viernes, 25 de octubre de 2024

Pilar López Ávila - Leticia Ruifernández: "Tierra De Pájaros"

 




Para las personas que nos apasionan las aves, este Tierra de pájaros es todo un placer, tanto por sus ilustraciones como por sus textos. El trabajo realizado por Pilar López Ávila y Leticia Ruifernández es excelente, sin más. Lo sé porque la propia Pilar me habló de este libro en un viaje conjunto que hicimos a Badajoz. Pero, una vez que lo tienes entre tus manos, comienzas a entender muchas cosas de las que hablamos durante ese viaje. Reconozco que me apasionan los animales y, en concreto, los pájaros. Y al igual que ellas, soy de los que, vaya a donde vaya, ando siempre pendiente de los gorriones, de los colirrojos o de las grajillas, de igual manera que no quito ojo de la ventana en cada uno de mis viajes en coche, tren o bus, atento a los milanos o a cualquier ser emplumado que se cruce. Por eso creo que he entendido tan bien esta obra, porque me he sentido totalmente identificado con lo que contiene a lo largo de sus páginas.





Pilar López Ávila nació en Cartagena, es Doctora en Veterinaria y docente de Biología y Geología, además de escritora infantil. Libros suyos como Ayobani y el nombre de los animales han sido traducidos a otros idiomas, incluidos el chino y el xhosa. Firma sus artículos con seudónimo en la revista Senderos de Extremadura y mantiene el blog Vivir en la naturaleza en el periódico Hoy. Aparte de esto, es compañera del que escribe estos párrafos en la Asociación Cultural La Croqueta y en la tertulia que lleva el mismo nombre. Como recuerdo de nuestra pasión por los pájaros, mencionaré una tarde de verano, antes de comenzar la tertulia en la terraza de otra compañera, en la que, de pronto, se escucharon unos sonidos en el aire y l@s dos pusimos nuestros ojos en el cielo. Casi no se percibían, pero, ante la indiferencia de los demás compañer@s, nos miramos y asentimos casi a la vez diciendo: «Abejarucos», con esa complicidad que solo se hace presente entre l@s que amamos a los pájaros.






Leticia Ruifernández estudió Arquitectura en Madrid, de donde procede. Su pasión por la pintura y la literatura la llevó a dedicarse a la ilustración, a lo que sumó, posteriormente, la escritura y la edición. Tiene obras publicadas a nivel estatal, así como en Canadá, Korea e Italia, recibiendo premios tanto nacionales como internacionales. Es la creadora de la editorial Papel Continuo, desde la que lanza al mundo sus proyectos personales. Y en este libro realiza una magnífica labor de ilustración de aves y de los diferentes entornos urbanos y campestres donde residen, además de plasmar algunas de sus experiencias personales con los pájaros.




Entrando de lleno en Tierra de pájaros, no debéis pasar por alto la introducción de las autoras en cuanto a la idea y a los lugares que llevaron a fraguar estas páginas, ni el prólogo de Joaquín Araujo, toda una eminencia en el campo de la Biología. Y a partir de aquí todo se convierte en deleite y placer leyendo las experiencias de Pilar acerca de los gorriones, las abubillas, los herrerillos o los vencejos, entre otras muchas aves. Como ya dije, Leticia une a su labor de ilustradora, impresionante, alguna de sus experiencias con las grullas, los nidos abandonados o su acercamiento al centro de rapaces de Maruri. A nivel de impresión, dichas experiencias de ambas se diferencian porque los textos mecanografiados pertenecen a Pilar y los manuscritos a Leticia, detalle que sería fácil de diferenciar por la propia lectura, pero que nunca está de más resaltar.





Y podría estar hablando y escribiendo líneas y líneas sobre este libro con ese entusiasmo que solo las aves saben inculcar en quienes las aprecian de corazón, pero deseo que os impregne ese mismo fervor descubriendo todo lo que en él se refleja. Muchas gracias a Pilar y a Leticia por haberme hecho volar sobre una Tierra de pájaros cada día más amenazada por la contaminación, los pesticidas y una larga lista de peligros que parece no tener fin.



martes, 8 de octubre de 2024

Roca - Terrasa: "El Abismo Del Olvido"

 





Resulta que tengo este cómic de Roca y Terrasa desde hace casi un año. De hecho, fue mi regalo de cumpleaños del 2023 por parte de un gran amigo. La causa por la que no me he puesto a leerlo, a pesar de que mucha gente me hablaba de lo bueno que es, y con razón, no es otra que haberme pasado unos cinco años con mi proyecto que vio la luz el pasado abril, Los ojos de Eva. Tanto tiempo enfrascado, investigando, leyendo, viendo y escuchando acerca de la Guerra Civil y demás, me dejó saturado por un tiempo. No lo digo de mal, pues es un tema que me apasiona, pero necesitaba un respiro. Así que he vuelto a coger aire con este asunto devorando las páginas de El abismo del olvido. Este sería mi primer agradecimiento a esta obra, porque sigue siendo algo que, por mucho que a algun@s no les guste, es necesario tomar, retomar y requetomar. Ya que a es@s que no les interesa o sueltan aquello de levantar heridas, dicho desinterés se debe a que ell@s o sus familias tienen algo que ver con las mismas heridas de las que se quejan. Dicho esto, a modo de excusa y desahogo, paso a hablaros de este gran cómic.







De Paco Roca se puede decir sin ambigüedades que actualmente es uno de los grandes del cómic estatal. Este valenciano que cursó estudios en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de la capital de su comunidad, además de dedicarse a las viñetas, hace sus pinitos en la ilustración y da charlas y talleres. Tiene en su haber el Premio Nacional del Cómic, el Excellence Award japonés o el Eisner a la mejor obra extranjera en el 2020, sumados a otros de igual importancia. Entre sus obras destacaré Arrugas, llevada al cine, Regreso al Edén, de la que tenéis una entrada en este humilde blog, o Los Viajes De Alexandre Ícaro/Hijos De la Alhambra, por nombrar algunos de su extensa producción. En cuanto a Rodrigo Terrasa, he de reconocer que no le conocía, pero de aquí en adelante tampoco le voy a olvidar. También valenciano, es periodista del diario El Mundo, a donde llegó después de su paso por el diario deportivo Superdeporte. Actualmente es reportero de Papel, y tiene editado el libro La ciudad de la euforia, sobre los años de la corrupción en la Comunidad Valenciana.






Como buena historia que merece y se debe contar, la que nos atañe echa a andar con unas páginas de sosiego, hasta que todo salta por los aires, como era de esperar. A lo largo de estas primeras viñetas conoceremos a sus protagonistas principales. No son necesarios los bocadillos en ninguna de ellas para su presentación. Y, como suele ocurrir, estos protagonistas están entrelazados por un espacio que los encadena en el tiempo. Hablamos de la fosa 126, una de las más grandes de España, del cementerio de Paterna, en Valencia. Con esta numeración os podéis imaginar la cantidad de fosas que existen en este lugar. Esta lucha en contra de la amnesia histórica plagada de horror y desprecio que algun@s intentan imponer y, lo que es peor, justificar, da comienzo con la insistencia de Pepica Celda a la hora de recuperar los restos de su padre fusilado, José Celda Beneyto, una vez aprobada la Ley de la Memoria Histórica. Para ello deberá afrontar años de burocracia hasta conseguir la subvención necesaria para que un equipo de arqueólogos, con Elisa al frente, pueda realizar dicha labor, siempre a contrarreloj. Conoceremos la causa de la detención de su padre, las miserias que pasó durante sus meses de cárcel y su trágico final. A esto hay que añadir las penurias sufridas por su madre, también encarcelada, y por su tía.






Pero los autores no solo se centran en estas exhumaciones, también dedican algunas páginas al ritual del enterramiento como acto imprescindible a la hora de entender la sociedad que los llevó o no a cabo. Resulta que en los años ochenta del siglo pasado, el historiador Vicent Gabarda trabajaba en su tesis doctoral acerca de la economía local de Paterna. Actividad que le llevó, por razones que veréis en el cómic, a confeccionar una lista de fusilados en esta localidad imprescindible en el devenir de los sucesos que se nos cuentan. A su vez, tendremos un repaso de todo lo que fue la aprobación de la ya mencionada Ley de la Memoria Histórica, con una gran reflexión sobre el olvido y con la suma de algunas personas al objetivo de Pepica y de otras que ayudarán a llevarlo a buen puerto.





Entre estas personas se encuentra Maruja, hija de Leoncio Badía, enterrador del cementerio de Paterna y persona clave en todos los acontecimientos reflejados en esta obra. Sabremos cómo fue que su padre pasara de maestro a enterrador y de aquí a cestero. Pues, desde luego, si hay alguien con la esperanza de que se desentierren las injusticias sufridas por aquellos que se ve obligado a enterrar, ese es Leoncio. Lo hará desarrollando varias ideas y atrevimientos que le acarrearán una gran presión, tanto familiar como social. Para este fin será indispensable la ayuda de las mujeres, hermanas, madres e hijas de los fusilados en una relación simbiótica con él. A las que dejará atender los cuerpos de sus familiares a escondidas o visitarlos antes o después de sus enterramientos. Normal que a Leoncio la historia de Aquiles, Patroclo y Héctor le parezca de lo más cruel, y lo es, sin duda. Como en otros casos, los resultados de la exhumación de esta fosa 126 no son igual de satisfactorios para tod@s. Un@s consiguen su objetivo y algun@s seguirán intentándolo, a los que hay que sumar aquellos que no pasarán de ser un nombre en la lista de Gabarda, como el caso de Manuel Soler, cuya historia y vida desconocemos, pero no olvidamos.





Todo esto con ese trazo y dibujo tan personal que Roca imprime a sus viñetas, cosido a un guion conjunto con Terrasa, hace de El abismo del olvido un cómic de muy alto nivel, donde es fundamental leer el epílogo para entender todo lo que hemos leído con anterioridad. Este asunto no va de venganza ni de ampollas o heridas, va de justicia clamada a voces por todas las mujeres que aparecen en estas páginas y por todos los familiares que quieren recuperar los restos de sus parientes asesinados durante los años más oscuros de la historia reciente de este Estado. Así que, guste o no, es un deber con ell@s que se debe poner en práctica con obras como esta y el trabajo de tod@s l@s que estén dispuest@s a luchar contra esta falta de memoria. Gracias, Paco y Rodrigo, y mi más sincera enhorabuena.