Antes de comentar lo vivido el sábado 6 de abril en el
Espacio Utopía de Valdecín quiero agradecer a todo el personal de este sitio su
labor y esfuerzo por traer a bandas de fuera y por dar la oportunidad de tocar
a las de estas tierras. Además, me gustaría felicitarles por su sala. Me quedé
impresionado, tanto por la capacidad como por la visibilidad y la acústica de
la misma. Si a esto le sumas los precios populares de las consumiciones y los
bocatas, ya es el no va más. Ya podían ir aprendiendo en otros lugares de la
región, incluido Cáceres, que buena falta hace tener un sitio como este. Lo
dicho, a seguir así, y mi más sincera enhorabuena.
Desde Burguillos del Cerro, cuánto tiempo sin ir por allí,
llegaron Derrape para ofrecernos un concierto no muy largo, pero sí muy
intenso. Esto se debió, según nos contó el bajista y cantante Víctor Rubio, al
cambio reciente de batería. A temas propios como Esclavo, Por caminos
y veredas o Rock de la birra añadieron un par de clásicos de
Extremoduro, otro de Porretas y uno más Barricada. De este modo, consiguieron
calentar el ambiente ante lo que después se nos venía encima. Me gustaron, esta
ha sido la primera vez que los he visto, y espero que no sea la última.
Ha pasado alrededor de medio año desde que vi a Tocando Techo en Cáceres. En este poco tiempo he notado una evolución y un saber estar encima de las tablas brutal. Lo de su concierto en Valdecín fue memorable, y estoy seguro de que lo pueden mejorar aún más. Todo sería cuestión de volver a verlos al final de esta gira que han comenzado en esta localidad cacereña. Los del Casar de Cáceres también añadieron un corte de Extremoduro a un repertorio basado en temas del calibre de Volar, Puntos cardinales, Viajero o la potente Dame tu veneno, que empiezan a tomar cierto cariz de clásicos. El tiempo que estuvieron sobre el escenario no dejaron de repartir cera con una cara de felicidad y una entrega que le salía por cada poro de su piel. Sin quitarle mérito alguno a los guitarristas Ángel y Alberto, este también en las labores de vocal, ni a Carlos a las cuatro cuerdas, hay que reconocer que la labor de Juanje a la batería es de otra galaxia. Qué manera de aporrear, da igual que pierda las gafas, él sigue a lo suyo como un reloj, pero un reloj de los que retumban por toda la sala. Un bestia, vamos. Siempre lo he dicho, cuando se tiene un buen batería, una banda tiene andado más de la mitad del camino, y eso le pasa a Tocando Techo. Una pena que no podamos vernos en su próximo concierto en Cáceres, pero ese mismo día tengo la presentación de mi nuevo libro en Jaraíz de la Vera. Les deseo la mejor de las suertes en esta gira, de todo corazón. A continuar creciendo.
Que una banda de la envergadura de Gritando En Silencio arranque
también su gira en Valdecín dice mucho de ellos. Sí que es verdad que pensaba
que traían algo nuevo debajo del brazo, discográficamente hablando, pero dio
igual. La ristra de canciones con los que nos hicieron saltar, gritar y no
parar de movernos fue lo que realmente tod@s esperábamos esa noche. Con la sala
casi a reventar, la conexión con l@s presentes se produjo desde el minuto uno.
Claro que cuando tienes en tu haber temas como Mi último cartucho o ¿Dónde
te has quedado?, entre otros, todo es más fácil. Tampoco faltaron Rumbo
de colisión, Va por vosotros y Perdedores en la lluvia. Pero
si hubo momentos de verdadero desfase, estos se produjeron con Actitud, Como
si no hubiera nada más o con Rock´n´Roll Barrabás. A pesar de todo, sigo
echando de menos algunos de los temas que más me molan de ellos, como Ya
debió cambiar. Pero todo se olvida cuando Marcos rasca su guitarra y
comienza a cantar y cuando Alberto anima al público con el bajo, sin quedarse
atrás a Jorge a la batería y a Miguel Ángel con sus guitarrazos y solos. Espero
con ganas su nuevo disco, seguro que no defraudan.
Supongo que la noche se alargaría mucho más en Valdecín, es
lo suyo, pero nosotros nos tuvimos que volver poco después del concierto. Me
alegró mucho volver a ver a colegas que hacía tiempo que no veía y conocer a
otros nuev@s. Todo dentro del buen rollo que se respira entre las cuatro
paredes del Espacio Utopía. No tardaremos en volver a vernos, seguro.
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