En el año 2015 la colaboración entre el autor de cómics
Javier de Isusi y CEAR-Euskadi (Comisión Española De Ayuda Al Refugiado De
Euskadi) dio como resultado esta tremenda obra que lleva por título “Asylum”.
Todo ésto se desarrolló dentro del marco de la iniciativa “Memorias
compartidas: una mirada al derecho de asilo desde las experiencias del exilio
durante la guerra civil y el franquismo” desarrollada por la propia CEA-Euskadi
en coordinación con Gernika Gogoratuz, el apoyo de la Agencia Vasca de
Cooperación y la Dirección de Víctimas y Derechos Humanos de Gobierno Vasco.
Hasta aquí todo puede parecer de lo más normal, pero el hecho que de que sea un
cómic el formato elegido para poner en pie esta iniciativa digamos que es lo
que hace aumentar su atractivo.
Javier estudió arquitectura en San Sebastián y Lisboa.
Ejerció dicha profesión durante un tiempo, antes de embarcarse en un largo
viaje que acabaría siendo el punto de partida para dedicarse a su gran
vocación, los cómics. Descubrí a Javier de Isusi con su saga “Los Viajes De
Juan Sin Tierra”, donde refleja todo lo vivido durante ese iniciático viaje, y
desde ese instante me dije a mí mismo que estaba seguro de que se iba a
convertir en uno de mis autores preferidos dentro del mundo de las viñetas.
Siguió atrapándome con “He Visto Ballenas”, obra de la que también tenéis una
reseña dentro de este blog, y con “Asylum” ha conseguido que aquello que era
pura intuición se haya hecho realidad. Javier de Isusi es, sin duda alguna, uno
de los grandes valores actuales del cómic estatal y europeo. Otra cosa es que
se le reconozca como tal, pero esa es la eterna lacra que llevamos arrastrando
por estos lares desde no sé ni cuántas décadas. Como se suele decir en estos
casos: “Si no hacéis por conocerle… vosotr@s os lo perdéis”.
Marina es una anciana de 94 años a la que sus hijas han
metido en un asilo. Su vida se truncó radicalmente cuando tenía 15 años durante
el bombardeo aéreo de Otxandio, primer gran bombardeo del bando sublevado sobre
la población civil durante la Guerra Civil. Así comienza a relatar su historia
a su nieta Mailen durante una de las visitas que ésta le hace. La vida de
Marina se ve marcada por el exilio desde dicha localidad vizcaína hasta
Francia, el viaje desde allí hasta Barcelona para, con los años y el devenir de
la contienda, volver a exiliarse formando parte de esas interminables filas de
gente que buscaba refugio en el país galo encontrándolo con los campos de
concentración que delimitaban las alambradas a la espalda y el Atlántico en el horizonte. Ella consigue salir de este horrible lugar gracias a un convenio entre el
gobierno de Venezuela y el gobierno vasco en el exilio. Durante todo este
periplo os enteraréis, siempre bajo las incisivas viñetas de Isusi, del porqué
de muchos de estos acontecimientos, así como de todo lo vivido y sufrido por
Marina durante los mismos.
L@s otr@s protagonistas de esta historia son Aina, una
nigeriana que se ve atrapada en una red de prostitución después de acceder a
sus propuestas de “libertad” ante la obligación de matrimonio con un hombre
mucho mayor que ella por parte de su familia. Después encontraremos a
Chistopher Wekesa, un gay de origen ugandés que abandona su país por la presión
social y gubernamental del mismo sobre este colectivo para acabar en la capital
de Kenia y de allí seguir su rumbo hasta estos contornos. Todo por ser
“Machuga” y no querer vivir escondido. A ell@s se les unen Sanza Adzuba, que
salió pitando de la guerra de su Congo natal para vivir mil y una experiencia,
como mujer y exiliada, hasta conseguir arribar en la costa de Melilla, e
Imelda, una periodista de Ciudad Juárez amenazada por dar voz a todas esas
mujeres que pierden a sus hijas, hermanas y familiares como parte del
feminicidio que sufren en este país. Cuatro historias que te pondrán de frente
a la realidad que tienen que vivir, actualmente, millones de seres humanos en
todo el planeta.
Pero… ¿qué tienen en común todas estas personas aparte de ser
exiliad@s y haber solicitado asilo, con mejor o peor resultado? Ahí es donde entra en juego Javier de Isusi.
Él consigue enlazar estas cinco historias de tal manera que pasan de ser
algo individual y, aparentemente, personal a algo colectivo y de mucha mayor
envergadura. Este es el gran logro de esta obra, el hacernos ver y reflexionar
acerca de cómo con el paso del tiempo lo que único que han cambiado son los
escenarios y la procedencia de l@s exiliad@s. El resultado y trato por parte de
las autoridades de esos países que alardean de defender los Derechos Humanos es
exactamente el mismo. Algo que Javier refleja de manera excepcional en alguna
que otra de sus viñetas.
A todo esto hay que añadir el epílogo por parte de l@s
componentes de CEAR-Euskadi donde podréis enteraros de muchos de los datos que
los canales ordinarios de información se quedan en sus cajones. Digamos que
esta parte te acabará de tocar la fibra sensible que aún te quede. Vivimos en
un mundo cada vez más militarizado done los Derechos Humanos han dejado de ser
papel mojado para convertirse en desechos que vagan por miles de cisternas que
los vomitan diariamente en crecientes vertederos de basura. Imaginamos que esas
cosas ocurren en países lejanos mientras creemos vivir en una cápsula de
seguridad cada vez más resquebrajada por nuestra falta de humanidad. Creemos
que la Historia que pasó no puede volver a repetirse por el simple hecho de que
ya ocurrió y no nos damos cuenta de que nunca ha dejado de ocurrir. El olvido
casado con la indiferencia forma el matrimonio perfecto de nuestros días. Cada
vez que veo las imágenes de l@s refugiad@s siri@s, de l@s inmigrantes african@s
y american@s saltando vallas de concertinas y fronteras de muros deseo con
todas mis fuerzas no tener que pasar nunca por algo así porque, en el caso de
que ocurriera, no deberíamos extrañarnos de que nos tratasen igual que nosotr@s
a ell@s. Al menos siempre nos quedará la esperanza de que, con o sin el
reconocimiento del estatus de refugiad@, siempre habrá alguien que te dé un abrazo en
el exilio. Gracias a Javier De Isusi por su obra y a CEAR-Euskadi por su
tremenda labor.
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