miércoles, 30 de mayo de 2018

Roger Waters En Madrid (25-Mayo-2018)








La crónica del pasado 25 de Mayo del segundo concierto en Madrid de la gira actual del antiguo componente de Pink Floyd, Roger Waters, que lleva por título “Us+Them Tour”, que vais a leer de aquí en adelante va a escocer a más de un@. Entiendo que para aquell@s que no lo han visto nunca en directo haya sido un conciertazo del copón, que lo fue, de eso no hay duda, pero el que escribe los siguientes párrafos no está de acuerdo del todo con esta afirmación. Así que aquí, como en todas las demás ocasiones, os encontraréis lo que vivió y sintió el Mandril durante dicha actuación. Sensaciones que serán compartidas por un@s cuant@s y encontradas para otr@s.






Después de una tarde de sobresaltos ante una intoxicación estomacal que nos afectó a mi novio y a mí, que nos íbamos de varilla, vamos, tras haber injerido pescado no tan fresco como nos lo vendían, el terror empezó a planear sobre nuestras cabezas pensando en que dentro de pocas horas estaríamos de concierto y aquello no paraba. El hecho de tener que esperar a otros colegas en la pensión para ir todos juntos al evento nos dio la oportunidad de ir a una farmacia donde unas chicas muy ambles nos vendieron unas pastillas mano de santo para nuestro problema y putadón por no poder beberte una cerveza en toda la noche. Anda por ahí suelto, nunca mejor dicho, un proverbio gitano acerca de los malos principios para sus hij@s y sus mulas que bien se podría aplicar a lo que se nos venía encima.






Una vez reunid@s tod@s decidimos entrar en el antiguo Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, ahora con otro nombre publicitario, bajo un buen chaparrón de esos que nos están visitando durante la primavera. Con tanta espera en la calle, ya en pista nos dimos cuenta de que apenas quedaban 20 minutos para el comienzo del concierto. El mismo tiempo, aproximadamente, que estuvo ocupando la pantalla la silueta de una mujer mirando al mar. Esta situación al principio resultó esperanzadora, por aquello de que no tardaríamos en ver a l@s músicos encima del escenario, pero cuando se fue alargando la peña por un lado se desesperaba y por otro sacaba a relucir chascarrillos y bromas propias del ingenio que tenemos por estos lares. Transcurrido el tiempo citado, empiezan a sonar los primeros acordes de “Speak To Me/Breathe”, del archiconocido “The Dark Side Of The Moon”. Buen comienzo, sí señor, sobre todo porque la pantalla gigante del fondo del escenario empieza surgir efecto a través de una esfera que sería una de las imágenes, junto con el recorrido de la chica de la playa, más identificativas del show. Roger lleva una banda de gran calidad entre l@s que destacaría al guitarrista Jonathan Wilson, con una voz muy, muy similar a David Gilmour, razón por la cual se encargaría de cantar muchos de los temas que escucharíamos esa noche, y a las componentes de Lucius a los coros. Con “One Of These Days” nos pusieron delante un corte de uno de los álbumes menos conocidos, al menos de los que menos se suele hablar, de la banda mater del bajista, “Meddle”. Tengo un cariño especial a este trabajo porque me trae un sinfín de recuerdos, así que poder escuchar algo así en directo fue realmente extraordinario. Si a esto le sumas esa grandilocuencia visual y sonora propia de cualquier concierto de Roger Waters, dichas sensaciones se multiplican por cien. Vuelta a la cara oculta de la Luna con “Time” y sus correspondientes relojes invadiendo el pantallón del fondo, la verdad es que es todo un espectáculo verlo, y luego, de nuevo, “Breathe”. Con el añadido de “The Great Gig In The Sky” cerraron el repaso a uno de los álbumes más exitosos de la historia del Rock.





Hasta este momento parecía que todo iba como debía ser, o sea, con todo el mundo bebiendo de la mano de l@s músicos. La situación siguió así, puede que incluso se incrementara, con la llegada de canciones claves como es “Welcome To The Machine”, de “Wish You were Here”. Para mí uno de los mejores momentos del concierto. No diré que este sea mi disco preferido del grupo británico, pero esta muy arriba en mi ranking. Roger Waters, además de dar un repaso a algunos de los trabajos de su época anterior a su carrera en solitario, viene presentado su nuevo trabajo titulado “Is This The Life We Really Want?” que no ha tenido demasiada repercusión y del que l@s presentes conocemos bien poco, por no decir nada. Yo lo habré escuchado dos o tres veces y no está mal, todo hay que decirlo. Y es aquí donde el show empieza a hacer aguas por algún que otro sitio. Toda la potencia musical vivida hasta este instante se vuelve pesada y lenta con canciones como “Dejà Vú”, “The Last Refuge” y “Picture That”. Lo mejor del momento fue que nos empezamos a enterar de todo lo que se cocía alrededor de la chica del principio sentada en la arena viendo las imágenes proyectadas. Claro que cuando se es perro viejo, y tienes la cartuchera repleta de balazos como los que seguirían a los temas citados, el mal sana rápido. Cómo no se va a curar con el comienzo e interpretación de “Wish You Were Here”, tema que nos emocionó hasta llorar a más de un@ de los allí presentes. Se me siguen erizando todos los pelos del cuerpo con esta canción, increíble. “The Happiest Days Of Our Live” es el inicio de uno de los instantes más esperados del show. Es hora de ir derribando el Muro con la 2ª y 3ª parte de “Another Brick In The Wall”. El recinto cantando a grito pelao, la banda entregada al máximo, un grupo de chic@s enfundad@s en monos naranjas, tipo Guantánamo, desfilando y actuando durante estos tres temas hacen de este momento algo siempre inolvidable. Si no lo has visto nunca reconozco que es realmente impactante, si ya lo has hecho lo sigue siendo aún más. Hasta aquí la primera parte del evento, más dulce que agria, pero con pequeñas heridas abiertas que ponían sobre el tablero ciertas dudas. Descansito de turno de otros 20 minutos para reponer fuerzas o ir al servicio y vuelta de nuevo.





La segunda parte del concierto fue sin duda las más impactante a nivel visual. Éramos conscientes de que lo visto hasta ese instante era una minucia y que aquello tenía que dar más de sí por algún lado. Así fue cuando empezamos a ver cómo se desplegaban unas inmensas pantallas que separarían el recinto en dos y sobre las que se proyectarían tanto la portada de “The Animals”, con sus torres humeantes y su cerdo incluidos, como miles de eslóganes y frases reivindicativas además de un sinfín de fotografías de injusticias varias, de esto tenemos para dar y tomar, y de caretos de dirigentes mundiales de toda índole. Todo mientras la banda interpretaba sobre las tablas “Dogs” y “Pigs (Three Different Ones)”. Si tenemos en cuenta que entre estos dos temas suman casi media hora y que gran parte del personal estaba más atenta de lo que salía o no por los pantallones que de lo que venía del frente, se puede decir que hubo un poquito de desconexión. Como dije antes aquí, el señor Waters tiene solución para lo que haga falta y con hacer volar sobre nuestras cabezas un cerdo inmenso que nos animaba a permanecer humanos y atacar con “Money”, el single de este tema fue lo primero realmente mío que tuve en el plano musical, aún lo conservo, y la inconmensurable “Us And Them” lo consigue. De esta forma nos damos otro revolcón por el lado oculto de la luna. A pesar de todo, los pantallones siguen dividiendo el recinto, lo harán durante la mayoría del tiempo que durará esta segunda parte, y siguen llevándose la atención del público. Con “Smell The Roses” volvemos al último trabajo del protagonista del show al que seguiría el tercer paseo por la luna con “Brain Damage” y “Eclipse”.





Todo muy pomposo y rimbombante, en el buen sentido de los términos, mientras el concierto se convertía en algo más visual que musical, algo para nada negativo, aunque en lo relativo al vínculo banda – público ese algo había empequeñecido. Lo que ocurre es que cuando intentas aplicar un nuevo bálsamo para calentar motores puede que lo consigas o no y la tercera intentona de Waters se fue a pique con un discurso larguísimo llenos de buenos consejos y la incursión en el set de “Wait For Her”, “Oceans Apart” y “Part Of Me Died” de su reciente trabajo en solitario. Estoy seguro de que la noche anterior el músico británico solucionó la contrariedad tocando “Mother”, pero en su concierto del viernes optó por lo personal y esto lo pagó con creces. Tanto que cuando llegó el tremendo final a cargo de la siempre potentísima “Comfortably Numb” este dio la sensación de inacabado.





Que un concierto de Roger Waters o Pink Floyd es algo que deberías ver alguna vez en tu vida es un consejo que doy sin dudarlo. Otra cosa es cuando lo has visto ya alguna vez y esperas que sea igual de intenso que las anteriores. No me refiero a que suene mejor o peor o a que en el aspecto visual pierda fuerza, esto no ocurrió en el concierto del que hablo aquí, hablo de la elección de los temas, excluyendo algunos que parecen inamovibles y dando prioridad a otros que poca gente conoce o hace caso. Elección que, a mi entender, pasó factura al evento. Sea como sea, muchas gracias al señor Waters y sus acompañantes por ofrecernos otra noche de alto nivel y por seguir ahí poniéndole la cara colorá a todo lo abusivo y odioso que pasa por este planeta.





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