miércoles, 4 de octubre de 2017

Insumisión, Viente Años Después








La Insumisión ha sido la última gran revolución acontecida en el Estado español. Si tenemos en cuenta que cualquier revolución no nace de la nada, más bien se cocina lentamente a base de ingredientes como la represión, la injusticia y la muerte, ésta tuvo una trayectoria bien larga que duró más de un siglo. El descontento del Pueblo con su Ejército germinó con la pérdida de las últimas colonias de Ultramar en 1898. Luego vinieron ciertos acontecimientos claves para que ese sentimiento creciera exponencialmente como la Guerra de Marruecos, la Guerra Civil y la dilatada dictadura de “Paquito Rana”. Para cuando este personaje se fue a la tumba el árbol del sentimiento antimilitarista en este Estado ya había echado muchas ramas y comenzaban a avistarse sus primeras flores. Flores que se convirtieron en frutos llamados Objeción de Conciencia e Insumisión. Luego el fruto maduró, algun@s comimos de él, otr@s lo pisotearon y much@s más, como pasa siempre en estos casos, se valieron del mismo para fines personales. Nada que no haya ocurrido con cualquier otra revolución.




La Insumisión fue un movimiento, sobre todo, antimilitarista con bastante arraigo social. Tuvo su propia música, de mil etiquetas y colores, literatura, pintura, escultura, debate social y político y, como hecho destacable, fue algo que nació del Pueblo para romper con otro algo que venía de las esferas del Poder, nada más y nada menos que el Ejército. De ahí que la defina como revolución ya que, como todas las acontecidas en este, y otros, territorio, una vez conseguido uno de sus mayores fines, que no el principal, ese mismo Poder la engulló y la tachó del mapa de tal manera que ahora suena como un eco lejano en los anales de la Historia. ¿Y por qué sucedió esto? Pues porque un gobierno que presumía de venir a cambiar este Estado estuvo cambiando durante más de una década. Sí que cambió, sí, tanto que nos metió en la OTAN, se corrompieron como todos y trocaron la pana en chaquetas de diseño y corbatas. Bueno, hasta aquí nada especial, o diferente, pero siguió sin escuchar al Pueblo mientras tenía en sus manos el as que ganaba la baza. Su opción fue no utilizarlo. Prefirió seguir pidiendo cartas hasta que ya no le cupieron en las manos y se desmoronó su castillo de naipes. Y en esto que llegó el listo de turno con su bigote ancestral y una sonrisa propia de timador de feria. Echó cuentas y vio que aquello no cuadraba, que tanta sota no pegaba con tanto siete y que tanto trébol no pintaba nada con los rombos. Y helo aquí propagando con vítores y trompetas un nuevo ejército profesional, cerrando cuarteles por doquier, vendiéndoselos a las inmobiliarias de sus adept@s y empavonándose de pasar a la Historia como el que acabó con la sufrida “mili”. Pues sí, curiosidades de esa Historia, la derecha más rancia de este Estado acabó de un plumazo, y por razones de bolsillo, con todo un movimiento social como la Insumisión. Después quedó demostrado que lo del Antimilitarismo, la Paz y demás, como era de suponer, les importaba una mierda tan grande como sus mentiras y acabó metiéndonos de lleno en una guerra con consecuencias nefastas, como todas las guerras. Y la Sociedad siguió su curso, y pensó que habían triunfado, y qué bien que ya no hay “mili” y, al final, se olvidó de cómo llegó hasta aquí y comenzaron a cometer los mismos, y actuales, errores contra los que había luchado. Mientras, como siempre, el bigotitos, luego el cara de cómico y ahora el barbas éste que parece que nunca ha roto un plato y se come hasta los tenedores atravesados, acompañados por vari@s arrimaos de distinta índole, sacaron su goma de borrar revoluciones y a otra cosa butterfly.




El 6 de Octubre de 2017 se cumplen veinte años de mi ingreso en prisión por el “delito” de Insumisión. Y no, no voy a hablaros del morboseo ese en plan batallita que tanto les mola a much@s sobre: “¿Qué tal lo pasaste en el talego?, ¿Es verdad que te dan por culo?, ¿Qué tal la comida allí?, ¿Y el tema de la droga… cómo se vive?” Qué va, esas preguntas peliculeras son tan manidas y fuera de lugar que sólo tienen una respuesta: “Si tanto te interesa saberlo… date una vuelta por allí y lo compruebas por ti mism@.” No, este asunto de la Insumisión no tiene que ver exclusivamente con la cárcel. Va mucho más allá, siempre estuvo más allá.




Dos décadas que se suman a otras de lucha, sudores y muertes de much@s que estuvieron antes que nosotr@s allanándonos el camino ante pelotones de fusilamiento, torturas, tiros por la espalda al salir de una trinchera, zulos donde sobrevivir como animales y todas esas maneras que han tenido, y tienen, los ejércitos de tratar a l@s desertores y desertoras. Pensasteis que el fin último de la Insumisión era acabar con la "mili" y que, por tanto, una vez conseguido ese objetivo, todo se había logrado y solucionado. Pues desde ya os digo que no os enterasteis de nada. Pero, claro, continuáis tan enfrascados en seguir ondeando banderas, patrias y naciones que es normal que prosigáis poniéndoos frente a frente para comprobar quién es el que mea más lejos, la que tiene las tetas más gordas o l@s que son más auténticos por considerarse defensores de esas banderas, patrias y naciones. ¿Mientras tanto qué habéis hecho? Habéis creado, o intentáis crear, más países con sus ejércitos, sus gobiernos de distinta condición, pero de igual olor a mierda, sus fronteras vigiladas por l@s mism@s que te expenderán, o no, un pasaporte y su corte de corrupt@s, ricachuel@s y explotadores. Todo bajo las alas de ese gran término al que llamáis Democracia.




Algo que también habéis hecho, durante ya no estos veinte sino muchos cientos de años, es seguir sin escucharnos. Con calificarnos como idealistas, utópic@s, soñadores y soñadoras, radicales, cobardes o irresponsables lo habéis resuelto todo. ¿Sabéis que hay dos de esos calificativos que siempre me hicieron mucha gracia? Pues sí, me parto de risa cada vez que nos llamáis hippies. ¡Buen intento de definición! En serio, con éste os salís de largo del trazado. El otro, el de víctima, me produjo siempre otro tipo de risa, más de rabia que de otra cosa. ¿De veras creéis que aquell@s que desertaron, desertan o desertarán arriesgando sus vidas, muchas veces también las de sus seres queridos, por no seguir formando parte de esa maquinaria que es la realmente culpable de crear víctimas lo son? ¿O son más bien personas que con sus actos se comprometen a parar esta escala de violencia que vosotr@s subís un peldaño cada vez que cogéis un arma, del tipo que sea, para defender vuestras identidades patrióticas varias in the night?





Nos tomasteis por florecillas del campo en plan guay sin atreveros por un instante a mirar hacia la copa de los árboles. Seguís creyendo que la Utopía y los sueños son algo ilusorio, irrisorio, y de mentes que viven en otro Mundo. De este modo continuáis pisoteando a la Esperanza. Queréis pasar a la Historia sin aprender de ella. Pretendéis ir de salvadores sin tener en cuenta todos los errores que vuestras ideas han cometido, y cometen. Si tantos os van los libros para seguir unas directrices religiosas, jurídicas o políticas… ¿Por qué no os paráis a leer algunos de Historia? ¿No os interesaría saber esto o lo otro antes de acabar actuando como éstos o los otros? “¡Qué va! ¡Eso no mola! No mola porque lo mío va de otro rollo. ¿Cómo voy yo a cometer los mismos errores que ciertos reyes y reinas, dictadores, usurpadores o culos calientes del Poder? No, hombre, lo mío va de otro palo.” Y palos es lo que seguís dando a la gente que no nos interesan vuestros trapos tan coloridos e identificativos, que pasamos de entrar en vuestro juego militar desfilando en vuestros bandos y que lo único que pedimos, desde hace muuucho tiempo, es que nos dejéis vivir en paz, tranquil@s, con nuestras penas y alegrías y, sobre todo, intentando hacer el menos mal posible al vecin@. Pero no, ¿cómo vais vosotr@s a dejar en Paz a nadie si no entendéis, no utilizáis, no sentís, ni comprendéis tan extraordinario término?



Seguìs alimentando vuestros odios, vuestras violencias y autenticidades, pero recordad que, al igual que pasó en los millones de conflictos de esa Historia que os negáis a repasar, nosotr@s, los desertores y desertoras, formaremos siempre parte del espectáculo y no lo haremos como público, para eso ya tenéis a una caterva de fieles que, por desgracia, os seguirán hasta el fin. Lo haremos, lo hacemos, lo hicimos, como parte activa de este asunto, como la alternativa que nunca quisisteis tomar como tal. Arriesgaremos nuestras existencias por eso que calumniáis como Utopía. Mientras vuestras bombas, porras, muros y rifles construyen una cordillera de escombros, ésta seguirá oculta en el corazón de mujeres y hombres que no necesitarán de vosotr@s para descubrirla, simplemente brotará de manera natural dentro de ell@s para volver a gritaros que éste no es el camino, que nunca lo ha sido, y que si vosotr@s queréis recorrerlo… adelante, pero no contéis con nosotr@s. Da igual que volváis a encarcelarnos, torturarnos o asesinarnos. Vamos a seguir aquí porque somos parte del conflicto y en vuestras manos está, siempre lo ha estado, acabar con él.



Hace mucho tiempo, siendo un niño con apenas cinco años, una mujer, de esas que definen por ahí como “analfabeta” por no saber leer ni escribir, me dijo una de las mayores, si no la mayor, verdades de mi vida: “Hijo mío, no te preocupes, pues en esta vida te van a llamar de todo.” Y claro que me han llamado y me llaman de todo, tanto l@s de un lado de la frontera como l@s del otro, tanto l@s defensores de unas “libertades” como l@s represores de las mismas. Eso sí, nunca os preguntasteis cómo me llamo yo. Pues bien, después de veinte años, os lo digo alto y claro: sigo siendo un desertor, un insumiso, uno del otro bando que no es ninguno de los vuestros, un borrador de fronteras, uno que tiene la ilusión de que algún día seáis tan list@s como presumís y optéis por otro tipo de país, territorio, nación, bien distinto al que habéis construido o queréis construir, defender o de los que os va la vida en ello. Mientras tanto seguiremos siendo el grano en vuestros culos de cuerpos uniformados y uniformes, seguiremos recorriendo, paso a paso, sin prisa, pero sin pausa, el camino que siempre elegimos, seguiremos bebiendo del caldero de la mejor poción: la INSUMISIÓN.




No hay comentarios:

Publicar un comentario