Much@s se sorprenderán de esta entrada en mi blog, pero para
sorpresa, y de las gordas, el concierto del pasado viernes, 4 de Mayo, de
Rozalén en el Gran Teatro de Cáceres. Nunca he sido alguien cerrado a otros
tipos de música que no fuera el Rock. Es más, quizá eso sea algo que me ha
gustado de siempre, el saber y conocer a otros artistas que poco o nada tienen
que ver con este estilo y sentir que me fascinan. Esto también me ha llevado a tener
más de una y cien discusiones o críticas por parte de aquell@s que adoran a esa
falsa y manida diosa llamada Autenticidad. ¡¡Y yo preocupao!!
Descubrí a Rozalén en
uno de esos programas televisivos donde los participantes imitan a otros
artistas del mundo de la música. Fue verla, escuchar aquel tema y notar que
esta mujer tenía un no sé qué que me gustaba. Después de oír sus discos y verla
en directo os puedo asegurar que son muchas las cosas que entran dentro de ese
“me gustaba”. Empezando por el volver a retomar esa atracción musical que he
tenido desde pequeño por l@s cantautores, “cansautores, como dice la propia
Rozalén. Hacía tiempo que no me reconciliaba con esa parte de mí que se
ensancha con las canciones de Víctor Jara, Paco Ibáñez, Violeta Parra,
Quilapayún, Javier Krahe o Labordeta, entre otr@s, y esta albaceteña, curioso
que la banda que más me gusta del Metal de los últimos años, Ángelus Apátrida,
también proceda de esas tierras, ha conseguido eso y mucho más.
Con las entradas agotadas desde hacía días se subió Rozalén a
las tablas del mítico espacio cacereño para ofrecernos un show cargado de
emotividad, buen rollo, simpatía y actitud a partes iguales. Una vez terminada
la interpretación de “La Puerta Violeta”, y de dejar claro que el feminismo es
igualdad, que lo contrario es machismo o hembrismo, nos dice que nos sintamos
como si estuviéramos en la habitación de nuestra casa. Nada más apropiado para
que su concierto sea algo cercano. Es verdad que en sus primeras canciones su
voz estaba algo fría y los graves se le iban un poco de tono, pero al tercer
tema este asunto quedó totalmente solventado demostrando que tiene un don de
voz especial. Nos hizo reír con las dedicatorias, unas anteriores a sus
canciones, otras posteriores, nos contó el origen de canciones como “El Hijo De
La Abuela”, “La Que Baila Para Ti” o “Justo”. Hizo subir al escenario a un
número considerable de niñ@s para que interpretar “Las Hadas Existen”. Se hizo
acompañar de Fetén Fetén sumando puntos a esos musicazos que la acompañan entre
los que destaca precisamente la que no toca ningún instrumento, pero forma
parte esencial del concierto, Bea y su comunicación con signos, tremendos los
instantes que te hace vivir esta mujer. Tienen cabida anécdotas de su carrera
como la que le llevaron a componer “Antes De Verte” y nos hace saltar las lágrimas
con “Amor Prohibido”. Aún se me pone el vello de punta recordándola. Para
aquell@s para l@s que la sociedad aún ve en nuestro amor o forma de amar como
algo prohibido, antinatural y mil vacaburradas más, esta canción supera con
creces lo especial. Uno de esos temas que cuando tienes que afrontar una de las
miles de crisis sentimentales que te encuentras en el largo camino de la vida te
hace reflexionar y ver que la otra persona que tienes al lado vale mucho la
pena.
También rindió homenaje a es@s cantautores que han influido
en su carrera como Violeta Parra, “Volver A Los 17”, Luís Eduardo Aute, “La
Belleza” y no se cortó en hacer su propia versión de un clásico popular
latinoamericano como es “La Llorona”. El concierto trascurría sin darnos cuenta
de que tarde o temprano llegaría a su final.
Un público tan ensimismado como variado no es consciente ni tiene ganas
de que esto ocurra nunca. Con la sala entera en pie cantando “Girasoles”, y
Rozalén bandurria en mano, despedimos a una mujer que dio todo lo que se puede
dar encima de un escenario. Lo hizo con todos los temas que he nombrado y otros
como “Dragón Rojo”, “Vuelves”, su archiconocido “80 Veces” o ese “Vivir” en su
ayuda contra el cáncer de mama escrita con fragmentos de experiencias de
mujeres que han pasado o pasan por esa maldita enfermedad.
Gracias, muchas
gracias a Rozalén y sus músicos por su concierto, por hacernos olvidar durante
casi dos horas y media tristezas y males y, sobre todo, por hacerse querer como
ella sola sabe hacer porque estas cosas no las consigue cualquiera. ¡¡A seguir
así y mucha suerte, hermana!!
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