martes, 27 de diciembre de 2016

"El Mercenario", Esa Gran Obra De Vicente Segrelles.











Son unas cuantas las cosas que debo repasar a la hora de hablar de una obra tan especial para mí como es “El Mercenario”. Os diré que he tardado más de treinta años en acabar la colección entera, son catorce números en total, de esta saga del gran Vicente Segrelles. Comencé con ella en 1983 cuando era editaba por la ya extinta revista Cimoc, perteneciente a Norma, y la he terminado hace poco más de un mes, una vez que ha sido puesta en la calle por Ponent Mon. En medio de esta andadura están los números que vieron la luz a través de Ediciones B y los editados por el propio autor. Sólo con esto os podéis hacer una idea de por dónde ha pasado este incansable guerrero piloto de dragones, más conocido como “El Mercenario”.






Nunca he entendido demasiado bien, aunque la realidad lo explica bien clarito, cómo es posible que alguien como Segrelles no salga a relucir en cualquier conversación sobre cómics estatales. Perteneciente a una familia de pintores, escultores e ilustradores, este barcelonés nacido en 1940 ha utilizado distintas técnicas pictóricas a lo largo de su carrera, desde la acuarela, la tinta china hasta el gouache o el óleo. Usando esta última se encargó de dar vida al personaje que tratamos en este artículo. Sus principios como ilustrador llegaron cuando Bruguera, en 1968, le encarga la producción de unos cromos. Al año siguiente ya está embarcado en otra de sus grandes aventuras, la de portadista, con la conseguirá innumerables éxitos. Un año después seguirá ilustrando libros de divulgación de armas, barcos o aviones, algo que le será de gran ayuda en para la elaboración de su más famosa saga. No es hasta el año 1980 cuando comienza realmente, siempre utilizando el óleo, a dar vida a “El Mercenario”. Este personaje absorberá casi por completo su tiempo hasta 1991, fecha a partir de la cual se dedicará a la caricatura cómica con el “Sheriff Pat”. Es en 1998 cuando, ya utilizando el ordenador como herramienta de trabajo, retoma las aventuras de su guerrero más aclamado para, de esta forma, acabar con la historia del mismo.






Cuando vi por primera vez las viñetas de “El Mercenario” durante, como he dicho antes, los primeros años de la década de los ochenta me quedé tan prendado, tanto del dibujo como de la propia historia, que ha sido todo un empeño poder finalizar todas sus correrías. A parte de lo que dentro de sí encierra toda esta odisea, si hay algo que, además de ese óleo tan impactante, se grabó en mi retina nada más ponerme delante de este cúmulo de hazañas fue la cantidad de viñetas que Vicente dedica a cualquiera de las partes del cuerpo humano o de las criaturas creadas por su mente para la ocasión. Esas viñetas dedicadas íntegramente a ojos, bocas, fauces o expresiones corporales están tan arraigadas en su cómic que nada sería igual sin ellas. A esto le sumas las secuencias de varias de ellas donde te puedes dar cuenta desde cómo se abre una increíble flecha de ballesta, hasta la desmembración de cualquiera de los monstruos marinos, o alados, que pueblan el mundo del personaje principal. Ambas cosas le dan un índice de dinamismo a la obra que hace que, su ya de por sí frenesí, crezca tanto en calidad como en misterio.






En lo relativo a “El Mercenario” os diré que es uno de los habitantes de un emplazamiento que existió hace cientos de años en la zona del Himalaya. Este lugar no es otro que el conocido como “El País De Las Nubes”. Aquí se ha desarrollado una de las civilizaciones más avanzadas del momento. A parte de sus conocimientos de ciencia y tecnología, el medio de transporte más utilizado por sus habitantes son unos enormes dragones voladores. Descendientes de los propios dinosaurios, pero evolucionados a seres de sangre caliente, los hay de distintas especies y tamaño. “El Mercenario”, cuyo nombre nunca sabremos en realidad, comienza su andadura en esta saga rescatando a una joven para entregársela a su marido, el cual le ha prometido una excelente suma por dicho trabajo. La cosa, como era previsible, no termina como se esperaba. Nuestro protagonista no accede a las propuestas sexuales de su liberada y ésta le traicionara haciendo creer a su conyugue que el guerrero ha intentado abusar de ella. A partir de aquí, siempre enfundado en su armadura y arrastrado por su valor, coraje y sed de conocimiento, visitará tanto distintos pueblos que habitan por debajo de ese mar de nubes que es su hogar hasta otras dimensiones pobladas por un sinfín de seres mitológicos cuya tecnología podría equipararse a cualquiera de esas naves extraterrestres que vemos en distintos conflictos intergalácticos.






Después de conocer las malévolas intenciones del villano Claust, enemigo acérrimo de todo y de todos, y superar una serie de pruebas se encargará de la seguridad de la Orden del Cráter. Es aquí donde conocerá tanto a la guerrera Nan-Tay como a los monjes que lo habitan, con el gran Maestro al frente apoyado siempre en los inventos de Arnoldo. Desde ese mismo instante, este lugar será su centro de operaciones. Desde aquí partirá para destruir cualquiera de los grandes inventos que Claust intentará utilizar para arrasar con todo lo existente a su alrededor, así como para adentrarse en ese mundo paralelo llamado Geo, de donde proviene otro de los personajes principales de esta serie, la joven Ky, buscar los atlantes en las civilizaciones precolombinas o tesoros escondidos en pirámides egipcias. Este elenco de personajes y muchos más serán los protagonistas de los lances que nuestro guerrero tendrá que o bien superar o subsanar. El autor, a lo largo de la obra, hace claras referencias a celebridades tanto científicas como históricas o artísticas. Al final el círculo se cerrará de manera espectacular. Lo hará de tal forma que sólo te quedarán más ganas de saber qué ocurrirá una vez que eres conocedor de todo lo acontecido. Entiendo que a través de todos estos años haya cogido cierto cariño a todos estos seres, pero, después de tan larga espera para finiquitar con sus aventuras, mejor dejarlos reposar en su mundo.






Si te gustan las aventuras donde antigu@s guerrer@s luchan a espada, y algo más, contra pervers@s y ruines personajes, donde los buenos no siempre ganan o, al menos, lo pasan bastante mal, allí donde todo es sobrenatural y artificial a la vez, entonces estoy seguro que “El Mercenario” se convertirá en uno de tus personajes preferidos del mundo de las viñetas. Sólo te recordaré las ya conocidas palabras del director italiano Federico Fellini al respecto: “El Mercenario es un cómic bellísimo y grandioso que restituye la emoción, la maravilla y el placer de contemplar imágenes”. Ya sólo te queda subirte a un grandioso dragón y salir en busca de aventuras en “El País De Las Nubes”.







miércoles, 14 de diciembre de 2016

Guy Delisle: "Escapar, Historia De Un Rehén"







Cuando estoy delante de un cómic como este “Escapar, Historia De Un Rehén”, de Guy Delisle, me vuelvo a hacer, por millonésima vez, la eterna pregunta acerca de esa losa que tiene encima el mundo de las viñetas: ¿Son los cómics cosa de crí@s? Sí que es verdad que durante mucho tiempo se pensó que era así, lo peor es que aún sigue siendo la opinión de mucha gente, incluso de muchos lectores de libros, pero nunca he entendido que este género literario se tenga que quedar en tan rala superficie. Comprendo que para un aficionado a este mundo es más fácil ver que dicha opinión es totalmente errónea. El hecho de que los cómics que más se consumen sean los de superhéroes o los mangas no debería significar que todo este universo literario esté restringido sólo a eso. La verdad es que mis superhéroes siempre han sido Conan, Tarzán, Astérix o los protagonistas de La Rue 13 del Percebe, por poner algunos ejemplos, que descubrí cuando era un chaval. Ahora bien, en aquella época leía, a su vez, las aventuras de Los Cinco, por seguir con los ejemplos, y nunca me dio por pensar que los libros fueran cosa sólo para niños o adolescentes.





Siguiendo con las curiosidades, alguien lee un libro que le ha molado, que le ha parecido excepcional, independientemente del tema del mismo, yo también lo hago, que quede claro, y se lo recomienda a sus amig@s, conocid@s o familiares. Les dice lo bien, o mal, que se ha sentido leyéndolo, cómo le ha hecho ver las cosas desde otro punto de vista o cómo sus páginas han servido para que se nutra un poco más sobre un tema que le fascina. Pues bien, haces lo mismo con un cómic, yo también lo hago, y todo se queda en una sonrisa, un: “¡Qué interesante!”, o en una llamativa cara detrás de la cual, a veces, puedes leer directamente: “Este tipo está chalao. Me está hablando de un cómic con tanta pasión que no parece normal.” Así que nada, seguiremos siendo una pandilla de majaretas cuyo pecado mortal es el de continuar gozando con los cómics, a pesar de tener esta u otra edad. A ver si es verdad que el futuro nos da la razón.





Después de la anterior reflexión, pasaré a hablaros de uno de los autores con más prestigio dentro de ese sector de las viñetas dedicado a sacar a la luz muchas las injusticias que se comenten en este, nuestro, mundo. Me estoy refiriendo al canadiense, nacido en Quebec, Guy Delisle. Después de estudiar artes plásticas, enseñar animación o participar en algún corto, se adentra en el mundo de la ilustración. Lo hace con dos características que le llevarán a los puestos más altos de los cómics relacionados con los asuntos antes referidos. Una, su estilo propio, en todo lo referente al dibujo y guion, muchas de sus obras son autobiográficas, y otra, tratar lo vivido en países, o conflictos, digamos peliagudos, como es el caso de Corea del Norte, China, Birmania o el problema palestino-israelí. Es ahí donde reside su valor como escritor y dibujante, pues todo lo que puedas leer serán vivencias suyas, de sus familiares o allegados.




Lo curioso es que, en esta nueva entrega, “Escapar, Historia De Un Rehén”, se sale un poco de esa línea para adentrarse directamente en las vivencias de otra persona. En este caso nos referimos a todo lo sufrido por Christophe André, al que Guy entrevistó durante un tiempo, miembro de una ONG de ayuda médica, durante su más de sus cien días de secuestro por parte de las milicias chechenas. Christophe es raptado al poco de llegar a la zona donde está realizando su labor humanitaria y pasará metido en varias habitaciones su cautiverio. En una de ellas estará atado con unas esposas a un radiador, en alguna a una cama y en otras a objetos por el estilo. Comerá casi todos los días lo mismo y, casi, a la misma hora. Irá al baño con la asiduidad que crean conveniente sus raptores y se relacionará con ellos según quiénes sean y dependiendo del momento y lugar. Si todo se quedara aquí no habría nada nuevo en el horizonte de este cómic. Delisle utiliza su técnica para conseguir que te llegues a identificar con el propio André. Sus pensamientos, angustias, reflexiones, lucha por no caer en el victimismo o la desesperación, la esperanza o su posicionamiento ante sus secuestradores están reflejados mediante un conjunto de viñetas en tonos grises azulados y verdosos con muy poca luz, además de los diálogos, claro, que hace que el lector, al menos a mí me ha pasado, llegue a percibir todas esas sensaciones. El autor llega a conseguir eso que podríamos llamar empatía lector-obra. Algo que creo que poc@s pueden presumir de alcanzar.





No sé si lo peor, o lo mejor, de estas páginas es que conozcamos el final del asunto. Está claro que si Delisle entrevista a Christophe es porque éste consiguió salir de allí de alguna forma. Me explico, te llegas a meter tanto en todo el entramado del secuestro que quieres que aquello se acabe tanto como quien lo está sufriendo. Y pasas unas páginas y pasan unos días, luego, cuando parece que todo va a cambiar, pasan otras semanas y llega el frío y luego un cambio de sitio y una nueva esperanza y así hasta necesitar realmente que esto se termine de una vez. Evidentemente, no os voy a contar cómo consigue André salir de allí, algo que me ha parecido lo más brutal de la vivencia. También me queda alguna duda en el aire como qué hubiera pasado si en vez de él hubiera sido una compañera suya de ONG. ¿Lo habría conseguido de igual manera? Y ya, en plan quisquilloso, por qué Delisle sólo habla, lo hace unas cuantas veces, es más, es uno de los momentos repetidos del rapto, acerca de cuando Christophe va a orinar o lavarse y nunca de defecar. Lo digo porque igual que le parecía un poco engorroso mear o asearse delante de sus raptores cagar debería ser un poquito peor. No sé, no es algo para tirar por tierra todo lo que vais a leer, pero me he quedado un poco pallá con este punto.





Si realmente queréis dejar de pensar que los cómics son sólo cosa de crí@s, os recomiendo que empecéis por cualquiera de los creados por Guy Delisle. Quizá, de esta forma, comenzaréis a daros cuenta de que detrás de las viñetas, a parte de superpoderes, espadas y ojos grandes, hay muchísimas historias más por descubrir. 


lunes, 5 de diciembre de 2016

Robert Crumb: "Génesis"







La mayoría de las veces que hago una entrada acerca de cómics o libros en este humilde blog es para hacer referencia a alguna que otra novedad. La obra de Robert Crumb, “Génesis”, de la que os voy a hablar a continuación, tiene, sin embargo, unos cuantos de años, es del 2009, para ser exactos. La original muchísimos más, como bien sabéis. El haber estado releyendo, para mí siempre es un gran placer hacerlo, durante estos últimos meses me ha llevado a crear este artículo para hablaros de la misma.




Tratar, hablar, o como lo queramos llamar, sobre ciertos autores de cómics, en este caso cómix, término que le gusta utilizar a Crumb, es algo, digamos, peliagudo. Me explico, que alguien, a estas alturas, no conozca a este autor norteamericano ni su labor dentro de las viñetas puede resultar asombroso, pero tenemos que tener en cuenta que no todo el mundo está al tanto de este universo de tinta, ilustraciones y bocadillos. Así pues, os comentaré algo, no mucho porque creo que poco podré aportar que no se haya dicho ya, sobre este señor llamado Robert Crumb. Nacido en Filadelfia, es uno de los grandes del underground norteamericano desde que editara su fanzine “Zap Comix” en 1968. Ha sido galardonado con premios tales como el “Hartux”, en el Salón Internacional del Cómic del Principado de Asturias. Con un estilo propio e inconfundible, basado es esa voluptuosidad con la que dibuja a las mujeres, se ha convertido en uno de los grandes del género que trata de manera sublime lo que entendemos por cotidianidad desde la que arremete contra el sistema. Como dije antes, no me extenderé más, pues estaría escribiendo sobre él durante unos cuantos de párrafos y no es el caso.





Tratar cualquiera de los libros que conforman la Biblia es ya de por sí una tarea ardua y, cuanto menos, atrevida. Si a esto le sumamos los antecedentes de Robert Crumb nos puede parecer algo inaudito. Lo primero que hay que leer, como se suele y debe hacer, antes de adentrarnos en la obra del autor norteamericano es su introducción. Aquí nos deja bien clarito cuáles han sido sus intenciones y metas a la hora a afrontar este texto. Una vez que nos ha explicado este asunto pasa directamente a lo que mejor se le da, las viñetas en blanco y negro. Mediante ellas hace un repaso a lo reflejado en el Génesis bíblico desde la creación del Universo, las plantas, animales y el ser humano por parte del dios de los judíos. A partir de aquí irá haciendo hincapié en todos los sucesos importantes de esta tremenda historia, desde la famosa desobediencia de Adán y Eva a través de la ingestión de la fruta del árbol de la sabiduría hasta el final de los días de José, hijo de Jacob, también llamado Israel. No deja atrás acontecimientos tan importantes como la muerte de Abel por parte de Caín, el nacimiento de Set, antecesor primigenio de todos los patriarcas judíos y no judíos, Noé, su arca y embriaguez, Abraham y su descendencia, Lot y el pasaje de las siete ciudades o Isaac y su continuación en Jacob, de cuya prole saldrán las conocidas doce tribus del pueblo de Israel.





Hasta aquí podríamos decir que nada nuevo en el horizonte. La parte positiva de esta versión la encontraremos en el modo que tiene el autor de contar ciertos hechos como la llegada de Abraham a Egipto o las interpretaciones de los sueños por parte de José, entre otras. Crumb lo hace de la única manera que sabe, esto es, de forma amena y placentera. Lo que menos me ha gustado de su comix es, por un lado, la rapidez con la que pasa por encima de ciertos pasajes y, por otro, la lista interminable de hijos, porque de hijas se habla poco, que tuvieron éste, aquel o el de más allá. A pesar de todo, aquell@s que conocemos este inicio bíblico no echaremos en falta nada de su esencia, es más, nos servirá de recuerdo del mismo además de instruirnos en ciertos episodios siempre jugosos.





Aprovechando el comentario de antes en lo concerniente al tema de las hijas, quisiera hacer mi propio análisis de este Génesis, base de las tres grandes religiones monoteístas mundiales. Que los fieles de cualquiera de estas tres creencias actúen o basen su forma de vivir de la manera que lo hacen tiene mucho que ver con lo escrito en este principio de la Biblia. En contraste con otras maneras de entender la vida donde el ser humano forma parte de la Naturaleza como una pieza más, aquí su dios les entrega dicha Naturaleza en bandeja para que dispongan de ella como quieran sin importar los resultados pues todo lo que ha creado estará, según su mandato, al servicio de su mayor obra, el ser humano. Por otro lado, tenemos el nefasto papel que tiene que interpretar la mujer según mandato divino. Desde Eva, pasando por Raquel, esposa de Abraham, y su belleza oculta tras una falsa hermandad, hasta la manera que tiene Rebeca, mujer de Isaac, de convencer a Jacob para que se haga pasar por su hermano mayor y, de esta forma, conseguir la bendición de su padre, no es que ninguna de ellas quede en buen lugar. Luego está lo relativo a la esclavitud que parte del fragmento de la borrachera de Noé y su desnudez o la imposibilidad de mezclar su linaje con ninguna mujer que no sea de su antigua descendencia y convertirse, de esta forma, en su legítima esposa. Eso sí, después si cualquiera de ellos tiene que amancebarse y tener descendencia con otras, ya sean esclavas o no, no hay problema. Otro aspecto que no falta en estas líneas es la violencia hacia los demás pueblos desde la cual los “elegidos” por su Dios quedan siempre o como víctimas o como justicieros. Machismo, conquistas y guerras respaldadas por mandato divino y falta de respeto por el planeta y sus habitantes que llegan hasta nuestros días. Toda una trama para justificar todo lo injustificable.






A parte de esto, os recomiendo que os acerquéis a Crumb, si es por primera vez, a través de este comix. No dejaréis de tener delante de vuestras narices la interpretación de uno de los grandes libros bíblicos visto desde el enfoque, siempre particular, de uno de los grandes autores de todos los tiempos.