Este libro ha sido, sin lugar a dudas,
la gran lectura del verano por mi parte. A parte de esto, he descubierto una de
las grandes escritoras actuales de las que desde este mismo instante me declaro
seguidor. Nacida en Estrasburgo de padres turcos, Elif Shafak ha viajado por
medio mundo por razones laborales de su madre. Su residencia actual se
encuentra a caballo entre Estambul y Tucson donde ejerce de profesora en la
Universidad de Arizona.
Antes de entrar en lo que es la temática
en sí de la obra quiero resaltar la manera de llevarla a cabo por parte de la
autora. Esta es una historia de mujeres escrita por una mujer y eso la hace
mucho más audaz, sincera y cruda, entre otras muchas cosas. Cómo Elif nos lleva
de un lado al otro de la trama, abriendo brechas en ambos sentidos, haciendo
comparaciones, tanto del comportamiento de las protagonistas como de sus
pensamientos, y, sobre todo, la manera de cerrar el círculo de todo este
entramado será lo que, al igual que me ha pasado a mí, te enganchará a estas
páginas.
Dos familias que, por razones distintas,
están dirigidas por mujeres, dos clanes donde sus féminas son lo suficientemente
dispares como para tener todas las rencillas del mundo y, a la vez, compartir
el mismo techo. Historias duras con un pasado duro y un futuro por destapar. Asya
es la pequeña de la familia turca Kazanci. Ella no conoce a su padre, vivirá y
la harán vivir como una bastarda, un peso bastante grande dentro de la sociedad
otomana. Por otro lado está Armanoush, Amy para su madre, que pertenece a la
familia armenia-americana Tchajmajchian. Ambas son dos chicas que viven su
momento de distinta manera, sobre todo porque Asya no quiere o no se atreve a
saber nada de su pasado y Amy está totalmente obsesionada con el suyo.
Como ya podéis intuir, todo este
entramado tiene como sustrato el genocidio armenio por parte de los turcos
durante la 1ª Guerra Mundial. Mientras para algunos turcos ni siquiera existió,
o bien lo desconocen totalmente, caso de algunas mujeres Kazanci, para los
armenios es una de sus grandes señas de identidad que los lleva a ver a todos
los turcos de igual manera. A pesar de que los lazos de unión de las dos
familias comienzan justo un poco antes de dicho genocidio, el hecho de que el
único varón vivo de los Kazanci, que reside, por razones que tendréis que
descubrir, en Arizona, se acabe casando con Rose, la madre de Amy, es el
detonador del encuentro de ambos clanes. Armanoush decide engañar tanto a su
padre como a su madre y viajar a Estambul, pidiendo asilo a las mujeres Kazanci,
hermanas de su padrastro, con la seguridad de que estas no se lo negarán y con
la intención de conocer un poco más el pasado de su familia armenia. Llegará a
la ciudad más importante de Turquía y entrará en contacto tanto con el mundo de
Asya como con los pensamientos y opiniones de los pobladores de dicho lugar
sobre los sucesos vividos por los armenios durante 1915.
Las dos jóvenes, como cualquiera de su
edad, tendrán que aguantarse mutuamente al principio obligadas por la
hospitalidad turca y por los propios recelos que Asya tiene hacia los demás. Poco
a poco llegarán, como es normal, a confraternizar de tal manera que acabarán
siendo verdaderas cómplices tanto de todo lo ocurrido en sus vidas como lo que
está por venir. Llegarán incluso a defenderse mutuamente y sentirán tal curiosidad
la una por la otra que se mirarán cara a cara más de una vez. Todo esto les
ocurrirá rodeadas de otras mujeres con historias insólitas que harán de nexo
conductor y que te llevarán a aclarar todo ese pasado del que una huye y la
otra busca.
Como dije antes, el sustrato de la obra
es el genocidio armenio pero Shafak tiene un hilo conductor en todo el libro
mucho más sabroso, la gastronomía de ambas comunidades. Para aquellos y
aquellas que están interesados en recetas y platos este es un punto más a su favor del que
disfrutarán pues el nombre de guisos, postres y comidas de toda índole que
aparecen es interminable. Con ello la autora intenta poner sobre el tapete que,
a pesar de ser unos católicos y otros musulmanes, el hecho de haber convivido
durante tanto tiempo juntos, además de con griegos y judíos, hace que sus
platos típicos tengan bastante parecido tanto en ingredientes como en texturas.
Un relato cuyos capítulos son nombres de especias, frutos secos, cereales,
frutas o ingredientes que te harán saborear una historia descarnada, tierna,
amarga, olvidada por unas y siempre recordada por las otras. Enhorabuena a Elif
Shafak por este libro, ya estoy deseando conocer más de su obra literaria. Creo
que no tardaré en hacerlo.
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