jueves, 21 de julio de 2016

Rock Fest Barcelona 2016: Jornada Del Sábado







Segunda jornada del Rock Fest Barcelona, más multitudinaria y calurosa que la anterior. Se nota el poder de convocatoria de los Maiden, no sé qué habría pasado si éste hubiera sido su único concierto en la Península. Aun así, siguen atrayendo a más gente que la mayoría de las bandas, digamos, grandes. Yo empecé el día, musicalmente hablando, bastante temprano y acabé más cansado que el anterior. Hay que reconocer que fueron un montón de bandas seguidas con apenas descanso, también hubo alguno, como os contaré más adelante.






Me fui solo, alrededor de las 14:30, del apartamento con la intención de ver a Leize como primer grupo del sábado. Llegué, al igual que el día anterior, como cinco minutos antes de que empezara su actuación y… ¿qué queréis que os diga? Me sigue pareciendo una banda portentosa. Los he visto como cuatro veces desde su reunión y en todas lo he flipao. Después del mal sabor de boca que se nos quedó el pasado Mayo cuando suspendieron su concierto con Los Suaves tenía que verlos sí o sí. Esa mezcla de temas nuevos del calibre de “¿Dónde está?” y “Sospechoso”, con alguno de su trabajo de reunión, como la cañera “Sin Sitio”, y canciones clásicas de su discografía, no faltaron “Futuro Para Mí”, “Acosándome” o “Buscando… Mirando”, le funciona a la perfección. Esto ocurre porque esos cortes nuevos no desentonan en ningún momento entre los antiguos, algo, a mi parecer, positivo que no consiguen otros muchos grupos que tienen que tirar de repertorio del año catapúm para que les prestes atención. Sigo pensando que la incorporación de Andoni a la batería ha sido todo un acierto, le da un grado más de potencia al grupo. Le cantamos el cumpleaños feliz a Patxi y traca final con dos de sus mejores canciones, “Devorando las Calles” y, evidentemente, “Muros”. Si se me hizo corto el concierto es porque, con toda seguridad, lo estaba disfrutando tanto que quería más y más. Se echó en falta algún que otro tema, pero el tiempo no lo permitió. ¡Aupa, Leize!





Primera carrera de la tarde para contactar con algun@s de l@s que habían llegado y con otr@s que ya estaba en el recinto y salir disparados para ver, por primera vez por estas tierras, a Armored Saint. Ha sido uno de los conciertos que más me ha gustado de todo el festival. Todos los componentes se encuentran a un gran nivel, aunque destacaría la voz de John Bush. Comenzaron con “Winds Hand Down” dando a entender que la espera de treinta años sin pisar escenarios ibéricos ha merecido la pena. Bush no paró de conectar con la peña en ningún momento y, junto al bajista Joey Vera, recorrió el escenario de arriba abajo y de un lado a otro no sé cuántas veces. Siguieron con “March Of The Saint” asegurándose, de esta forma, que no dejásemos de prestar atención de aquí en adelante. Trallazo tras otro del calibre de “Long Before I Die”, “Chemical Euphoria” o “Last Train Home” no hicieron otra cosa que engrandecer lo que estábamos viviendo. Como suele ocurrir se despidieron con un manojo de sus mejores clásicos, “Reign Of Fire”, “Can U Deliver” y, cerrando su actuación, “Madhouse”. Otro show que se me hizo cortísimo. Espero que no tarden tanto en volver y poder disfrutar de ellos en una sala como es debido.





Segunda vez que veo en directo a Unisonic, proyecto en común de Michael Kiske y Kai Hansen. Aclaro que en ningún momento me defraudaron, Kiske me sigue pareciendo un portento de voz y qué decir de Hansen a las seis cuerdas, lo que me ha pasado ambas veces es que me encuentro ante el típico grupo con el que disfruto más escuchándolo en casa que viéndolo en directo. Su concierto, desde el comienzo con “For The Kingdom”, me resultó bastante lineal. Suben y bajan de intensidad, que es mucha, todo sea dicho, intercalando temas como “King For A Day” con “When The Deed Is Done”, “Star Rider” y “Throne Of The Dawn”. No es que lo hicieran mal, no me refiero a eso, es que hasta que no llegó la traca final con cortes de Helloween, en este caso “March Of Time” y “I Want Out”, y el homónimo, “Unisonic”, no vi que la peña se animara del todo. Tal vez estos amplios escenarios se les queden aún grandes y necesiten de recintos más cercanos, con un público volcado directamente con ellos, para impactar más, potencial para ello tienen.





Primera cagada por mi parte con respecto al cartel. Tenía unas ganas inmensas de ver a Overkill, pero una vez de vuelta en el muñeco Rosendo punto de reunión, empezó a aparecer este, aquella y el otro. Total, que al final, nos pusimos de cháchara, unas risas y cervezas y sólo pude disfrutarlos de fondo. Me lo he reprochado durante todo el fin de semana, aunque el momento que os cuento estuvo genial. Fuimos cogiendo sitio poco a poco en frente del escenario donde actuaría Maiden mientras podíamos observar lo que Barón Rojo ofrecía en el contiguo. Los Barones siempre han sido uno de mis grupos preferidos, pero verles, como los he visto en las tres o cuatro últimas veces, me da mucha pena. No digo pena en el sentido de que estén acabados, un poco sí que lo están, todo sea dicho, sino en el sentido de contemplar un grupo con el que has crecido, disfrutado y vibrado en el estado en que se encuentra. Que sí, que no tuvieron el mejor sonido del festival, fue uno de los peores, pero escuchar a Carlos cantar los temas de Sherpa me produce aflicción. Empezaron fuerte con “El Malo” a la que fueron añadiendo otros clásicos tales como “Las Flores Del Mal”, “Resistiré”, “Los Rockeros Van Al Infierno” y, una de mis preferidas de siempre, “Cuerdas De Acero”. Está claro que escuchar estas canciones en directo te hace cantarlas a grito pelao, pero, y perdonad que insista, las sigo viviendo muy distintamente a como lo hacía antes. Si a esto le sumas que meten algunos cortes de su trabajo “Tommy Barón” y te vas con “El Rey Del Pinball” no es que lo arregles, precisamente. Lo pasé mal, no por ellos, sino por mí, qué rabia. Bueno, esperemos que, como bien dicen ellos: “Ojalá el tiempo no logre romper todos los lazos que les unen al Rock”.






Todo el concierto de Barón Rojo de pié en el mismo medio metro cuadrado, con dos tipos detrás que no pararon de hablar hasta que Maiden no llevaba media hora de actuación. Encima se enfadan porque tiro fotos mientras ellos se cuentan sus quehaceres del monte y demás peripecias en vez de mirar al frente y disfrutar del impresionante escenario de los ingleses, así es cómo comencé la actuación de la Dama. No sé si les sentó mal a los dos bigardos parlanchines mi reacción cuando me dijeron que bajara la cámara, pero estar oyendo temas de vacas, alfalfas, casorios y folleteos de su pueblo pegados a tu nuca, dejando claro que uno es de pueblo y viene de familia de pastores y gente del campo de toda la vida, no es precisamente para que se pusieran quisquillosos con el asunto. No entenderé nunca a esta peña que va a los conciertos y parecen viejas sentadas en la mesa camilla de su comedor dándole a la sin hueso en vez de gozar con todo lo que tienes a veinticinco metros de tu cara.







Anécdota aparte, Maiden se encuentran en un momento excelente. La voz de Dickinson parece hallarse en uno de sus mejores estados, Harris no deja de aporrear su bajo mientras corre por todos lados del escenario, los guitarras aparentan más cohesión que nunca y Nicko, como siempre, a lo suyo tras ese set de timbales, cajas y platillos que le cubren todo alrededor. Tuvieron un sonido, como era de esperar, brutal, una puesta en escena curradísima y una decoración, cambiante a base de telones según iba avanzando el concierto, que recordaba a tiempos pretéritos sin envidiar nada a éstos. Después de aparecer en las pantallas la publicidad de su video juego, comenzó a sonar “Doctor, Doctor” de UFO y, como es habitual, empezó a revolucionarse todo el público. Atacaron de principio, como también es habitual en sus shows, con el corte que abre su nuevo trabajo, en este caso “If Eternity Should Fail” dando por sentado que aquello iba a ser, como en realidad fue, algo grande. A pesar de ser aún de día, les encanta eso de comenzar con mucha luz e ir avanzando según va cayendo la noche hasta que ésta lo cubre todo, el escenario y toda su parafernalia te hipnotizaba casi tanto como la música. Poco descanso para arremeter con “Speed Of The Light”, segunda que cayó de su reciente disco, y nos echaron encima el primer clásico de la jornada, “Children Of The Damned”. Vuelta a su actual disco, para algo lo vienen presentando, con “Tears Of Clown” y “The Red And The Black”. No sé exactamente cómo lo consiguen, pero todos estos temas actuales crecen con su interpretación en directo sin desentonar junto con otros míticos como “The Trooper” y “Powerslave” que fueron los dos siguientes, ya os podéis figurar como saltamos y gritamos con ambas. Vuelta a su último redondo con “Death Or Glory”, una de mis preferidas del disco, y la homónima “The Books Of Souls” donde apreció el gran Eddie maza en mano amenazando a todo lo que se movía para acabar disputando un combate con Bruce que terminaría por arrancarle el corazón al monstruo y arrojarlo al público. Él, o la, que se hiciera con tan preciado obsequio tendrá recuerdo para unas cuantas vidas, dadlo por hecho. Hasta aquí las canciones recientes, insisto en que todas sonaron cañón, a partir de ese instante nos machacaron con una lista de clásicos que nos voló la cabeza. Veinte mil almas saltando y cantando “Hallowed By The Name”, uno de mis favoritos de siempre, l@s mism@s que nos desgañitamos con los coros de “Fear Of The Dark”, una que no falta nunca porque es uno de los mejores instantes del concierto. Cabeza hinchable y enorme de Eddie para “Iron Maiden” y despedida ante de los bises. Estos comenzaron con “The Number Of The Beast” con el cuerpo de un diablo de brazos cruzados que se movía de izquierda a derecha y te miraba con unos penetrantes ojos rojos. Dickinson aprovechó la presentación de “Blood Brothers” para hacer un pequeño discurso defendiendo la unión entre los pueblos, enumeró alguna de las banderas que se veían por allí, ante las diferencias que puedan existir entre ellos. Fueron unos minutos mágicos que se agrandaron con la interpretación de esta canción perteneciente al álbum con el que regresó el frontman después de su salida de la banda. Cierre apoteósico con un tema poco habitual para el mismo, “Wasted Years”. Quizá esto fuese lo más flojo de su show. Está claro que no es, ni por asomo, un mal tema, pero no estoy muy seguro de que sirva especialmente para cerrar sus conciertos. De todas formas, Maiden se salió, son un portento de banda que espero sigamos viendo muchos años muchas veces, yo ya he perdido la cuenta desde aquel mítico Monster Of Rock del 88. No es que sean grandes, están por encima de eso. Su poder de convocatoria, su entrega, repertorio y espectáculo lo corroboran cien por cien.





Desbanda apoteósica del recinto y sitio por doquier para ver a Loudness. A los japoneses les tocó bailar con el instante peor del festival. Lo positivo de esto, que le echaron más ganas aún que el año pasado y que, como dije antes, había espacio de sobra para disfrutar de su concierto. Lo negativo, que tardamos una vida en cambiarnos de escenario, con deciros que ya habían tocado sus tres primeros temas, dos de sus clásicos, “Crazy Nights”, por más que intentábamos avanzar no lo conseguíamos, “Heavy Chains” y el que da nombre a su último disco, “The Sun Will Rise Again”, cuando llegamos verdaderamente a ponernos en frente de los nipones. Una vez tranquilos delante del escenario, pudimos comprobar la maestría, ya lo dejó claro el año anterior, de su guitarra Akira Takasaki. Estoy seguro de que si este señor fuera europeo o yanqui lo tendríamos en un pedestal, pero es lo que pasa cuando no lo eres, algo que nos recuerda a muchos de los guitarristas que tenemos repartidos por el Estado. Al que noté un poco más fuera de lugar, sólo a veces, fue al cantante, Minuro Niihara. Con “In The Mirror” conseguimos entrar de lleno en la actuación que se calentó con “Let It Go”, ésta también fue de las cañeras, “The Power Of Truth” o con “The Law Of Devil´s Land”. Esa base rítmica atronadora a cargo del bajista Masayoshi Yamashita y el batera Masayuki Suzuki son toda una garantía de potencia a la hora de llevar a cabo temas como “Mortality” y “S.D.I.”, con el que cerraron. Me encantan Loudness, lo hicieron siempre en disco y, los dos veces que los he visto, lo han hecho en directo. Otros que se dejan caer bien poco por aquí y que no deberías pasar por alto si tenéis la oportunidad de verlos.






Rata Blanca nunca fue muy de mi agrado, aquí hubo discrepancias en nuestro grupo a la hora de quedarse a verlos o no. Yo formé parte del segundo bloque que, todo hay que decirlo, se redujo a tres componentes. Aprovechamos para comer, desde que dejé del apartamento hasta las 00:15 que dio comienzo el show de los argentinos no había probado bocado, salir un poco fuera del recinto y calmarnos para la recta final del día a cargo de la diosa del Metal, Doro Pesch. Con lo pequeña que es y lo enorme que es esta mujer. Es que nada más verla encima de las tablas ya logra sacarte una sonrisa que no desaparece de tu cara hasta el final del concierto. Claro que esto lo consigue arropada por ese pedazo de banda que lleva con ella no sé cuántos años ya, dirán lo que quieran, pero la estabilidad de miembros en un grupo es algo que siempre viene bien al mismo, y con un comienzo a base de temas de Warlock como “Earthshaker Rock”, “I Rule The Ruins”, “Burning The Witches”, embobad@s nos deja siempre con ésta, y “Fight For Rock”, así cualquiera se mete en el saco a la audiencia. He de destacar que para el show de la cantante alemana volvió a llenarse la parte del escenario que le correspondía. Bueno, no tanto como con Maiden, eso está claro, pero sí mucho más que con las dos bandas anteriores a ella. “Raise Your Fist In The Air” hizo que levantáramos los puños durante toda su interpretación. Vuelta a Warlock con “Metal Racer”, qué gustazo, y la balada “Für Immer” antes de arremeter con “We Are The Metalheads”, otros de los instantes más subidos de tono de su recital. Guardó para el final “Revenge” y, otra de Warlock, la imprescindible “All We Are” con la que dejó caer el telón de la jornada de los escenarios grandes del Rock Fest mientras cantábamos una y mil veces su estribillo. Doro sigue siendo una apuesta segura, de esas que nunca falla, algo que esta vez tampoco ocurrió.




Afónico acabé el sábado con tanto desgañitarme con, entre otros, Leize, Armored Saint, Maiden, Loudness y Doro. Un lujazo que el metro de Barcelona esté abierto toda la noche. Esto nos permitió librarnos de la cola de los taxis y llegar a casa con buena hora para descansar antes de afrontar la jornada final del domingo, quizá, para mi gusto, la más tranquila, sólo un poco, del festival, pero eso ya os lo cuento en la siguiente crónica.





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