Si hay algo que tiene la lectura es la capacidad de seguir
sorprendiéndome. Si esa capacidad me llega a través de una persona que conozco
desde hace años, se multiplica por no sé cuánto. Y eso es lo que me ha pasado
con esta obra de mi querido amigo Javier Esteban Jiménez, Pétreo e irreverentes.
Javier es diplomado en ciencias empresariales y gestión cultural. En su haber
tiene el primer premio del Concurso Internacional de Relatos Contado el Sur de
2008, el primer premio del Concurso de Relatos Villa de Colmenarejo 2002 o el
tercer premio en el VI Certamen de Microrrelatos Vallecas Calle del Libro 2019,
entre otros. A esto hay que añadir las obras de teatro La culpa,
estrenada el 2010, o La muñeca rusa, estrenada el 2022, y sus
colaboraciones en Cuentos para sonreír, Maleta vacía y otros relatos
o Manual de emergencia para escritores, por nombrar algunas.
Pétreos e irreverentes es una recopilación de siete cuentos de muy distinta
temática y extensión. Eso sí, de una calidad sobresaliente. Echamos a andar por
estas páginas con Susan Crowley, Rodolfo y Ferrán. Un relato donde se
entremezclan, en muchos y variados sentidos, la vida de estos tres jóvenes,
ellos dos españoles, ella norteamericana, durante su estancia en Escocia. Susan
es una chica que se permite viajar y reivindicar una variada serie de causas
gracias al poder económico de su papá. Ferrán trabaja en lo que le sale en
Edimburgo, con la esperanza de conseguir un curro en un local de restauración
de renombre internacional. Y Rodolfo fotografía todas esas injusticias contra
las que lucha Susan y alguna más. Después de un viaje por las Highlands, los
tres se separan hasta reencontrarse durante la protesta Rodea el Congreso en la
capital española. No penséis que todo es así de simple, tan solo tenéis que
llegar al desenlace de tan singular relación. Personalmente, me he sentido
transportado a las Highlands al encontrarme de frente con algunos de los
lugares que conocí durante mi visita a las mismas.
Dolores y don Mario puede que sea, a mi entender, el relato más particular de los siete. Él es un experto marionetista que recala cada año en la localidad de La Negras, conoceréis la procedencia de dicho nombre, para ofrecer su espectáculo durante el Festival de Marionetas de este lugar. En cuanto a Dolores, se trata de una joven criada dentro del seno de un grupo de vendedores ambulantes con dotes para cantar y bailar. La gracia que le hacía a los hombres de dicho grupo, y alguno más del público, durante sus interpretaciones infantiles pasan a ser miradas lascivas y tocamientos con el crecimiento de sus pechos y caderas, razón por la que decide huir hasta toparse con don Mario como final de su fuga. Este le enseña todos los trucos del manejo de las marionetas con tanta sensualidad que, a pesar de la diferencia de edad, ella acaba enamorándose perdidamente de él. Es tal la conexión que ambos llegan a tener con el manejo de sus títeres que, durante el espectáculo de ese año en La Negras, consiguen, a través de los mismos, mostrar sus sentimientos. Esto desencadena en una serie de actos que sacan de quicio al alcalde de la localidad, que pide parar la función, y llevan a una nueva huida de Dolores.
Para aquell@s que no lo sepáis, The Sidewinder es uno
de los temas más conocidos de Lee Morgan, y el título del tercer relato de esta
compilación, además de servir de referencia para la portada del libro. Volvemos
a encontrarnos con dos personajes, Narciso y Carolina, con distintos objetivos
vitales. Ella es una prostituta y él un buen hijo que no se separó de su madre
después de que esta y su padre se divorciaran. Después de leer uno de esos
libros de autoayuda que inundan el mercado, Narciso decide perdonar a toda
aquella persona que le hizo daño sacando todo de su interior. Eso sí, tiene que
enfriar ese perdón hasta que acumule todo en una única unidad. Y ahí está él,
pagando los servicios de Carolina para alcanzar tal menester. Os puedo asegurar
que el proceso de dicha expiación y el desenlace de la misma os va a
sorprender, y quizá no para bien.
Con Yo, sirena en un tejado, entramos la parte de la
obra donde los relatos se hacen más cortos, que no menos interesantes e intensos.
He de reconocer que este ha sido uno de los que más me ha gustado. La manera de
emplear las comparaciones entre el deshollinador y su trabajo con los deseos de
la sirena y el descubrimiento del verdadero placer sexual por parte de esta es
sublime. Algo que podría ser soez o excesivamente subido de tono, con el uso
del lenguaje por parte de Javier se convierte en erótico y sensual a más no
poder, al tiempo que rompedor.
Aquell@s que trabajamos o han trabajado con más gente en su
día a día, ya sea en un restaurante limpiado platos, como Franky y el
protagonista de Estrella Azahar, en un taller o donde se precie,
conocemos a más de un@ de es@s compañer@s que te cuentan unas historias que de
lo increíble que son parecen reales. Sobre todo, por el lujo de detalles que
ell@s mism@s aportan. Y eso es lo que hace Franky Junior con su narrativa
acerca de los astronautas y la estrella nombrada. La cuestión es que Franky,
como ya he dicho, describe de tal manera todo lo relativo a la forma, el olor y
la composición de tal estrella que hasta puedes llegar creer en ella. Tanto que
te sientes atraído por la misma hasta tal punto de querer conocerla. Pero para
eso nuestro protagonista debe seguir el consejo de Franky y fregar muchos
platos para poder costearse el billete.
Los cables luminosos de Tuum es el relato más tierno y a la vez
desgarrador de los siete. Tierno por cómo se desarrolla la relación entre l@s
dos protagonistas durante su infancia, repleta de atracción mutua e imaginación
a raudales. Y desgarrador por darnos de bruces con el paso del tiempo y el
olvido de todo lo referente a esas fantasías, por parte de ella, y el desamor y
la insistencia por parte de él. Dicen que cuando olvidas tu imaginario infantil
es cuando te conviertes en todo un adulto, de esos angustiad@s e infelices.
Para cerrar, y como final redondo, tenemos Maleta Vacía.
Un texto donde Javier vuelve a hacer gala de la metáfora entre una bañera llena
de agua caliente sobre la que flotan un buen puñado de pétalos de rosa y el
problema del agua en Tanzania, en particular, y en África, en general. Todo
ello mientras la protagonista rememora su viaje al continente africano con la
intención de abrir pozos para paliar la sequía de sus habitantes antes, durante
y después de compartir dicho baño floral con su compañero Rai. Los viajes
tienen estas cosas, siempre nos cambian, para bien o para mal, al tiempo que
nos ayudan a reflexionar sobre los miles de cosas que nos ponen delante de la
vista hasta inundar nuestros corazones y anegar nuestras almas. Sencillamente
brutal este cierre.
Si hay algo que me ha impresionado de estos relatos es el conocimiento de los lugares que aparecen, tanto físico como social, así como las necesidades y vida de los mismos; las causas que defienden los personajes que aparecen en sus páginas y las personalidades tan dispares de sus protagonistas. Todo con un lenguaje y unas expresiones tan directas como metafóricas que realzan mucho más lo que se nos quiere narrar en unos relatos que, desde luego, son tan pétreos como irreverentes.
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