miércoles, 3 de diciembre de 2025

Raúl Cabra & La Sukyband En Cáceres

 




Raúl Jiménez y Chino Flores, dos de los nombres más conocidos del panorama rockero extremeño, junto a la bajista Elsa Venra, el batería Liber de Torres y el guitarrista Félix Domínguez, unen fuerzas para dar forma a Raúl Cabra Y La Sukyband. Presentando este proyecto, y de paso dejándolo grabado, pisaron el escenario del Boogaloo Club. Me encontré con muchas caras conocidas y otras que no veía desde hace tiempo en la casi llena sala cacereña. Sin demasiado retraso, arrancaron con esta revisión a la discografía de El Gitano, La Cabra Y La Trompeta, al que sumaron algún tema nuevo. Me Gustan Los Inviernos fue el pistoletazo de salida para que tod@s l@s presentes comenzáramos a desgañitarnos.






La verdad es que se me hizo raro ver a Raúl sin la guitarra, pero también he de decir que le vi muy suelto sin ella en las labores de vocalista. Además, teniendo a dos guitarristas del calibre de Chino y Félix, se puede dedicar a cantar y conectar sin preocupación alguna. Y eso fue lo que hizo al tiempo que caían temas como Follando Con Fantasmas, Sin Ética Ni Moral o Enero. Las posibles lagunas de memoria referidas por mi paisano en cuanto a las letras eran rápidamente resueltas por la participación de una asistencia que igual cantaba por sí sola como cuando él les ponía el micro en la boca. De este modo, cayeron Grilletes y De Reo A Verdugo, con todo dios colaborando a grito pelao.






Raúl bajó del escenario para que la Sukyband interpretara la instrumental Alicia, dejando claro la ya mencionada valía musical de la misma. Besos Por Balas dio pie a Antigirasol, un nuevo tema con mucho tirón en directo. Con ciertos retoques, para bien, y con la colaboración de César, de los añorados Dedo Corazón, Quiero Sentarme En Las Nubes fue el comienzo de la locura antes del final de un show que fue subiendo con el añadido de He Dejado De Ser Yo. Tenían previsto hacer lo típico de marcharse y volver para los bises, pero con que solo les pidiéramos otra a gritos fue suficiente. De esta forma, nos complacieron con la grandísima Que Rían Los Ríos, está bien la versión rockera, pero a mí me sigue molando más la rumba, seguida de la punkarra La Isla Del Tesoro. El broche final, con todo el mundo entregado, saltando y bailando, llegó con la esperada Rancherita.







Buena noche la vivida a base de recuerdos. Chino sigue siendo un gran guitarra con muchos años de experiencia a sus espaldas. A Raúl, como ya he dicho, le vi muy bien en su labor vocal. Félix demostró estar más que a la altura de las circunstancias y la base rítmica, Elsa y Liber, ejerciendo una labor siempre imprescindible en cualquier grupo y concierto. Espero y les deseo lo mejor y, sobre todo, que algunos de los temas del repertorio vayan siendo sustituidos por otros propios. Desde luego, si son de la calidad de Antigirasol, seguro que van a ser unos cañonazos.




miércoles, 19 de noviembre de 2025

Texto Mandrílico Noviembre 2025

 

DESAYUNO


Mientras recorro Alaska a lomos de mi dromedario, cruzo la sabana donde los elefantes me observan con cautela, los monos aulladores me insultan desde las ramas altas de los baobabs y, como un misil, un tucán me lanza la nuez que lleva en el pico para luego posarse en el acantilado de la cascada de Shar. Nada afecta a mi empeño por alcanzar la Plaza Real barcelonesa, donde he quedado con mi amigo Felipe para comernos unas migas. Aparco mi montura a la entrada de una tienda de discos de la calle Toledo para luego atravesar su puerta hasta encontrarme delante de un mostrador regentado por mi vecina del cuarto. La saludo amablemente, pero ella no me reconoce. Es más, se siente intimidada por mi presencia, más bien por mi aspecto desaliñado de aborigen. Pega un brinco y corre a la trastienda pidiendo ayuda ante lo que ella entiende que es un inminente atraco. Los vinilos se precipitan sobre mi cabeza. Tengo que esquivar los CDs a manotazos en tanto que las camisetas se enrollan en mi cuerpo con la intención de momificarme. Una vez inmovilizado, aparece un gran toro que, de una embestida, me lanza fuera del local. Vuelo hasta posarme en medio del teatro romano de Mérida, donde están rodando Yo, Claudio. Sin previo aviso, el director me ordena servirle unos champiñones al emperador. Jamás había visto a alguien engullir algo con tanto deleite. Al cabo de unos minutos, este comienza a sufrir estertores al tiempo que echa espuma por la boca. Tiro la bandeja y huyo a toda prisa, pero una horda de mongoles me persigue por todo el paseo de Cánovas. En mi carrera, interrumpo la misa oficiada por el obispo en la catedral de Plasencia, y los fieles se unen a mis perseguidores en su caza. Cuando están a punto de atraparme, salto sobre la grupa de mi cabalgadura y nos escabullimos adentrándonos en el desierto del Kalahari. Muerto de hambre y sed, agotado por tanto sobresalto, llego a una terraza de la Alameda de Hércules, donde me aguarda un plato con restos de cocido al lado de mi amigo Felipe. Enfurecido, pienso que ha sido él quien se ha zampado mi merienda. Como si de un títere se tratara, le agarro por el cuello y le zarandeo hasta que vomita unas sopas de tomate sobre mi pecho. Entonces, la ira, aliada con su hermana rabia, termina por apoderarse de todo mi ser. Fuera de mí, le grito: «¡¡Con lo que he pasado para llegar hasta esta puñetera isla, y resulta que te has comido todas las gambas y te has bebido todo el ron!!». Justo en el instante en que lo voy a lanzar por el barranco de Bulnes, el sonido estridente del despertador me arroja a la realidad de un lunes lluvioso de noviembre. Me apetece un buen desayuno.


martes, 4 de noviembre de 2025

Volbeat, Bush Y Witch Fever En Madrid

 







Cuarta vez que veo a Volbeat, no así a l@s teloner@s, Witch Fever y Bush, de l@s que esta ha sido la primera. También he percibido ciertos cambios, y no solo de formación, por parte de los daneses. Continúan siendo sólidos musicalmente y entregados con el público, pero hay partes que se echan de menos que han dejado atrás con el paso de los años. Una sería aquella historia que hacían invitando a l@s más pequeñ@s de l@s asistentes al escenario, y otra la duración de sus conciertos, hora y media pelada en este caso. El hecho de que no hicieran ni un bis siquiera contribuye a ello. Sea como fuere, el paso de Vobeat por Madrid volverá a ser recordado como algo frenético e intenso.




A Witch Fever les tocó ocupar el hueco dejado por Gel. Con poca peña aún en el recinto, estas chicas se dejaron la piel en el escenario. Su vocalista, Amy Walpole, no paró de moverse en ningún momento, estuvo bien arropada por Alex Thomson a las cuatro cuerdas, Alisha Yarwood a la guitarra y Annabelle Joyce con una grandísima labor a la batería. Hicieron alusión a la libertad en Palestina y a otra serie de derechos humanos mientras dejaban caer temas como Drank The Sap, Burn To Hit o Fevereaten, donde sonidos Grunge se unen a otros más pesados junto a toques Punk. La cuestión es que, cuando nos quisimos dar cuenta, ya se estaban despidiendo. Media hora escasa tampoco da para mucho más.







Con una cierta antelación, de unos diez minutos, saltaron a las tablas los británicos Bush. Se notó el cambio de sonido, además de una mayor confluencia de público. Venían presentando su último disco, del que dejaron caer cortes como I Am Are Here For Salve Your Live, The Land Of Milk And Honey o la homónima I Beat Loniless.  L@s asistentes mostraron más interés, como es normal, en sus temas más conocidos, como la esperada Everything Zen, con la que dieron comienzo, Machinehead o Identity. Con un gran frontman, Gavin Rossdale, que mantuvo la conexión con el público en todo momento, un guitarrista como Chris Traynor, que demostró maestría y un gran nivel, Corey Britz al bajo, quizá el más estático del cuarteto, y un gran trabajo por parte de Nik Hughes a la batería, no deja de ser una de esas bandas que no tuvieron ni la suerte ni el reconocimiento que deberían haber tenido en su momento. Pero ahí siguen, ofreciendo shows como este en su nueva visita a Madrid. A la cual dieron carpetazo con More Than Machines y Flowers On A Grave.





Como es normal, Vistalegre se llenó de un público ansioso por volver a disfrutar de un show de Volbeat. Dejaron caer el enorme telón que ocultaba el escenario al son de The Devil's Bleeding Crown que engancharon sin freno con Lola Montez. Un inicio de concierto que puso a todo dios eufórico. A continuación, el cantante y guitarrista Michael Poulsen, se arrancó con Ring Of Fire, de Johnny Cash, para la cual pidió colaboración al público que, todo sea dicho, no respondió como él esperaba, algo que solucionaron echando la vista atrás con Sad Man's Tongue, tema de su segundo trabajo en estudio. Para cuando llegó el turno a la primera canción de su último trabajo, Demonic Depression, tanto el frontman como el bajista Kaspar Boye Larsen y el nuevo guitarra Flemming C. Lund, ya se habían recorrido la pasarela y el escenario de una punta a la otra.





Continuaron con Fallen hasta llegar a otro de sus grandes hits, Shotgun Blues, que, como era de esperar, obtuvo un gran recibimiento por parte de l@s presentes. Nos volvieron a recordar que venían a presentar su reciente disco, God Of Angels Trust, con la interpretación de un nuevo tema del mismo, In the Barn of the Goat Giving Birth to Satan's Spawn in a Dying World of Doom, que fue presentada por Poulsen aprovechando para quitarle hierro a las maldades que le asignan a propio demonio y asignárselas a algunos de los dirigentes mundiales. Siguieron con By A Monster's Hand, también de su nuevo redondo. Un tema rápido, corto y directo donde Lund tomó cierto protagonismo junto al toque bestial de Jon Larsen a la batería.



El comienzo de Heaven Nor Hell, con esos contratiempos y ritmos, nos devolvió a los antiguos tiempos de la banda, sin ser conscientes de que estábamos atravesando el ecuador del concierto. De aquí en adelante el show se convirtió en una cascada de trallazos que tuvieron como primer cañonazo la bien recibida The Devil Rages On, uno de mis temas favoritos del grupo. Y luego todo el mundo a saltar y bailar con Die To Live, poco menos de tres minutos donde se sudó de lo lindo. Un poco de respiro con otro tema de los nuevos, Time Will Heal, muy bien recibido, antes de afrontar otro de sus ya clásicos, Black Rose, con enorme respuesta de la asistencia.



La temperatura continuó en ascenso con Seal The Deal y la siempre más que coreada For Evigt. Una apuesta segura, a pesar de que much@s no tengamos ni idea de danés. Poco nos importa, la verdad, cuando esa conexión entre banda y público llega a topes como los que se alcanzan con este tema. La contundencia de Still Counting fue la antesala de un cerrojazo que llegó con A Warrior's Call, donde los gritos de: «Fight, fight, fight», hicieron temblar el recito, unida sin parar a Pool Of Booze, Booze, Booza, un corte de su primer disco como cierre definitivo.




No voy a decir que no me gustó Volbeat porque mentiría si lo hiciera, pero, como ya he señalado, su concierto se me hizo excesivamente corto en comparación con otros anteriores. Eso sí, la entrega de Larsen, por un lado, y de Puolsen, por otro, es del todo admirable. Al nuevo guitarra, a mi entender, aún le falta un poco de rodaje encima del escenario, algo que, seguro, tendrá de aquí a nada. Y Lund, como buen batería, es la base de todo el compendio, brutal. Espero volver a disfrutar de los daneses en alguno de los festivales veraniegos. Seguro que en otro entorno la montan mucho más gorda que en Vistalegre. Como anécdota, si se puede llamar así, algo que pudimos apreciar desde la grada. Durante uno de los escasos y con poca representación de los pogos que se montaron, algunos de seguridad se fueron rápidamente hacia l@s integrantes del mismo con la intención de pararlo pensando que se estaban peleando. Ver para creer.



jueves, 23 de octubre de 2025

Salvador Vaquero Montesino: "Mons Fragorum"

 





Mons Fragorum es la segunda obra que leo de Salvador Vaquero Montesino, mi querido compañero de tertulia y andanzas literarias. Después de El Corregidor, acerca de los desafíos que debe asumir el joven licenciado en leyes Julián Navarro a su llegada a Badajoz durante la Guerra de Restauración, llega a mis manos este libro que lleva por título la nominación latina de Monfragüe.





Salvador es natural de Plasencia. Licenciado en Derecho por la Universidad de Extremadura y diplomado en Gestión Inmobiliaria por el Instituto Europeo de Formación Empresarial Superior, ha sido redactor del diario Extremadura y corresponsal de ABC. Tiene en su haber más de cuarenta premios literarios, como el del V certamen Hispano-Luso de Novela Corta «José Antonio de Saravia 2004», el del XII Certamen Literario «La Cárcel» del Ayuntamiento de Totana (Murcia) o el del XIII Concurso de Cuentos sobre Ecología y Medio Ambiente del Ayuntamiento de San Adrián (Navarra). A todo esto, hay que sumar su labor como abogado y como director de Tiempo Libre. Y yo, personalmente, resaltaría sus microrrelatos, de gran calidad e ingenio.





Una vez dedicado el libro a un grande del ecologismo como es Jesús Garzón Heydt, la obra que nos concierne echa a andar con la aparición del cadáver de un buitre negro en las inmediaciones del Salto del Gitano, en el corazón de Monfragüe. Este hecho hará saltar las alarmas de todas las autoridades del Parque Nacional y sus guardias forestales, así como de algunas locales y regionales. Al frente del caso se pondrá la sargento de la Guardia Civil Puerto Granados, con la ayuda del agente Abos. Tendrá por delante la difícil misión de desenredar esta madeja o aclarar esta jaula de grillos, como denominan a todo este embrollo alguno de los personajes que pueblan estas páginas.





Durante varios meses seguirán apareciendo más cadáveres de habitantes del Parque, meloncillos, buitres leonados, zorros y algún águila imperial, al tiempo que todo se va enturbiando. Al igual que en cualquier buena novela policiaca o thriller, existen intereses dispares a la hora de pretender envenenar a estos animales, desde la prohibición de caza en Monfragüe hasta la paralización de unas obras por diferencias en el material usado en las mismas o el negocio de las casas rurales. Para deshacer toda esta maraña de asuntos, personajes mafiosos, inmigrantes explotados, relaciones sentimentales con resentimientos o despistes que ocultan la posible culpabilidad de antiguos amigos de lucha ecologista, Puerto va a meter el cuello hasta el fondo de este barrizal, poniendo, incluso, en peligro sus relaciones laborales, su puesto y su sueldo. Como suele ocurrir en estos casos, la autoría de los hechos será de aquel que menos te esperas. Algo que deberéis descubrir vosotr@s con la lectura de la obra.






Ahora bien, este libro no solo bebe de la trama antes referida. Si hay algo destacable en sus párrafos es la labor que Salvador lleva a cabo a la hora de hablar de la historia del Parque Nacional, de las luchas por su creación o de la razón por la que ciertos emplazamientos del mismo o pueblos de sus cercanías reciben el nombre que tienen. A esto hay que añadir todo lo relativo a los lugares de Plasencia por los que pasea la sargento Granados, siempre en compañía de su perro Truco, en sus momentos de angustia, por la relación con su hijo adolescente Carlos o por la situación con respecto al COVID que viven sus progenitores. Las explicaciones recibidas desde el Centro de Recuperación de fauna y Educación Ambiental «Los Hornos», de Sierra de Fuentes acera del tipo de veneno usado en los crímenes, el ardicarb, o las de ciertas costumbres de las aves por parte de la Asociación Amus, de Villafranca de los Barros, serán fundamentales en la investigación. Las relaciones sentimentales, anteriores y actuales, de Prado terminarán de conformar la argamasa con la que el autor moldea esta novela, donde nadie es quien parece ser ni los intereses son tan dignos de odio o elogio como aquell@s que los defienden.





Si eres un/a amante de la naturaleza y te indignan los abusos con los que el ser humano le «agasaja», como es el caso del que suscribe estos párrafos, ataques que a tod@s nos afectan y que muchas veces ocurren a la puerta de nuestra casa, no puedes dejar de leer Mons Fragorum. Enhorabuena, Salva, por este nuevo libro. Como en otras ocasiones, ha sido todo un placer aprender con tu lectura.