Hay varias cosas relevantes en esta obra, algunas de ellas
las trataremos a continuación, pero, a mi parecer, una sobresale por encima de
las demás, el hecho de que todo sea tan directo, explícito y bien desarrollado.
Los tópicos, miedos, realidades, malas formas, situaciones y fobias están
analizadas de manera contundente a la par que sencilla.
Julius Thesing nació en Dülmen en 1990 y vive y trabaja como
ilustrador en Münster. Lo que empezó siendo un trabajo de fin de grado tuvo
tanta repercusión que acabó convirtiéndose en una obra esperaba con ansiedad. Él
no solo da datos acerca del miedo al acoso, de hablar en público de nuestra
sexualidad, del rechazo familiar o de amistad, del momento en el que se
reconoce la identidad sexual, de los países donde se criminaliza la
homosexualidad o de aquellos en los que está permitido el matrimonio entre
personas del mismo sexo, también añade declaraciones de ciertos dirigentes
políticos con tintes homófobos. Y lo hace partiendo de su experiencia personal
a base de unos extraordinarios dibujos, de esos que te hacen identificar al
autor con nada más verlos. A parte de esto, no podríamos definir su trabajo como
en blanco y negro, pues el blanco ha sido sustituido de manera magistral por un
rosa que lo invade todo. Much@s pensarán que dicho color es el más apropiado
para lo tratado en estas páginas, que también, pero yo creo que tiene mucho que
ver con el color de los triángulos que debían llevar los homosexuales en los
campos de concentración nazi. Sea como fuere, es un tono que le da bastante
personalidad a todo el libro.
Después de una intro o prólogo, según se mire, bastante
indicativa de lo que vas a encontrar en las páginas sucesivas, Julius se lanza
a explicar ese momento tan angustioso para much@s de nosotr@s que fue salir del
armario ante nuestras familias y amig@s. Yo, al igual que él, he tenido la gran
suerte de no perder ninguna de esas dos partes, aunque aún hay gente que antes
solía ser bastante locuaz, por decirlo de alguna manera, con la homosexualidad que
te dicen eso de que a ell@s no les importa, como si aún tuviésemos que pedir
permiso para vivir tal y como somos. Lo triste es la cantidad de casos que
sigue habiendo bastante distintos e igual de reales.
El libro avanza haciendo referencia a todo ese colegueo
grupal que da carta blanca para hacer chistes y bromas homófobas. ¿Quién no ha
escuchado más de uno de estos o estas para luego acabar diciendo que no se
referían a ti exactamente? Es algo que nunca entenderé, esa excusa barata y
ruin con la que me meto con el colectivo en general, pero no contigo porque
eres mi amig@, hij@, sobrin@ o niet@. De aquí salta a su etapa en la que va
descubriendo su sexualidad, con todos esos interrogantes y miedos que hemos
experimentado y que nunca debería experimentar nadie más, comparándolo todo con
una carrera de fondo. Una de las partes que más me ha gustado de la obra.
Prosigue con uno de los temas más candentes en el seno del
colectivo LGTBIQ+, la homofobia dentro del mismo. A base de ejemplos,
peticiones en app, comentarios como: “Tú no pareces gay”, la plumofobia, la
transfobia o la gordofobia, el autor hace una serie de reflexiones de lo más
interesantes. Y las defino así porque me veo reflejadas en muchas de ellas por
haberlas vivido, y seguir viviéndolas, en mis propias carnes. Conozco a parte
del colectivo que no quiere saber nada de l@s que tienen pluma, otr@s que nunca
se cansan de preguntarte: “¿Cómo te pueden gustar esos gordos?”; están también
es@s que te encuentras en los chats diciendo que son heteros en busca de otros
heteros y aquell@s que presumen de tener un radar para saber si eres gay o no
después de haberte soltado la famosa frasecita de si se te nota o no. En fin,
una pena igual de real que la discriminación social o familiar.
En las siguientes páginas nos encontramos con algo que tod@s continuamos
temiendo, las agresiones físicas por el hecho de ser homosexual. Esto nos lleva
a asumir el riesgo que seguimos corriendo por el hecho de querer vivir nuestra
sexualidad de manera libre y abierta, el miedo a expresarla en público o en
ciertos ambientes o espacios y, sobre todo, la rabia que da el tener que seguir
sintiendo todo esto. Y entonces llegamos a otro de los temas manidos de esta
sociedad machista que se siente ofendida por todo lo relatado anteriormente, el
famoso orgullo hetero. El que si tiene que haber un día para tal evento y bla,
bla, bla. Todo como reflejo de ese terror que les invade al creer que le vamos
a robar ciertos derechos o privilegios sin pararse a pensar que aquí nadie
viene a robar nada, sino a exigir esos mismos derechos que les dan por el
simple hecho de no ser homosexual. El miedo tiene estas cosas, te puede
apelmazar para que finjas no ser tú, te puede servir de motor para serlo
abiertamente y también puede ser la razón para que alguien, ya sea de manera
individual o en grupo, te agreda de la forma más brutal.
Otro asunto que Julius toca en este libro es ese interés en
saber quién tiene el rol de mujer y el de hombre en una relación gay.
¿Sorpredid@s? Pues es una pregunta que se siguen haciendo much@s por ahí,
incluidos algun@s gays. Para ello, el autor hace un repaso a los modelos de
matrimonio, tanto tradicionales como no, y a los roles dentro de los mismos
como reflejo de un machismo latente difícil de erradicar. Todo ello con un
final de lo más atractivo.
Antes de los
agradecimientos, Thesing nos cuenta una anécdota que vivieron él y su pareja visitando
un sex shop. Lo que al principio puede parecer gracioso termina con un análisis
de lo más valioso. ¿Por qué aquello que puede resultar fetichista para algun@s
no puede ser normal dentro de la sexualidad para otr@s? Hay ciertas prácticas
que, como casi todo en esto del sexo, se consideran normales y otras a las que
no se las ve con la misma perspectiva, ¿pero eso quiere decir que unas sean
viciosas y las otras no? ¿Por qué unas son malamente aplicables únicamente a
homosexuales y otras estrictamente a heterosexuales? El debate está servido, y
Julius hace de moderador.
Puede que creáis que lo relatado con anterioridad os haga ver
este libro como uno de esos tochos que dan vueltas sobre su ombligo a base de
quejas, experiencias vitales y anécdotas varias. Ante esto solo puedo decir que
no vais a encontrar nada de eso aquí, pues, como dije al principio de este
artículo, el autor va directo a la yugular. Eso es lo que más he valorado de
este: No pareces gay. Y que, pareciéndolo o no, lo somos.
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