martes, 12 de enero de 2021

Paco Roca: "Regreso Al Edén"

 





Hablar de Paco Roca a estas alturas dentro del cómic estatal es hacerlo sobre uno de los grandes del mismo. El niño que creció leyendo Astérix, Blueberry o Mortadelo Y Filemón siguió interesándose por las viñetas hasta dar con Corben o Carlos Giménez. De esta forma, acabó estudiando en la Escuela de Arte y Diseño Valencia y publicando su primer trabajo en el ya lejano “Kiss Comix”. A partir de aquí se le conoce tanto por su extensa obra, en la que destacaría títulos como “La Casa”, “El Juego Lúgubre”, “La Encrucijada”, la saga del hombre en pijama o “Arrugas”, entre otras, como por su destacable labor dentro del campo de la ilustración para Oxfam Intermón, Greenpeace, Amnistía Internacional, Cruz Roja o Farmamundi. Recibe el Premio del Salón del Cómic de Barcelona, Premio Zona Cómic, Premio de la Crítica, Premio del Salón del cómic de Zaragoza, Premio Mandarache de Cartagena, Finalista al Premio Libro del Año y el Gran Premio Romics por “Los Surcos del Azar”.  Mientras que, con “Arrugas”, obtiene el Premio Nacional de Cómic 2008, Premio del Saló del Cómic de Barcelona, Premio Dolmen de la crítica, Premio Madrid Expocómic, Gran Premio Romics de Roma, Premio Gran Guinigi de Lucca, Excellence Award del Japan Media Art Festival y es nominado a los premios Eisner, a lo que hay que sumar el Goya a la mejor película de animación y al mejor guion adaptado en su versión cinematográfica. Si más presentación pasamos a comentar “Regreso Al edén” la última obra de este hijo predilecto de Valencia.









A partir de una fotografía familiar que lleva a su lado, encima o consigo su madre desde hace años, el autor da forma a estas páginas donde repasa la vida de esa parte de sus antepasados y su manera de afrontar los duros años de la posguerra. Para ello, divide el cómic en una introducción y nueve capítulos que cambian de extensión dependiendo del personaje y el momento a tratar. Todo con esa increíble calidad que imprime a sus viñetas y a los bocadillos de las mismas, cuando los tienen. Destacable, a su vez, el imponente trabajo de investigación que ha llevado a cabo, no solo en lo que respecta a sus ancestros, también en el plano político y social de la época, reflejado en ciertos comentarios, posicionamientos precisos, la vestimenta de l@s protagonistas o el aspecto de Valencia, lugar donde se desarrolla lo contado, de aquellos años.




La idea de la introducción partiendo del proceso de creación de una foto, iniciado con el negro ocupándolo todo hasta conseguir la instantánea final en similitud con la propia luz, y es de lo que más me ha gustado del cómic. Con esto solo consigue que te intereses por todo lo demás. Debido al cambio de domicilio de su madre, esta empieza a preguntar por el paradero de la foto dando lugar a que ambas se conviertan en los dos personajes principales de esta trama. Una vez presentadas, tanto Antonia como la fotografía, Paco comienza haciendo un repaso a la situación del país alrededor de 1940-41. Con ello pasa a presentar al resto de la familia de su madre en una de las páginas más descriptiva del cómic. A esto le añade la problemática del trabajo de la mujer en aquel tiempo y su pésima retribución. Algo que no ha cambiado demasiado en nuestros días.





Continúa abordando la importancia de la foto para su madre como si se tratase del mayor de sus tesoros, aquel que le hizo compañía en todos los lugares donde habitó. Después se centra en l@s ausentes en la instantánea que, se supone, está tomada alrededor de 1946, y la razón de dicha ausencia. De este modo, conocemos a Vicentita, la hermana mayor, Pipo, el hermano presumido y buscavidas, y el padre, esencial, al igual que la madre, en todo el desarrollo de la obra, y su relación laboral y personal con el jefe del taller donde trabaja que no es otro que su propio hermano. Este empleo le tiene completamente frustrado, sentimiento que paga con los suyos, sobre todo con Carmen, la madre de Antonia y abuela de Paco. A pesar de aparecer en primer plano, Roca nos presente a su abuela a través de su ascendencia para luego pasar a un convencimiento social por el cual l@s pobres debían pasar hambre y calamidades sin protestar o rechistar como parte del castigo por el mal que habían hecho durante la guerra. Así es como el hambre termina siendo el tercer gran protagonista de estas páginas.





En el capítulo que lleva por título “Los Habitantes Del Edén” conocemos a la parte de la familia que sí aparece en la foto. Plasmando en sus viñetas un estupendo repaso a cómo era Valencia, sus calles y su playa, llegamos al lugar preciso donde es tomada la foto. Así sabremos de Paco, el hermano mayor aficionado a dárselas de cabeza de familia cuando el padre no está presente, Pepito, el pequeño y su vocación de pintor de edificios, Amparín, de la que hablaremos más adelante, y de Antonia y Carmen, la matriarca siempre enfundada en el luto, para luego llegar a esa relación tan estrecha que estas dos últimas tienen. Tan fuerte es la influencia de su madre sobre Antonia que esta toma a pie juntillas todos los consejos sociales que le da con respecto al lugar de la mujer en la sociedad y en el mundo, en general, sin olvidar el papel de la religión y la Iglesia en este asunto que Roca plasma a través de un repaso al bíblico Génesis. De este modo, la madre del autor admite el papel de mujer pecadora al que agrega el “lastre” de ser hija de rojos. Esto postura política es el germen de todos los males que sufren, problema que solo se solucionan ensalzando al Caudillo y su labor purificadora del país. Después de que Carmen obligue a su hija a no volver a sacar el tema de l@s roj@s, le habla de un personaje que conoció tiempo atrás, el Capitán Don Milán, que acabará tomando, digamos, cierto protagonismo externo. Llega el momento de conocer de lleno a Amparín y su relación con Antonia, nos daremos cuenta de lo diferente que son las dos hermanas, hasta toparnos con el instante preciso en el que es tomada la foto, pagada del bolsillo de Amparo. Conoceremos el apodo de esta por boca de su hermano mayor, su situación como mujer embarazada y soltera, la repulsa del padre ante dicha situación reflejada en las palizas que le da a su mujer a la que culpa de todos los males de su familia. El hambre y la muerte vuelven a hacer acto de presencia de manera trágica, como era de esperar. Nos acercamos al final coincidiendo con una Antonia a la que frustran sus ansias de aprender a leer y escribir el machismo del que hacen gala los hombres de su propia familia. Revés del que no logrará sanar con el paso de los años.




Roca desprende emotividad y sinceridad a partes iguales en este “Regreso Al Edén” en temas tan personales como los de su propia familia. Después de la experiencia de “Arrugas” con su padre, aquí nos trae Antonia, para que, no solamente la conozcamos como mujer y madre, también como víctima a la que convencen de que debe actuar de esta y no de otra manera dentro una sociedad para la que es invisible siempre que acepte la celda que le tiene reservada. Otra obra recomendable 100% que sigue incrementando el buen hacer de su autor. Espero que estéis dispuest@s a viajar hasta esta parte del Edén y, sobre todo, que os guste lo que vais a hallar en él.






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