viernes, 13 de diciembre de 2013

Aitor Saraiba: "Nada Más Importa"





Conozco a Aitor desde hace ya tiempo por su asistencia a las distintas ediciones del Rock/Bear pero, para ser sincero, nuestra relación se ha hecho más cercana durante este año. Coincidimos en el pasado Leyendas Del Rock así como en la presentación de este su último trabajo en Cáceres y acabamos en la We Rock, una discoteca Heavy de Madrid, cantando Metallica, Barricada o Judas Priest hasta desgañitarnos una vez finalizada la última edición del ya mencionado Rock/Bear. Ahora bien, lo que he sentido una vez leído este libro suyo es que lo conozco de toda la vida. No digo esto por las cosas que cuenta en él sino, más bien, por la cantidad de cosas que conozco que cuenta.





Este “Nada Más Importa” me ha resultado totalmente entrañable. Cuando digo entrañable no me refiere al punto cursi, meloso o romántico del término, me refiero a que está hecho desde las entrañas, sus entrañas. Cada cual tenemos un hilo conductor, o varios, a la hora de narrar nuestra existencia. El hecho de que Aitor haya elegido a la banda norteamericana Metallica puede resultar exótico pero los y las que sabemos de qué va esto de que te mole un grupo de Rock, Heavy, Punk o aledaños le entendemos perfectamente. A mí me pasó con AC/DC. Cuando tuve oportunidad de ir a verlos a Inglaterra no fui porque se me metió en la cabeza que no los vería hasta que no volvieran a pasar por aquí y así lo hice. Esto fue en Barcelona, en 1991, en el Monster Of Rock de ese año. Vinieron acompañados de Legión, Tesla, los pobres se llevaron unos cuantos palos de los imbéciles de siempre, y… Metallica, la segunda vez que los veía. Para que veáis, no creo que se vuelvan a juntar en un mismo escenario, el mismo día, ofreciendo sus respectivos conciertos dos de los grandes del género. Cosas que tienen los sueños cuando se hacen realidad.





El tema de los sueños es algo que se trata bastante en esta obra. Algunos llegan  a hacerse realidad y siguen teniendo su impulso primigenio, como es el caso de seguir yendo a conciertos de tu grupo preferido, otros se desvanecen y otros han sido o son pesadillas. Pero si algo resalta en “Nada Más Importa” es la realidad de los hechos que  Aitor nos cuenta. Está claro que es su propia realidad pero, como ocurre en muchos casos, esta es totalmente extrapolable a otras realidades ajenas a él. Ese es el punto álgido de la obra, la empatía que llega a surgir entre el autor y lectores con vivencias similares, entre los que me cuento. Sin entrar en comparaciones, para todo gay, lesbiana o transexual el paso por la adolescencia no suele ser un camino de rosas. Empiezas a descubrir, de una vez por todas, tu sexualidad a la vez que tienes que ocultarla, siempre que sea posible, si no quieres ser víctima de insultos o agresiones. Es ahí donde aparecen esos monstruos de los que habla Aitor. A pesar de todo tú necesitas contárselo a alguien. Cualquier persona que te ofrezca la más mínima confianza puede ser la elegida, otra cosa es dar ese paso. Una vez dado, todo irá mejor, que no sobre ruedas. Por cierto, mi madre me dijo lo mismo cuando se lo conté. Si a todo esto le sumas que te mola uno de los estilos musicales donde, no nos engañemos, el machismo ha cabalgado a sus anchas, la historia se multiplica. A pesar de ello, tú no puedes renunciar a la música que más te gusta del mundo porque la siente como parte de tu propia personalidad. Te vas tragando comentarios de aquí, que las chicas te entren y las tengas que rechazar o, lo que es peor, hacerlas caso para luego nada, o que tus colegas vayan teniendo pareja y tú ná de ná. Hasta que llega el momento en que explotas por mil razones y todo se ve diferente porque comprendes que el Rock significa mucho más de lo que pensabas, que tú, por muy marica que seas, eres tan rockero como el primero y que si quieren oír comentarios al respecto que empiecen escuchando muchas de las canciones de otros tantos de grupos donde lo que más se te exige es que seas tú mismo.




Pero no solo de Metallica vive “Nada Más Importa”. Me gusta porque es instructivo, con él he descubierto poetas y escritores que no conocía y a los que, con toda seguridad, tendré en adelante muy en cuenta. Me ha hecho viajar, como los buenos libros, a lugares donde nunca he estado, ni siquiera sé si estaré alguna vez, y me ha hablado de gente cercana, a algunos los conozco y a otros los acabo de conocer. El dolor de la pérdida de alguien próximo a ti está expresado en sus páginas de manera desgarradora haciéndote partícipe de ello, siempre que hayas pasado por una experiencia parecida. Todo esto y más es lo que encontraréis en sus episodios. Todo aliñado con una serie de dibujos “marca de la casa” que hacen del libro eso, algo totalmente entrañable.




Mientras escribo este artículo estoy escuchando el último disco en directo de A Perfect Circle, una de las bandas de la saga Tool, uno de esos grupos que o te molan hasta la muerte o los odias con igual intensidad. Yo, evidentemente, soy de los primeros. Puede que haya sido casualidad, a veces dudo tanto de esta manida palabra, pero me acabo de dar cuenta que este libro es de los pocos que son para mí un círculo perfecto pues no recuerdo tener otro que empiece con una dedicatoria del autor y acabe con lo mismo. Lo digo por lo de los Heavys maricas. ¡Enhorabuena, Aitor! Espero que tengas mucho éxito con este y todos los trabajos que vengan después. Ya lo comentaremos más detenidamente en persona.






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