Jonathan Douglas Lord, para todos
nosotros Jon Lord, murió ayer 16 de Julio del 2012. Muchas veces me pregunto
cómo puede hacernos sentir triste la muerte de alguien que no conocemos en
persona, alguien con quien nunca has hablado o intercambiado ideas ni siquiera
por escrito. Supongo que hay personas con las que no necesitas tener ese
contacto para apreciar su pérdida. Eso es lo que siento desde que me enteré que
Jon Lord nos había dejado, un lamentable y profundo vacío. Cuando eres joven y
te cuentan que Janis, Jim Morrison o
Hendrix murieron en tal o cual circunstancia te quedas como diciendo “Eran
grandes pero no tengo más recuerdo de ellos que su obra musical ya que descubrí
dicha obra una vez habían fallecido”. Este, al igual que otros muchos, no es el
caso. No me voy a poner a contar ahora cosas que todos sabéis, y si no es así
pues le dais a vuestro buscador favorito y él os ayudará a salir de dudas,
cosas como que Lord fue uno de los fundadores de Deep Purple, gran virtuoso del
Hammond y el primero en unir Clásica y Rock en un disco tan impresionante como
aquel “Concerto For Group And Orchesta”, compuesto íntegramente por él. Tan sólo
resaltaré esto.
El hecho de tener un hermano casi siete años mayor que yo amante
del Rock es una de las causas principales de mi amor por esta música. Creo
recordar que hasta que no tuve como 12 ó 13 años nunca disfruté ni de discos ni
de cassettes propios, para qué si ya tenía en casa los suyos, además, es
evidente, mi economía infantil no me daba para ello. Contad y podréis
comprobar que si yo tenía 12 años él rondaba los 19 y así sucesivamente. Crecí escuchando
Jethro Tull, Bloque, Iceberg, Asfalto, Led Zeppelin o Víctor Jara, entre otros
muchos, pero si había un grupo en aquella discografía que me resultaba
impresionante ese era Deep Purple. Discos como “Made In Japan”, “In Rock” o “Machine
Head” resonarán en mi mente por siempre. Nunca he sido de los flipaos de los
grandes guitarristas, aunque debo reconocer que me encanta como tocan la
mayoría de ellos, así que mi fijación cuando escuchaba a la banda inglesa estaba
continuamente puesta en Gillan, Paice y, por supuesto, Lord. También seguí
siendo un gran fan suyo con Coverdale y Hughes en sus filas de igual modo que
el álbum “Last Concert In Japan” con Tommy Bolin a las seis cuerdas es uno de
mis preferidos además de uno de los más desconocidos del grupo.
Sabiendo que Deep Purple ya estaban
más que desaparecidos de la escena con Blackmore enfrascado en su grandiosos
Rainbow, Coverdale otro tanto de lo mismo con Whitesnake y Gillan haciendo
cosas tan, digamos, raras como “Born Again” con Black Sabbath ni se me pasaba
por la imaginación que pudiera llegar a verlos en directo y mucho menos con la
formación clásica pero sí, sucedió. Cuando anunciaron su reunión, sacaron aquel
gran trabajo titulado “Perfect Strangers” y anunciaron gira mundial con visita
a España incluida, su primera visita a nuestro país, yo contaba con 17 años y
tuve claro que iba a ir a verlos fuera como fuera. Si dejaba pasar una
oportunidad como esa a sabiendas de que era posible que aquello no se volviera
a repetir era imperdonable para mí. Reconozco que financié aquel viaje de
manera un poco arriesgada pero cuando llegó el 2 de Julio y me presenté en casa
de mis tíos en Madrid para recoger la entrada sentí uno de mis mayores subidones.
Era mi primer concierto de un grupo guiri y eran, nada más y nada menos, que
mis queridos Deep Purple. Me fui acompañado de un amigo del pueblo que, al igual
que yo, no había salido nunca solo del mismo y menos a una aventura de este calibre.
Llegamos al estadio del Rayo Vallecano con casi dos horas de antelación pues
tampoco queríamos perdernos a Mountain que eran los teloneros en ese concierto.
Cual fue nuestro desengaño cuando un coche de la organización anunció que el
evento se suspendía por problemas de voz de Ian Gillan. Pasé de la euforia al
hundimiento en a penas cinco horas. Aún tengo grabadas las caras de decepción
de mis amigos de Villanueva de la Serena que se pasaron todo la mañana y la
tarde montando las barras, cargando hielo y bebidas para que los dejaran entrar
gratis, sin cobrar nada, solamente entrar gratis. Ese fue el principio del fin
de aquella tarde pues empezó a llover de manera torrencial mientras los maderos
se lanzaban sobre nosotros con sus caballos aporreando a todo aquel que
pillaban con la eterna escusa de desalojar.
Retornamos al pueblo con una gran
frustración pero fue enterarnos de que iban a tocar de nuevo y ponernos manos a
la obra para regresar a Vallecas a verlos. Volvimos quince días después, los
Mountain ya no eran los teloneros, de hecho es que no había teloneros. Acompañados de tres amigos más por fin pude disfrutar de la banda que tanto
me había hecho soñar desde pequeño. Comenzaron con “Highway Star” y acabaron
con “Smoke On The Water”, para la cual el estúpido de Blackmore se quedó en los
camerinos y se la tuvo que currar de cabo a rabo mi querido Jon Lord. Todo el
feo que el gran guitarrista nos hizo aquella noche fue suplido con creces por
el mejor teclista de todos los tiempos. Fue un gran concierto, con temas
clásicos además de alguno del disco que presentaban. Viéndolos me di cuenta de
que aquello era lo que realmente me gustaba. Seguí yendo a conciertos, sigo
yendo a conciertos, unas veces solo, otras acompañado. A continuación vinieron
Accept, Scorpions, Judas Priest y otros y otros y otros, hasta el último que ha
sido el Sonisphere de Getafe con Metallica. Toda esta pasión por la música en
vivo se la debo a Deep Purple y, en concreto, a Jon Lord. Así que... gracias,
infinitas gracias por todo.
En estos tiempos que corren, cuando
estamos gobernados por fascistas, es cuando necesitamos gente como tú, Jon. Siempre nos quedarán tus canciones, los buenos momentos que hemos vivido con
ellas y, por supuesto, tu imagen. Hasta siempre, señor músico.
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