miércoles, 7 de junio de 2017

Miguel B. Núñez: "Heavy, Los Chicos Están Mal"







Vuelve al ataque Miguel B. Núñez con la segunda parte de esta historia, que entiendo que lleva por título genérico “Heavy”, a la que da el nombre de una de las canciones más cañeras del grupo Topo, “Los Chicos Están Mal”. Si en la primera entrega el autor se guiaba por algunos de los discos que salieron en aquel 1986, aquí, sin perder nunca esa guía musical que fueron los 80, nos adentra en el día a día de esa basca de chic@s que forman los personajes principales de sus viñetas. Para alguien como el que escribe estos párrafos, cómics como éste son una mezcla de buenos y malos recuerdos. Miguel hace esto posible porque me veo reflejado en muchos de los personajes que habitan los nueve capítulos de esta obra.




Descubrí a Miguel con el anterior número de ésta que espero sea una gran saga. Se nota que lleva mucho tiempo escuchando este tipo de música porque todo lo que nos cuenta en sus páginas está hecho desde una perspectiva propia de alguien que siente y sabe de qué va este rollo. Su primera obra editada, “M”, data de 1999 a la que siguieron otras como “Demonios Internos” o “Interferencias”. Además de haber sido codirector de la revista “Recto”, publicó en otras tan importantes en la historia del cómic estatal como “El Víbora”. A esto hay que añadir su paso por el mundo de la música como parte del dúo “Humbert Humbert”.





Las clases han llegado a su fin y las tan añoradas vacaciones de verano se ponen en marcha. Marta y Bea, las dos chicas protagonistas de este grupo de adolescentes, deciden ir a celebrarlo de la manera más natural en aquellos años, yendo a pillar unos litros para bebérselos en el parque. Junto a ellas siguen en estas páginas otros como los hermanos Gabi y Pepe o Suso, aparecerán tímidamente algunos que tuvieron gran peso en el número anterior, como el “Venom” o el “Judas”, y conoceremos a algunos nuevos como el “Richi” y Mariano. Suso tendrá que pasar el verano en el pueblo de sus padres, algo que afectará a su rollete con Bea, mientras que Pepe y Marta mantendrán una relación que no quieren que se sepa, algo que no podrán evitar. Como es normal, tod@s nuestr@s protagonistas vivirán un verano intenso debido a los acontecimientos a los que tendrán que enfrentarse durante estos meses, pero esto es algo que tendréis que descubrir por vosotr@s mism@s.





Otra de las claves de este número es, y siempre valiéndose de esos acontecimientos tan bien llevados a puerto por Miguel, el repaso que hace de las distintas tribus urbanas que pululaban, con mejor o peor relación entre ellas, por las calles de las ciudades del Estado. Partiendo de que la mayoría debían compartir ciertos espacios, como el propio colegio o el barrio, cada una de ellas tenía su propio territorio e idiosincrasia de la que no en pocas ocasiones ni siquiera eran conscientes. Los Rockers, los Mods, los Heavys, Los Punks, los Pijos, los Graffiteros, y su Break-Dance, los Sinkheads, de uno y otro palo, los Siniestros, que darían lugar a los Góticos, y, pululando alrededor de todas ellas, los Quinquis. Así estaban las calles de aquel tiempo, repletas de jóvenes que mostraban su ansia de libertad identificándose hasta la médula con cualquiera de estos grupos partiendo siempre del tipo de música que te molaba.




Otro de los puntos álgidos del cómic es ese repaso musical tan amplio que el autor hace auxiliándose en portadas de discos, como las del “Under Look And Key” de Dokken, un recopilatorio de The Damned o el “ Fly On The Wall” de AC/DC, las distintas camisetas que llevaban cada una de esas tribus, desde Accept, Obus o Anvil hasta Tha Cramps, G.B.H. o The Rolling Stones, las típicas discusiones entre si esta banda es mejor que aquella, con las que nos podíamos pasar semanas y meses enteros hasta que salía a relucir otras por las que discutir, o los lugares emblemáticos de, en este caso, Madrid, como el cine Covadonga, “La Covacha”.




Al igual que hice en el anterior artículo, añadiré algo personal a todo lo que nos renueve Miguel en la cabeza con su obra. De todas esas tribus que él saca a la palestra en sus viñetas con la que siempre tuve más relación fue con los Punks. Nunca he ocultado mi gusto por muchas de las bandas, tanto estatales como guiris, que forman el elenco de esa parte del Rock. Puedo afirmar que, salvo en muy contadas ocasiones, jamás tuve problema con ell@s, es más diré claramente que much@s de mis amig@s de aquel tiempo pertenecían a este grupo. ¿Qué si era normal que cuando un Punk entraba en un garito Heavy, o viceversa, se creara algún tipo de tensión? No lo niego, pero en mi caso no pasaba de eso, de una tensión inicial que se diluía cuando las conversaciones de barra pasaban a primer plano. No he conocido a much@s Rockers, pero tampoco tuve problema alguno con l@s poc@s que he tratado. De l@s Pij@s siempre fuimos bien servidos, si estudiaste en un colegio de curas, como es mi caso, mucho más. Y sí, más de una bronca tuvimos con ell@s ya que nuestros encuentros nunca fueron amistosos para ninguna de las partes. En cuanto a los Skinheads, pues poco puedo añadir que no se haya dicho y se siga diciendo sobre ell@s. Me parece muy mal que metan a tod@s en el mismo saco, aunque hay que reconocer que, a veces, siempre salvando las indiscutibles distancias, se comportan de manera similar. Lo que está claro es que poco tiene que ver un S.H.A.R.P. con un mierda de Skin fascista. También hay que reconocer que de estos últimos teníamos nuestra caterva formada por los fachas del pueblo o nuestras ciudades con l@s que, sin indumentaria definida pero con el pelo engominado, nos hemos hecho más de dos y tres “caricias”. Como buen amante de los cómics, me flipaba la peña graffitera, con esos murales tan impactantes y, aunque no me moló nunca su música, su manera de bailar. Nada que ver con las firmitas que inundan ahora las paredes de cualquier ciudad, ni con el reggeton y sus aledaños. En cuanto a l@s que él llama Quinquis, hubo de todo, algún que otro atraco, colegas a quienes les molaba esa historia con l@s que compartí grandes momentos y hasta peña que dio la cara por mí cuando alguno de ell@s me increpaba. Tampoco falta esa pincelada a alguna de las revistas de cómics de aquella década. En este caso mencionando a esa gran publicación que era el CIMOC y de la cual tengo unos cuantos de números y especiales.




Así estaban las calles, en ebullición por esa masa de jóvenes que le daban vida y muerte a la vez. La calle era el factor esencial en nuestras vidas. Salías y quedabas en el parque, en los salones de juego o en cualquier rincón propicio para echarse unas cervezas y unos canutos, algun@s se pasaron a otras cosas y se quedaron en el camino. Eso también ha formado parte de nuestra rutina, el saber que éste o aquella se había enganchado, el conocer a l@s poc@s que consiguieron dejarlo y el llorar a l@s much@s que enterramos. Ahora las calles están desiertas, la mayoría de l@s jóvenes alinead@s en vestimenta y la policía con más poder que nunca en el bolsillo para ponerte multas hasta por tirarte un pedo. Hablamos del tiempo, de cómo ha pasado, de lo que vivimos, de l@s que se quedaron atrás, de l@s que renegaron de todo esto o de l@s que la propia sociedad engulló, pero pocas veces hacemos referencia a ese factor tan esencial en cualquier historia que es el espacio. Creo que el R&R ha dejado de estar en las calles. Sí que es verdad que voy a festivales y conciertos y ves a cantidad de peña. Por cierto, yo estuve en el de Scorpions en el estadio del Rayo Vallecano que se nombra en el cómic donde murió un chaval a manos de un Mariner yanqui. Esto es algo que me hace sentir de puta madre, aunque luego vas andando por la calle y si antes eras el raro porque sobresalías de lo normal, ahora lo sigues siendo porque sigues sobresaliendo de todo lo nuevo. ¿Será verdad eso de que el Rock se está convirtiendo en un dinosaurio?





Miguel, ¿sabes qué es lo que más me está gustando de tu serie? Que ya estoy deseando que saques el siguiente número. Que quiero más, que cuando llegué al final de éste lo primero que me vino a la mente fue: ”¿Ya Está?” Necesito saber qué les sigue ocurriendo a Marta, Bea, Mariano, el “Venom” o a Suso y Gabi. Y sabes por qué, porque ellos tienen otros nombres en mi cabeza que son similares tanto al mío como al de much@s de mis colegas de aquel tiempo que actualmente forman parte de mi familia especial de amig@s. Asi que: “¡Dale caña, colega! Ponte un disco de Santa o Iron Maiden y sigue haciéndonos disfrutar con una nueva entrega de aquí a unos meses.” Mi más sincera enhorabuena por tu trabajo. ¡¡ROCK FOREVER!!




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