El pasado viernes, 15 de Marzo, y
después de haber sido aplazado pues estaba previsto el anterior día 9, pudimos
asistir al concierto de Ñu en La Machacona. Hablar de Ñu es hacerlo sobre Jose
Carlos Molina. Para aquellos que aún no
conozcan a esta mítica banda estatal os diré que llevan casi cuarenta años en
la brecha. Sus filas han sido, lo siguen siendo, la escuela de un sinfín de músicos
de este país empezando por otro de los grandes como es Rosendo Mercado, junto a
él formaría Fresa, embrión de Ñu,
Jerónimo Ramiro, Chiqui Mariscal, Bernardo Ballester, Miguel Ángel Collado o el
violinista Jean François André, por poner algunos ejemplos. Es la típica banda
que pocas veces ha permanecido inmutable de un disco a otro debido unas veces a
los roces internos otras a la salida que Jose Carlos siempre quiso dar a nuevos
talentos. En este caso vino acompañado por Javier Arnáiz “Bumper” a la batería,
Nacho De Carlos a la guitarra y Ramón Álvarez al bajo.
Metiéndonos de lleno en lo que fue el
concierto en sí para mí, como en la mayoría de los casos, tuvo una parte
bastante buena y otra, digamos, no tanto. Empezaría destacando la respuesta del
público cacereño que, a pesar de aplazamiento, se acercó de manera masiva
llegándose así a agotar las entradas. Otras de las cosas a destacar es el
sonido que tuvo la banda durante todo el concierto. Al Molina se le escuchó
nítidamente a pesar de los años que lleva en esto. El ambiente que se crea en
cualquier show del grupo, yo ya los he visto con esta unas doce o trece veces,
sigue siendo espectacular con la gente volcada y cantanda sin parar la mayoría
de los temas. Esto fue lo que ocurrió cuando cayeron canciones tan importantes,
ya no sólo para ellos sino para el Rock estatal en general, como “Manicomio”, “Animales
Sueltos” o “No Hay Ningún Loco”. El problema llegó cuando la guitarra de Nacho,
como al cuarto o quinto tema, dejó de sonar completamente. Creo que eso y el
intermedio que hicieron enfrió bastante el concierto. Este hecho obligó al
resto de la banda, sin remedio alguno, a enfrascarse en unos largos
instrumentales, magistralmente interpretados, todo sea dicho, que jugaron en
contra de lo que podía haber sido un repertorio de lujo. Supongo que lo del
parón venía por lo de tener que consumir en el local pero no le veo demasiado
sentido. Entre que, como es normal, la banda tardó en aparecer después de
cenar, el consumo durante el show y lo que se llegó a injerir después del mismo
pienso que esa faceta estuvo más que cubierta. Lo que pasó realmente con este
descanso es que parte de la gente perdió el hilo de la actuación quedándose en
la barra a charlar o incluso fuera del local. Se notó bastante que había más
peña antes que después del parón. Otro de los puntos no tan positivos fue el
comportamiento de parte del público, en concreto de los que estaba atrás del
todo. Sigo sin comprender cómo la gente puede ir a concierto a charlar y
contarse su vida en vez de atender a los músicos. El murmullo al comienzo era
tal que mi novio y yo decidimos adelantarnos como tres metros porque no se
escuchaba nada y eso que, como dije antes, el sonido fue bastante bueno durante
todo el evento. Es algo que sigue pasando en esta ciudad y que sigo sin
comprender, para qué pagas por ver algo en lo que luego no pones el más mínimo
interés. Espero que vayamos comprendiendo esto y, sobre todo por respeto tanto
a los músicos como a los que sí queremos ver y escuchar, ocurra cada vez menos.
En general puedo decir que fue un gran
concierto y que todas estas anécdotas forman parte del propio show, excepto lo
de no parar de hablar, claro. Disfrutamos de un set list que, si bien pudo
haber sido más extenso ya que Ñu tiene canciones para estar tocando tres horas
si quiere y más, fue inolvidable. Disfruté de lo lindo con momentos como “Tocaba
Correr”, “La Granja Del Loco”, “El Tren”, “Más Duro que Nunca”, “El Flautista”,
por supuesto, y la canción que me sigue poniendo los pelos de punta siempre que
la escucho, “Ella”. Ñu no deja de ser un grupo con el que muchos y muchas hemos
crecido y hemos aprendido a amar la música en general y el Rock en particular
en este país. Puede que los más jóvenes no lo sientan igual, es comprensible,
pero no deja de ser parte de la banda sonora de nuestras vidas. Muchas gracias a
Jose Carlos y su fabuloso grupo, personalmente destacaría a Ramón, por este
concierto y por su amabilidad y serenidad, de todos es sabido su carácter,
tanto antes como durante y, sobre todo, después del mismo. Esperemos que ellos
también se lo pasasen tan bien como nosotros.
Para terminar vuelvo a destacar
el trabajo que está haciendo David en La Machacona. A pesar de carecer de mucho
apoyo institucional, a veces tampoco hace ni puñetera falta, nos está trayendo
una serie de bandas de muy distintos sonidos que hacen que su local vaya
tomando la solera que se merece como sala de conciertos. Ánimo David, gracias
por estas noches de amistad y buena música que nos estás haciendo pasar.
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