miércoles, 14 de mayo de 2025

Fermín Muguruza En Mérida

 






Gran noche la que nos ofreció Fermín Muguruza en Mérida, y no solo a nivel musical, que fue donde más. Soy de los que nunca llegó a ver a Kortatu por pura dejadez, por aquello de que ya los veré más adelante, y ese más adelante se difuminó para siempre. Sí que tuve ocasión de ver a Negu Gorriak, junto a la Banda Bassotti, en una semana grande de Bilbao. Y hasta ahora ni me hubiera imaginado que iba a tener la oportunidad de ver y vivir un concierto cuyo repertorio estuviera basado en estas dos grandísimas bandas, además de temas en solitario de Fermín. Cuando digo que esto fue algo más que un concierto, hago referencia a varias cosas. En primer lugar, al reencuentro con no sé cuánt@s colegas que hacía mil que no veía, y eso siempre es muy reconfortante. Después está todo lo referente al asunto político que rodea al músico vasco, algo que ha tenido que soportar con anterioridad en varias ocasiones y lugares, incluido Mérida. Esta vez no faltó la gansa, por no decir otra cosa, del partido con nombre de diccionario de la EGB y su charleta ultrapatriota. Y, por último, la buena organización del evento, a pesar de la larga cola para sacar tickets.




Después de saludar y pararnos decenas de veces, conseguimos entrar cuando el Reggae femenino de l@s paisan@s de Asina Önde echaba a andar. Como he dicho, no pude prestarles demasiada atención hasta la tercera o cuarta canción por lo de los tickets. Con Paloma Pascual al frente de un combo bien engrasado, fueron dejando caer temas como Sigo Caminando, La Mariposa o Verde, pertenecientes a su trabajo Entre la Encina Y La Jara. Se centraron en este disco durante el tiempo que tuvieron, sin dejar atrás el corte que le da título o Extrañas, además de una gran versión de I Shot The Sheriff, de Bob Marley. Todo interpretado por un grupo de músic@s que no se amilanó ante un público que estaba más a la espera de lo que vendría después que de ell@s. Por cierto, más tarde he comprobado que tanto Paloma como Esther, la encargada de la percusión, habían formado parte de Descalzas y tengo un muy buen recuerdo del concierto que dieron en Cáceres durante la celebración de un Orgullo LGTBIQ+. Me gustaron en ese momento y me han gustado ahora. Mucho ánimo y más suerte por esos escenarios.




Con todo el personal que invadía las afueras del recinto una vez dentro, comenzó el akelarre antifascista protagonizado por Fermín y un elenco de músic@s de muy alto calibre, como Lide Hernado a la guitarra y voz, Gloria Muriel a la batería o Xavi Solano al acordeón. Después de unas proyecciones donde pudimos ver el recorrido musical de Fermín a través de las portadas de algunos de sus discos, además de una pequeña proyección, dicho reparto de músic@s hizo su aparición en escena para interpretar Maputxe, antes de presentar por todo lo alto al solista vasco. La siguiente en caer fue Urrun, y no tardó en llegar la primera de Kortatu, que no fue otra que Hay Algo Aquí Que Va Mal. Está claro que las canciones de su banda primigenia iban a ser las más laureadas, pero otras como Balazalak o Berlin - Ulrike Meinhof sirvieron para que el ambiente fuera subiendo como la espuma antes de volver a atacar con La Línea Del Frente.



Saludos a tod@s l@s presentes y recuerdos a incidencias pasadas antes de continuar con In-komunikazioa y otro clásico de Kortatu como es Desmond Tutu. Llegados a este momento del concierto, se puede decir que la conexión entre banda y público era más que total, excepto la del típico que no para de hablar, como el que me tocó uno de estos justo detrás. Newroz sirvió para recordarnos la lucha del pueblo kurdo. Azoka Eguna nos trasladó a un día de mercado de barrio y con Euskal Herria Jamaika Clash pudimos disfrutar de Xavi Solano por primera vez en todo su esplendor. Vuelta a Kortatu con Nicaragua Sandinista, que puso todo patas arriba ante una peña que queríamos más de lo que él y su banda nos quisiera tocar, como Black Is Beltza, sonó tremenda. Volvió a Negu Gorriak con Hiri Gerrilaren Dantza, B.S.O. e Itxoiten sin olvidar su carrera en solitario con Bidasoa Fundamentalista.



Dos trallazos de Kortatu, Etxerat! y Zu Atrapatu Arte, consiguieron que acabáramos de sudar todo lo que nos quedaba por sudar como preludio de las tremendas Kolore Bizia y de Radio Rahim. Antes de pedirnos que interpretásemos a grito pelao la Internacional, no se olvidó de Dub Manifest. Pero cuando los grados subían hasta el techo de Ifeme era con Kortatu, y ahora tocaba El Último Ska De Manolo Rastamán, que fue pura entrega y diversión. Se dieron, y nos concedieron, un pequeño descanso antes de la grandísima Yalah, Yalah, Ramallah! y de Lepoan Hartu Ta Segi Aurrera, para dar paso a Xavi Solano y su acordeón en Gora Herria. Evidentemente, tod@s éramos conscientes de que en el momento en el que Fermín nos hablara de Sarri, Sarri aquello sería el final. Pero qué final, alargado hasta la eternidad con todas las gargantas del pabellón vociferando a pleno pulmón, al tiempo que l@s componentes de Asina Önde eran invitad@s a participar del broche final de este akelarre antifascista más que necesario en los tiempos que corren.



Muy grande Fermín Muguruza. A pesar de echar en falta algún tema mítico, ofreció un concierto donde tod@s l@s músic@s que le acompañan tuvieron su momento de protagonismo. No pasó por alto los conflictos en distintos lugares del planeta, como Palestina o el ya mencionado Kurdistán, así como el recuerdo de su hermano Iñigo, el apoyo de la peña de Andalucía en sus visitas por el sur o la lucha que tenemos por estos lares ante las aperturas de las minas de litio y otros minerales que nos quieren cascar en distintos puntos de la región. Eskerrik Asko por una noche inolvidable de buen rollo, buena compañía y mejor música.






 


miércoles, 7 de mayo de 2025

Texto Mandrílico Mayo 2025

 

TRANSFORMACIÓN  


Me pasé tanto tiempo recibiendo halagos de Ese al que reza hoy la mayoría de la humanidad, que me aburrían las impertinencias de aquellos que me pedían que intercediera por sus intereses en su presencia. En el fondo, a cualquiera de estos pedigüeños lo único que les empujaba a rogar era la más infame de las envidias, si es que esta se puede calibrar de alguna manera. Así que para evitar sus requerimientos y la grandilocuencia de Aquel que me creó como la luz más bella, pasaba jornadas y jornadas enteras paseando por el Edén, caminando de aquí para allá durante el día hablando con los pobladores de este singular espacio hasta hacerme amigo íntimo de la serpiente, siempre a la espera de alcanzar la flor que nace a la luz de la luna durante pocas noches. Jamás he sentido semejante atracción por nada.

Después de incontables madrugadas, permanecí inmóvil delante de aquel impenetrable rosal, contemplando cómo la más bella de las flores surgía en sus profundidades, arropada por aquella maraña de espinas, hojas y ramas. Era de un negro tan puro que me hechizaba solo con mirarla. Permanecí rígido de emoción hasta convencerme de que aquel ser fascinante no podía crecer más. Entonces, con mi brazo, fui apartando todo aquello que le servía de barrera protectora, al tiempo que gotas de sangre resbalaban por el blanco de mi piel. Aguanté el mayor de los dolores antes sentido hasta extender mi dedo índice y, con la uña del mismo, cortar el tallo de tan hermosa flor.

Henchido de emoción, y con la única intención de ofrecérsela como presente a mi creador, corrí como un poseso hasta su presencia. Cuál fue mi sorpresa que, en un ataque más de soberbia, y sin que yo me hubiera enterado, había convocado a todos los seres que habitaban aquellos parajes. No faltaba nadie, unos a sus pies, otros encima de las nubes y alguno a su espalda. Al notar mi presencia, pude contemplar su frente y su mirada inquisitiva, pues yo, el ser de luz más bella y pura que jamás hubo creado, le hacía esperar y peor aún, sin que fuera consciente de ello. A sabiendas de su carácter colérico, me fui acercando poco a poco con el brazo maquillado de puntos rojos y la rosa negra prendida en mi mano. En tanto que avanzaba, todas las miradas se posaban en aquellos pétalos oscuros, arrebatándole el protagonismo al mismísimo Creador. Casi a punto de entregarle mi regalo, Él preguntó con toda la furia de sus pulmones: «¿Quién como yo?». Todas las miradas volvieron a posarse en su semblante. Un silencio aplacó suspiros, y una corriente de aire gélido heló gestos. Sin pensarlo demasiado, con esa permisibilidad que siempre me había concedido, contesté un simple y rotundo «Yo».

Él le soltó un manotazo a la rosa enviándola al rincón más lúgubre del universo. Y sin apenas un segundo de diferencia, me señaló acusándome de una insolencia desconocida hasta ese instante por mi parte. Mostró toda su fuerza, ira y poder para arrojarme desde lo más alto del cielo a lo más insondable del inframundo. Mientras descendía, aquellos que yo consideraba mi cohorte caían conmigo. Y no solo eso, mi piel blanca se fue tornando en un rojo intenso, y mi propio físico se transformaba de tal manera que el anterior ha quedado escondido al lado mi anhelada rosa negra. Ya pocos me recuerdan como Luzbel, pues, desde aquel momento, la mayoría temen mencionar mi actual nombre, Lucifer.