Vuelve al ataque Miguel B. Núñez con la segunda parte de esta
historia, que entiendo que lleva por título genérico “Heavy”, a la que da el
nombre de una de las canciones más cañeras del grupo Topo, “Los Chicos Están
Mal”. Si en la primera entrega el autor se guiaba por algunos de los discos que
salieron en aquel 1986, aquí, sin perder nunca esa guía musical que fueron los
80, nos adentra en el día a día de esa basca de chic@s que forman los personajes
principales de sus viñetas. Para alguien como el que escribe estos párrafos,
cómics como éste son una mezcla de buenos y malos recuerdos. Miguel hace esto
posible porque me veo reflejado en muchos de los personajes que habitan los
nueve capítulos de esta obra.
Descubrí a Miguel con el anterior número de ésta que espero
sea una gran saga. Se nota que lleva mucho tiempo escuchando este tipo de
música porque todo lo que nos cuenta en sus páginas está hecho desde una
perspectiva propia de alguien que siente y sabe de qué va este rollo. Su
primera obra editada, “M”, data de 1999 a la que siguieron otras como “Demonios
Internos” o “Interferencias”. Además de haber sido codirector de la revista
“Recto”, publicó en otras tan importantes en la historia del cómic estatal como
“El Víbora”. A esto hay que añadir su paso por el mundo de la música como parte
del dúo “Humbert Humbert”.
Las clases han llegado a su fin y las tan añoradas vacaciones
de verano se ponen en marcha. Marta y Bea, las dos chicas protagonistas de este
grupo de adolescentes, deciden ir a celebrarlo de la manera más natural en
aquellos años, yendo a pillar unos litros para bebérselos en el parque. Junto a
ellas siguen en estas páginas otros como los hermanos Gabi y Pepe o Suso,
aparecerán tímidamente algunos que tuvieron gran peso en el número anterior,
como el “Venom” o el “Judas”, y conoceremos a algunos nuevos como el “Richi” y
Mariano. Suso tendrá que pasar el verano en el pueblo de sus padres, algo que afectará
a su rollete con Bea, mientras que Pepe y Marta mantendrán una relación que no
quieren que se sepa, algo que no podrán evitar. Como es normal, tod@s nuestr@s
protagonistas vivirán un verano intenso debido a los acontecimientos a los que
tendrán que enfrentarse durante estos meses, pero esto es algo que tendréis que
descubrir por vosotr@s mism@s.
Otra de las claves de este número es, y siempre valiéndose de
esos acontecimientos tan bien llevados a puerto por Miguel, el repaso que hace
de las distintas tribus urbanas que pululaban, con mejor o peor relación entre
ellas, por las calles de las ciudades del Estado. Partiendo de que la mayoría
debían compartir ciertos espacios, como el propio colegio o el barrio, cada una
de ellas tenía su propio territorio e idiosincrasia de la que no en pocas
ocasiones ni siquiera eran conscientes. Los Rockers, los Mods, los Heavys, Los
Punks, los Pijos, los Graffiteros, y su Break-Dance, los Sinkheads, de uno y
otro palo, los Siniestros, que darían lugar a los Góticos, y, pululando
alrededor de todas ellas, los Quinquis. Así estaban las calles de aquel tiempo,
repletas de jóvenes que mostraban su ansia de libertad identificándose hasta la
médula con cualquiera de estos grupos partiendo siempre del tipo de música que
te molaba.
Otro de los puntos álgidos del cómic es ese repaso musical
tan amplio que el autor hace auxiliándose en portadas de discos, como las del
“Under Look And Key” de Dokken, un recopilatorio de The Damned o el “ Fly On The
Wall” de AC/DC, las distintas camisetas que llevaban cada una de esas tribus,
desde Accept, Obus o Anvil hasta Tha Cramps, G.B.H. o The Rolling Stones, las
típicas discusiones entre si esta banda es mejor que aquella, con las que nos
podíamos pasar semanas y meses enteros hasta que salía a relucir otras por las
que discutir, o los lugares emblemáticos de, en este caso, Madrid, como el cine
Covadonga, “La Covacha”.
Al igual que hice en el anterior artículo, añadiré algo
personal a todo lo que nos renueve Miguel en la cabeza con su obra. De todas
esas tribus que él saca a la palestra en sus viñetas con la que siempre tuve
más relación fue con los Punks. Nunca he ocultado mi gusto por muchas de las
bandas, tanto estatales como guiris, que forman el elenco de esa parte del
Rock. Puedo afirmar que, salvo en muy contadas ocasiones, jamás tuve problema
con ell@s, es más diré claramente que much@s de mis amig@s de aquel tiempo
pertenecían a este grupo. ¿Qué si era normal que cuando un Punk entraba en un
garito Heavy, o viceversa, se creara algún tipo de tensión? No lo niego, pero
en mi caso no pasaba de eso, de una tensión inicial que se diluía cuando las
conversaciones de barra pasaban a primer plano. No he conocido a much@s
Rockers, pero tampoco tuve problema alguno con l@s poc@s que he tratado. De l@s
Pij@s siempre fuimos bien servidos, si estudiaste en un colegio de curas, como
es mi caso, mucho más. Y sí, más de una bronca tuvimos con ell@s ya que
nuestros encuentros nunca fueron amistosos para ninguna de las partes. En
cuanto a los Skinheads, pues poco puedo añadir que no se haya dicho y se siga
diciendo sobre ell@s. Me parece muy mal que metan a tod@s en el mismo saco,
aunque hay que reconocer que, a veces, siempre salvando las indiscutibles
distancias, se comportan de manera similar. Lo que está claro es que poco tiene
que ver un S.H.A.R.P.
con un mierda de Skin fascista. También hay que reconocer que de estos últimos
teníamos nuestra caterva formada por los fachas del pueblo o nuestras ciudades
con l@s que, sin indumentaria definida pero con el pelo engominado, nos hemos
hecho más de dos y tres “caricias”. Como buen amante de los cómics, me flipaba
la peña graffitera, con esos murales tan impactantes y, aunque no me moló nunca
su música, su manera de bailar. Nada que ver con las firmitas que inundan ahora
las paredes de cualquier ciudad, ni con el reggeton y sus aledaños. En cuanto a
l@s que él llama Quinquis, hubo de todo, algún que otro atraco, colegas a
quienes les molaba esa historia con l@s que compartí grandes momentos y hasta
peña que dio la cara por mí cuando alguno de ell@s me increpaba. Tampoco falta
esa pincelada a alguna de las revistas de cómics de aquella década. En este
caso mencionando a esa gran publicación que era el CIMOC y de la cual tengo unos
cuantos de números y especiales.
Así estaban las calles, en ebullición por esa masa de
jóvenes que le daban vida y muerte a la vez. La calle era el factor esencial en
nuestras vidas. Salías y quedabas en el parque, en los salones de juego o en
cualquier rincón propicio para echarse unas cervezas y unos canutos, algun@s se
pasaron a otras cosas y se quedaron en el camino. Eso también ha formado parte
de nuestra rutina, el saber que éste o aquella se había enganchado, el conocer
a l@s poc@s que consiguieron dejarlo y el llorar a l@s much@s que enterramos.
Ahora las calles están desiertas, la mayoría de l@s jóvenes alinead@s en
vestimenta y la policía con más poder que nunca en el bolsillo para ponerte
multas hasta por tirarte un pedo. Hablamos del tiempo, de cómo ha pasado, de lo
que vivimos, de l@s que se quedaron atrás, de l@s que renegaron de todo esto o
de l@s que la propia sociedad engulló, pero pocas veces hacemos referencia a
ese factor tan esencial en cualquier historia que es el espacio. Creo que el
R&R ha dejado de estar en las calles. Sí que es verdad que voy a festivales
y conciertos y ves a cantidad de peña. Por cierto, yo estuve en el de Scorpions
en el estadio del Rayo Vallecano que se nombra en el cómic donde murió un
chaval a manos de un Mariner yanqui. Esto es algo que me hace sentir de puta
madre, aunque luego vas andando por la calle y si antes eras el raro porque sobresalías
de lo normal, ahora lo sigues siendo porque sigues sobresaliendo de todo lo
nuevo. ¿Será verdad eso de que el Rock se está convirtiendo en un dinosaurio?
Miguel, ¿sabes qué es lo que más me está gustando de tu
serie? Que ya estoy deseando que saques el siguiente número. Que quiero más,
que cuando llegué al final de éste lo primero que me vino a la mente fue: ”¿Ya
Está?” Necesito saber qué les sigue ocurriendo a Marta, Bea, Mariano, el
“Venom” o a Suso y Gabi. Y sabes por qué, porque ellos tienen otros nombres en
mi cabeza que son similares tanto al mío como al de much@s de mis colegas de
aquel tiempo que actualmente forman parte de mi familia especial de amig@s. Asi
que: “¡Dale caña, colega! Ponte un disco de Santa o Iron Maiden y sigue
haciéndonos disfrutar con una nueva entrega de aquí a unos meses.” Mi más
sincera enhorabuena por tu trabajo. ¡¡ROCK FOREVER!!
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