No es que ahora vaya a decir que nací de
la nada. Estoy segura de que muchas conocíais mi existencia incluso antes de
vernos las grafías directamente. Sé que mi supuesta identidad foránea está más
que arraigada en vuestros corazones. Soy consciente de mi rareza para la
inmensa mayoría de vosotras pues no dejo de ser alguien exótica de difícil
pronunciación.
Hasta ahora me había dado un poco igual
vuestros sentimientos hacia mis ángulos. Sin embargo hoy me paré a pensar
durante unos instantes y no he podido evitar desahogarme. Algún día llegaré a
comprender el porqué de vuestras impresiones contradictorias. Sí,
contradictorias, porque al igual que me veis con admiración vuestros ojos
delatan asco. A veces percibo bondad y al doblar la esquina alguien me llama
bastarda. Despierto curiosidad mas os aterran mis conocimientos. Me hacéis
vivir en el mundo de vuestras dudas pero
nunca me daré por derrotada. Casi nunca os paráis a escucharme y la mayoría de
estas pocas veces escupís al suelo cuando me doy la vuelta. Parece ser que
nunca soy de fiar por lo que inventáis nefastas fábulas sobre mi procedencia. Tratáis
de ser gentiles conmigo pero no dejáis de verme como la guarra. Intento
encontrar mi hueco entre vosotras y solo me ofrecéis gestos de horror. Qué
decir de vuestras grandes ideas, esas que pisotean a aquellas que hacemos de la
imaginación algo sagrado. No paso de ser el juguete con el que continuamente
deseáis joder pues me veis como una vulgar pieza del Kama Sutra pero olvidáis
que puedo ser más inaccesible que un krak. Qué gracia me hace vuestra lealtad
cuando continuamente pensáis: “Mientras más lejos mejor”. Tampoco puedo negar
que, pese a vuestra maldad, muero por estar entre vosotras. Por mucho que me
identifiquéis con la necedad bien sabéis que estoy cargada de nobleza. Jamás he
pretendido ser vuestra ñaña pues no soy ninguna ñoña. Os agradezco vuestra
continua objetividad pero la tenéis infectada de oscurantismo mezclado con
paternalismo y una gran pizca de pena. No dudo de que conozcáis el verbo querer
pero lo quebrantáis con facilidad. Mis palabras no son ruegos, son razones
repletas de sentimientos y sinceridad. No vine a chupar de vuestra teta a pesar
de vivir continuamente en vuestra telaraña. Me declaro ufana de no ser
unilateral ya que sé más por vivir que por vociferar. Las notas de mi xilófono
hacen estallar vuestros xenófobos tímpanos.
Quizá creáis que esto es una
especie de ying y yang pero no deberíais olvidar que, ante todo, también soy un
yo que os dará una buena zurra por haberla tratado muchas veces como a un
zurullo pues, aunque os cueste admitirlo, yo soy la doble y vosotras jamás
pasaréis de ser letras simples.
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