martes, 6 de diciembre de 2011

¿En Italia Son Todos Machos?




Muchas veces he escuchado, y sigo escuchando, que los cómics son sólo para niños, que son para hacerte reír, que hay gente que leía cómics pero luego dejaron de hacerlo o que si los lees a los cuarenta y cuatro años es que nos ha madurado. Pues a todos aquellos que opinan esto sobre los cómics les pondría delante de las narices obras como la de Luca De Santi y Sara Colaone.




En este caso sí que pediría que este tipo de publicaciones estuviera en no sé qué curso de la escuela pero que estuviera. Empezamos a tener contacto con el tema de la guerra desde muy pequeñitos en nuestra educación. Estudiamos batallas, vencedores, vencidos, nombres de reyes y reinas o epopeyas de grandes aventureros y no tan grandes conquistadores. Pero siempre se quedan en el tintero el sufrimiento de la población o la represión hacia ciertas personas por el simple hecho ser lo que son, sin más.

Este cómic, a pesar de tocar el tema que toca, no es algo trágico ni dramático. Tiene su punto humorístico, humano y de contraste de sentimientos. Sabía por otros libros, y cómics, acerca de la represión tanto de Hitler como de Franco hacia la comunidad homosexual en Europa. Famosas son las estrellas rosas de los campos de exterminio y trabajos forzados o las declaraciones de gays que sufrieron la cárcel, entre las que estaba la de Badajoz, por la ley de vagos y maleantes franquista. Esta obra ha sido mi primer contacto con esa misma represión pero durante el mandato de Mussolini en Italia. Durante ese tiempo, entre 1938 y 1943, muchos homosexuales italianos fueron exiliados a las islas Tremiti. De eso es de lo que nos hablan Luca y Sara a través de la entrevista que dos periodistas hacen a uno de los supervivientes que aún quedan de aquella barbarie, Antonio Angelicola, alias Ninnella.



Hay que seguir sacando a la luz todo este tipo de injusticias que los historiadores insisten en tener guardadas en cajones con siete llaves. Cuando hablo de injusticias no solo me refiero a las que se hayan cometido con la comunidad homosexual durante su largo camino de espinas, también es necesario sacar las que recibieron las mujeres, los pueblos nativos, la propia naturaleza o cualquiera de los individuos que conforman o han conformado la humanidad. En este caso ha vuelto a ser el cómic el que ha sacado un tema caliente a la luz. Algo de lo que no hablar, algo que olvidar. Es por eso que cuando se juntan la pasión `por este tipo de publicaciones con la denuncia siempre llego a la misma conclusión: “Esta obra debería estar en todas las bibliotecas del mundo.” Es entonces cuando me convenzo de que el cómic es algo más serio y comprometido de lo que muchos y muchas creen.



Solo desearía que este tipo de cosas no volvieran a ocurrir nunca más pero mientras sigan sucediendo es nuestra responsabilidad denunciarlas y si son ya pasadas, como es el caso, romper el candado del cajón y sacarlas de él para airearlas a los cuatro vientos guste a quien guste y le joda a quien le joda porque si son parte de nuestra historia nunca deben ser olvidadas.

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