El pasado jueves, 14 de Febrero, mi compañera de tertulia y
escritora Victoria Pelayo Rapado, Toya, presentó su obra “Malos Días”, editada
por “De La Luna Libros”, en el espacio Belleartes cacereño. A pesar de toda la
oferta cultural que ofrecía la ciudad esa noche se puede decir que hubo lleno
total para escuchar lo que ella y Antonio María Flórez, escritor con el que
compartía presentación, nos tenían que contar. El acto estuvo coordinado por
otra gran compañera de letras, Pilar Alcántara. Toya es oriunda de Zamora,
aunque lleva residiendo en Cáceres desde hace años. En su trayectoria literaria
hay que destacar los premios Novela Corta Ciudad de la Laguna con “Una Amistad
Corriente” y el de narrativa Manuel Orestes Rodríguez López con “Preparativos”.
Además, ha colaborado en revistas y antologías de la talla de “Versión
Original”, “Letras Para Crecer”, “Rumovisual” y “Farraguas”, entre otras.
La asignación de bibliotecario de los volúmenes que nos
llegan a la tertulia por parte de mis compañer@s de la Asociación “La Croqueta”
ha sido la razón por la que he acabado leyendo estos “Malos Días”. He de
reconocer que, en un principio, pensaba que se trataba de una novela breve en
vez de un compendio de relatos cortos. Con ese pensamiento comencé la obra
enganchándome al instante con el primero de ellos, “Ángel”. Pues nada, con la
idea que os he comentado metida en la sesera continué con el que le seguía en
orden, “Montse”, pensando que aquello era la presentación de los personajes
principales del libro. Todo se diluyó, como debía ser, con “Estrecho” donde fui
consciente que estaba equivocado de cabo a rabo. Me alegro de mi error pues, desde ese
momento, el libro cambió para mí, como era de esperar.
Toya y yo nos conocimos hace ya unos cuantos años en un
taller de relatos cortos que se impartió en la Biblioteca Pública de Cáceres.
Lo que más me sorprendía y atraía, a la vez, de sus textos era la naturalidad,
o el acierto, con que trataba temas como la muerte y la angustia en situaciones
realmente extremas. Cuando comencé estas páginas con “Ángel” me sentí muy
satisfecho de volver a reencontrarme con ella desde ese punto de vista
literario. Vamos, que me dije a mí mismo: “¡Esta es mi Toya!”, y seguí adelante
con total satisfacción. Pero estos escritos no tienen mucho de simpatía y
buenos ratos, al revés, están amasados con pesadumbre, depresión, decisiones
terminales y ansiedad, ingredientes que los hacen únicos.
Temas como la eutanasia, la inclusión de personas con
deficiencias en el mundo laboral, lo absurdo que te puede llevar a acabar con
tus huesos en una comisaría, un reencuentro entre padre e hijo, una decisión
durísima a la hora de dar vida a un nuevo ser, hasta dónde te puede conducir el
enganche al tabaco, las aspiraciones cinematográficas de alguien que se ha
pasado la vida maquillando cadáveres, el desgarro de la desaparición de tus
seres más queridos, la pérdida del pilar sobre el que formaste tu vida en
pareja y la fuerza que la Naturaleza puede llegar a infligir en alguien que,
supuestamente, ha perdido sus sentidos vitales forman la columna vertebral de
estos textos. Relatos, cualquiera de ellos, que bien podrían ser el comienzo de
una obra mucho más extensa. Digo esto porque con todos ellos me he quedado con
las ganas de saber cómo sigue o acaba lo presentado en sus párrafos. Hay que
reconocer que es ahí donde reside la calidad de los mismos, además de estar
escritos con una franqueza fuera de serie.
Os invito a que descubráis los personajes que protagonizan
estos “Malos Días” ya que si aún no conocéis nada de la obra de Toya os
sorprenderá hasta dónde puede llegar con su escritura. En el caso de que hayáis
leído algo suyo con anterioridad, no os defraudará en absoluto. Enhorabuena,
compañera, por estos pasajes. Espero que sigamos viéndonos y leyéndonos por
mucho tiempo.
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