esta obra. Unas os
sonarán más y otras no tanto, pero todas forman parte de unas páginas que bien
merece prestarles más atención de la que tienen. Muchas gracias, Tomás, por tu
ensayo. Lo he disfrutado, he aprendido, recordado y me he reído, cabreado,
disgustado y divertido a partes iguales. «La vida es agonía y la vivimos
agónicamente hasta el momento incomparable de la muerte».
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