Le relectura de este verano se ha centrado en uno de los
libros que más impacto me ha creado, tanto ahora como las anteriores veces que
lo leí. Si la guerra siempre es algo cruel para el ser humano, cuando se trata
de cómo afecta a nuestr@s niñ@s, adolescentes y jóvenes crece en horror,
desesperación e incomprensión. Puede que estas sean las tres cosas que
encuentres en común en todos los relatos que leas en esta obra, edición de
Zlata Filipovic y Melanie Challenger. En ella, a pesar de la diferencia en
tiempo entre la 1ª Guerra Mundial y la Guerra de Irak, comprobarás cómo los
conflictos, las armas, los países y las razones para acabar en combate pueden
ser de distinta índole, pero el resultado y la mella que crean entre l@s
menores son muy parecidos. A continuación, haré un repaso de l@s distinto@s
protagonistas de esta obra que, utilizando el siempre impactante método
literario del diario, te dejan perplejo con sus experiencias.
En lo referente a las dos mujeres que nos presentan esta
recopilación de partes de los diarios de l@s integrantes de estas páginas os
diré que Melanie Challenger es una letrista y escritora que pasó un tiempo de
su vida en la Antártida donde fue artista invitada por la organización “Año
Polar Internacional”. A parte de esto, ha hecho una adaptación del diario de
Ana Frank, es directora del New York's Harold Clurman Center For Poetry y ayudó
a Zlata Filipovic, protagonista y recopiladora de este volumen, de la que
hablaremos más adelante, en su diario.
Este libro se abre con la experiencia de una niña, llamada Piete
Kuhr, durante la 1ª Guerra Mundial. Recalcaré que todo lo que vais a leer en
esta obra son extractos, en general, de los diarios de cada un@ de sus
protagonistas. Piete nació en Berlín en 1902, hija de la directora de una
escuela de canto en la capital germana, pasó su infancia en la ciudad de Schneidemühl
en compañía de su abuela. Llegado el verano de 1914 Europa entra en una de las
contiendas sin precedentes en muerte, crueldad y desastres. Ella va reflejando
en su diario el desencanto, tanto personal como general, que la población
alemana va sufriendo ante un enfrentamiento que se preveía corto y que se
alargó mucho más de lo esperado. La comida empezó a escasear a los dos años de
guerra algo que llevó a la población directamente al extremo de sus compromisos
patrióticos. Las continuas derrotas alemanas por parte de los aliados se
plasman mezcla de hartazgo y miedo en los días de Piete. Así hasta llegar a
Noviembre de 1918, cuando Alemania acepta las condiciones que se reflejan en el
armisticio previo al final del conflicto. Piete, una vez terminó todo, cumplió
su sueño de convertirse en bailarina, pero tuvo que exiliarse a Suiza desde su
país durante la 2ª Guerra Mundial por estar casada con judío, después de que
los nazis le “pidieran” que bailase para ell@s. Allí trabajó ayudando a l@s
refugiad@s. Tremendo comienzo que te pone sobre aviso de lo que te vas a
encontrar de aquí en adelante en estos párrafos escritos durante distintos días
en diferentes diarios.
Nina Kosterina nació en 1921, hija de un periodista afín a
los bolcheviques, en sus memorias nos cuenta cómo va cambiando su país después
del ascenso al poder de Stalin y la llegada de la inminente contienda mundial.
Su padre fue un “desaparecido” más de esa “gran purga” que el dictador ruso
llevó a cabo durante todo su mandato, mucho más intensa en los primeros años
del mismo. Ella, como “buena ciudadana” ingresa en la Liga Comunista Juvenil participará en la contraofensiva ante los nazis en la defensa de Moscú
mientras se sigue preguntando cómo su padre, que había defendido los ideales
revolucionarias, puede ser considerado como un traidor. Al final acabará
alistándose en el Ejército Rojo y engrosará la terrible cifra de los 15
millones de civiles y soldados rusos que perdieron la vida durante la guerra. De las entradas en su diario destacaría, por un lado, la evolución
del trato por parte de l@s demás niñ@s en la escuela y el barrio cuando se hace
pública la “desaparición” de su progenitor, así como el sentimiento de culpa,
mezclado con esa supuesta responsabilidad, que la llevan al frente con el
consabido desenlace.
Inge Pollak es una niña judía austriaca durante la 2ª Guerra
Mundial. Entrará a formar parte del programa Kindertransport que consistió en
sacar a niñ@s del país con distintos destinos europeos. Ella y su hermana
acabarán siendo acogidas por una familia en la ciudad inglesa de Cornwall. Como
muchos de es@s niñ@s, sueña con volver a reunirse con sus padres y abuelos
mientras escribe su día a día en unas páginas salpicadas de peleas, mal
comportamiento y algún que otro momento de alegría y de euforia. Sólo conseguirá
volver a ver a su padre. Con este relato entras en una nueva etapa de la obra
donde irás descubriendo ciertos pasajes que puedes que, al igual que yo,
desconocieras con antelación. Me refiero, en este caso, a los más de 10.000
niñ@s que salvaron su vida gracias al programa de evacuación mencionado
anteriormente. Inge, para escribir su diario, cambiará su nombre por Inga para
evitar malas pronunciaciones, algo que le saca de quicio continuamente.
Finalmente se publicará su diario con el título: “Mi Querido Diario” y bajo
el pseudónimo de Ingrid Jacoby.
Los casos de William Wilson y Hans Stauder son unos delos más
impactantes de esta obra. Ambos son dos jóvenes soldados, el primero
neozelandés y el segundo alemán, que, sin conocerse personalmente, participarán
en las terribles batallas llevadas a cabo por sus países en el norte de África
durante la 2ª Guerra Mundial. Lo tremendo de esta historia es que el primero,
William, muere en acción durante el combate de Sidi Azeiz, en 1941. Hasta ese
momento va reflejando sus vivencias y sus pasos por distintos lugares en las
páginas de su diario. Hans descubre dicho diario y, sin saber inglés, lo
continua con su propias experiencias y reflexiones. Un cruce de historias
realmente brutal que acabará cuando Hans envía en 1999, después de conocer que
su primer autor había muerto, dicho diario completo a Nueva Zelanda con la
intención de que el gobierno de este país se lo entregue a cualquiera de los
familiares vivos de William. No os contaré mucho más del asunto porque creo que
con esto tenéis suficiente para pensar en el mismo. Dos jóvenes de distintas
nacionalidades viviendo bajo el mismo horror.
La 2ª Guerra Mundial, como es bien sabido, tuvo otro de sus
terribles apartados en el Pacífico donde, sobre todo, norteamericanos y
japoneses llevaron a cabo algunos de los episodios más atroces de la contienda.
Sheila Allan en una joven de Singapur de madre malaya y padre australiano que
acabará, junto a otr@s 2.000 prisioner@s, en los barracones de la prisión de
Changi. Es aquí donde comenzará a escribir su diario reflejando la evolución
del trato de los japoneses hacia ell@s, llegando a tener que firmar un acta
donde ést@s prometían no fugarse, mientras iban sobreviviendo organizándose
como buenamente podían. La tragedia llegará con la muerte de su progenitor que
le hace jurar a Sheila que, en caso de sobrevivir, iría a vivir a Australia a donde él jamás regresaría. Puede que este diario sea uno de los que más me ha
impactado por atender a esa parte de la guerra que, a no ser por películas,
desconocía. Al final Sheila, una vez terminado el conflicto, conseguirá irse a
Australia y, posteriormente, participará, en 2004, con su testimonio en el
documental sobre la prisión de Changi titulado: “Sayonara Changi”.
Con Stanley Hayami entramos en uno de los episodios más
ocultos de la historia moderna de los Estados Unidos, los campos de
concentración para ciudadan@s de ascendencia japonesa residentes en dicho
territorio durante la 2ª Guerra Mundial. De esta forma fueron declarados
“personas peligrosas” por el Departamento de Estado y, con apenas 48 horas para
dejar sus hogares, tuvieron que firmar una declaración donde deberían estar
dispuestos a formar parte de las fuerzas armadas yanquis en caso de necesidad y
a jurar lealtad incondicional a los EE. UU. de América. Mientras esto ocurría, o
no, serían acinados en campos de concentración como el de Heart Mountain, donde
acabó Stanley con 17 años desde Agosto de 1942 hasta el cierre del mismo en
Noviembre de 1945. La poca atención médica, unida a las condiciones higiénicas
y de abastecimiento, que recibían l@s prisioner@s les llevó a much@sde ell@s a
la muerte dejando a l@s supervivientes con todo tipo de secuelas tanto físicas
como psicológicas. Tremendo testimonio por parte de un joven que acabaría
alistándose en el ejército que le había encarcelado y terminaría sus días en el
norte de Italia mientras intentaba ayudar a un compañero herido. Espeluznante
es quedarse corto con este diario.
Yitskhok Rudashevski y Clara Schwarz son un chico y una chica
judíos, el primero lituano y la segunda polaca, que acabarán teniendo finales
bien distintos durante la represión nazi en la 2ª Guerra Mundial. Mientras
Yitskhok, que residía en Vilnius, capital de Lituania, acabará en el gueto de
dicha ciudad, donde comenzará a escribir su diario y será uno de los
desafortunad@s asesinados por el ejército alemán, Clara sobrevivirá gracias a la
ayuda de una familia germana asentada en una propiedad arrebatada por sus
compatriotas a l@s polac@s. El diario de Yitskhok fue rescatado por uno de sus
primos que sobrevivió a la masacre de Vilnius. Clara escribe su diario entre
las estrecheces del refugio subterráneo que su familia de acogida ha fabricado
pare ella, su familia y algun@s judí@s más. El miedo se apodera de tod@s ell@s
cuando parte del ejército que los busca utilizan dicha casa como punto de
reunión. Al final tod@s l@s ocupantes del búnker consiguen sobrevivir y salvan
a la familia que los escondió durante años de ser acusados de colaboracionistas
con el bando nazi. ¿Os imagináis la angustia de sentir que quien te quiere
matar camina encima de tu cabeza con tan solo un suelo de separación?
Son tantas las historias que conocemos sobre la Guerra de
Vietnam que puede que los testimonios reflejados en el diario del portorriqueño
afincado en Nueva York, Ed Blanco, nos suenen hasta familiares. Él reflejará
sus cambios, miedos y actitudes hacia el “enemigo amarillo” con la mayor de las
naturalidades. Parece que esté contando una aventura en un parque temático
donde las bombas, los asesinatos de mujeres, ancian@s y niñ@s junto con las
drogas y el desencanto son las atracciones principales de su día a día. Otra
cosa es cómo lo tratarán una vez regrese a Estados Unidos.
Si el primer gran conflicto del siglo XX partió de los
Balcanes, el último tuvo el deshonroso privilegio de acabar en el mismo
espacio. Zlata Filipović, corecopilatoria y una de l@s protagonistas de este
libro, vivía feliz en su Sarajevo natal hasta que estalló esta terrible guerra. Tal vez sea uno de los diarios más atroces de los que forman esta
obra. Su lenguaje cercano y directo hace que se te pongan los vellos de punta,
pero también puede ser que se deba a que sea un conflicto que hemos tenido que
vivir, siempre desde la distancia, durante los años que duró en los
informativos y mediante los testimonios personales de gente que llegaba a
nuestro entorno desde allí. Una pena ver cómo una sociedad multicultural y religiosa acaba destrozándose ante los ojos de una niña que no comprende nada y
que ve cómo todo su entorno y amig@s desaparecen bien bajo las bombas, bien en
el exilio. Zlata tuvo la tremenda suerte de participar en el programa que la
UNICEF puso en marcha durante aquellos años en busca de niñ@s que hubieran
escrito algún diario. El suyo fue seleccionado y logró salir de Bosnia hacia
París para que se lo publicaran en 1993. Este diario ha sido traducido a más de
30 idiomas y ella ha viajado a un sinfín de países para explicar sus vivencias
bajo el terror del cielo de Sarajevo.
Shiran Zelikovich y Mary Masrieh Hazboun representan las dos
caras reales de ese eterno conflicto entre israelíes y palestinos. Mientras la
primera está convencida de la culpabilidad terrorista de sus vecinos, la
segunda sufre hasta la médula el hecho de ser mujer y palestina. Lo curioso es
que Mary es una palestina católica, algo que, como en muchas ocasiones, parece
estar oculto o despreciado dentro de su sociedad, nada más lejos de la
realidad. Mientras Shiran refleja en su diario cómo sus padres la prohíben
salir de casa para irse de fiesta con amigas, Masrieh cuenta lo agónico que es
no poder ni sacar la cabeza por la ventana, ni, mucho menos, salir a la compra
o a la escuela por tener en cada punta de su calle un tanque israelí dispuesto
a llevarse por delante a cualquiera que rompa el toque de queda. No queda
más que leer ambas realidades para que vosotr@s mism@s saquéis vuestras propias
conclusiones ante una contienda que se desarrolla durante la 2ª Intifada y que
tiene pinta de continuar por muchos años. Una pena, lo mires por donde lo mires.
Cierra este compendio de diarios la joven iraquí Hoda Thamir
que reside en la ciudad de Nasiriyah cuando las tropas yanquis y británicas
entran en el país con la intención de destituir a Saddam Hussein. La familia de
Hoda es una de tantas que sufrió la represión del dictador iraquí. Por ello
vive con esperanza y alegría la entrada de los ejércitos extranjeros como parte
de la liberación de su nación. Otra cosa es el resultado del día a día hasta
que lo consiguen donde entran en juego la desconfianza, las agresiones y los
arrestos por parte de dicho “ejército de liberación”. Esto hace que Hoda,
siempre que las bombas y los asaltos le dejan, se refugie en sus estudios con
la intención de acabarlos, pase lo que pase.
Todos, sin excepción, estos diarios tienen el mismo
substrato: los horrores de la guerra. Los podemos leer una y mil veces, se nos
arrugará el alma hasta casi no dar con ella, puede que hasta llores o te dé un
ataque de rabia, pero cuando cierras esta obra y miras a tu alrededor te
encuentras con un mundo más militarizado, con más odio y crueldad que nunca.
Entonces llego a pensar que ni siquiera con el testimonio de los más débiles e
inocentes, l@s niñ@, adolescentes y jóvenes, vamos a aprender a vivir en paz.
Llegarán, por desgracia, más diarios como éstos y espero que, algún día, sirvan
de lección para que ese jinete sanguinario apodado Guerra caiga de su cabalgadura
para siempre.
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