viernes, 22 de julio de 2016

Rock Fest Barcelona 2016: Jornada Del Domingo







Última jornada de la edición 2016 del Rock Fest Barcelona. ¿Os imagináis lo que supone para alguien que habla por los codos quedarse afónico? Pues esa fue mi situación durante todo el domingo. Con la tontería me di cuenta de que el lenguaje de signos debería estar más extendido porque, a veces, era insufrible que no te entendieran. Es verdad que el cartel de este día tenía ciertos atractivos tipo The Answer, me ha jodido mucho perdérmelos, Obituary o Impellitteri, pero con el derrote del sábado el cuerpo me pedía algo de descanso y tranquilidad. La decisión final fue llegar para ver, en primer lugar, a los Anthrax.






Los neoyorkinos siempre son una apuesta segura. Los he visto ya no sé cuántas veces y nunca han errado en sus actuaciones. Una pena que se note un poco el mal rollito entre Scott Ian Y Belladona, aunque, como profesionales que son, en escena queda diluido por la intensidad de sus temas. La voz de Joey parece encontrarse en uno de sus mejores momentos, Frank Bello sigue siendo todo un espectáculo por sí solo, mientras que Ian y Donais hicieron una gran labor a las seis cuerdas y el sustituto de Benante, John Dette, hizo una gran labor tras los parches. Comenzaron con “You Gotta Believe” de su último trabajo, desde este momento nos pudimos dar cuenta de que Belladona iba a ser el centro de atención del show, a mí fue el que más me gustó. Engancharon directamente con uno de sus clásicos, “Cought In A Mosh” y primeros revuelos y empujones de la tarde. Sabiendo que no debían bajar el potencial atacaron con otros dos de sus temas más conocido, “Got The Time” y “Madhouse”. Todo un gustazo vivir este tipo de conciertos, se te quitan todos los males de golpe. Un poco de descanso, os podéis suponer el descanso que puede dar esta banda, durante la interpretación de “Fight´Em ´Till You Can” y vuelta a su nueva obra con “Evil Twin”. La esperadísima “Antisocial” puso otra vez el recinto patas arriba para dejar paso a la última entrega de su actual redondo, “Breathing Lightning”. Cierre por todo lo alto con “Indians” que nos dejó a tod@s con un gran sabor de boca. Lo dicho, Anthrax siempre responden y siempre lo hacen bien. De aquí a poco menos de un mes más en el Leyendas.







Durante el show de Amon Amarth me dediqué, en la siempre grata compañía de mi gran amigo Nervio, a hacer las compras correspondientes por los tenderetes del festival. Luego comimos algo y fuimos cogiendo sitio para la descarga de uno de los grandes nombres del cartel del domingo, Thin Lizzy. Vale que no son los originales, que pueden parecer un grupo tributo con grandes nombres, hay que tener en cuenta que en esta formación están Scott Gorham, guitarra, y Darren Wharton, teclados, pero lo que vivimos esa noche en Can Zam fue todo un homenaje a Phil Lynott y su legado. Destacaría la labor del vocalista-guitarrista Ricky Warwick, siempre teniendo en cuenta el pedazo de elenco de músicos que lleva acompañándole, pues fue el encargado de conectar en todo momento con el público, haciendo las presentaciones por todo lo alto de Scott Ttravis y Tom Hamilton y recordando, llegado el momento tanto a Lynott como a Gary Moore. Con un inicio de concierto a base de “Jailbreak”, celebraban el 40 aniversario de la edición de este disco, “Are You Ready?”, esta fue como dar al botón del rebobinado del tiempo, y “Killer On The Loose” te aseguras que el público vaya a comer directamente de tu mano. Un escenario constituido por un par de pantallas traseras, donde nunca dejaron de aparecer incontables fotos de Lynott y portadas míticas de sus discos, el logo de la banda, que se iluminó de mil maneras, ocupando la parte central del escenario y un juego de luces hipnotizador consiguieron subir más aún la temperatura del show. Muy buena “Dancing In The Moonlight” que, enganchada a la cañera “Massacre”, obtuvo una de las mejores respuestas del público. “Emerald” y su melodía nos trasportó por un instante a tierras irlandesas. Fue durante la presentación del siguiente tema, “Rosalie”, versión de Bob Seger, cuando Warwick hizo alusión tanto Lynott como a Moore, uno de los momentos más emotivos del concierto, sin duda. Con “Don´t Believe A Word” nos devolvieron la alegría y el recuerdo y la melancolía pasaron, de nuevo, a segundo plano. El hecho de que alargaran “Cowboy Song” no sé si fue para descansar un poco de tanta adrenalina o, más bien, para que la interpretación y entrega que esperaban con “The Boys Are Back In Town” fuera mayor todavía. Brutal, no podía ser de otra manera, este tema en directo. “Róisín Dubh (Black Rose): A Rock Legend” fue la grata sorpresa del show, siempre con Lynott presente a través de las fotos de la pantalla. Cerraron su concierto con la mítica “Whiskey In The Jar” que fue coreada por tod@s l@s que componían la audiencia, menos l@s afónic@s como yo, poniendo un broche final a un tremendo show. Muy buenos, de lo mejor del festival.







Whitesanke eran los siguientes en aparecer en escena en el escenario de la derecha. Partiendo de que el señor Coverdale se rodea, no podía ser de otra manera a estas alturas de su carrera, de unos musicazos y de que estuvo mucho mejor, vocalmente hablando, que la última vez que le vi junto a Def Leppard y Europe, se puede decir que el show que ofreció en este Rock Fest fue correcto, sin más. Es imposible que no te alegres cuando, para empezar el concierto, escuchas “Bad Boys – Children Of The Night” y “Slide It In” del tirón. Son canciones tan ancladas en nuestra memoria que, aunque él no las cante igual, su efecto siempre es magnético. Sabedor de que siguiendo con un principio demoledor apaliaría cualquier tipo de problema nos puso delante “Love Ain´t No Stranger” y, claro, tod@s tan content@s. “The Deeper The Love” pasó un poco desapercibida después de la muestra inicial, pero todo volvió a su cauce, sea este el que fuera, con “Fool For Your Loving”. Primer solo, en este caso de guitarra a cargo de Reb Beach, ¿realmente son necesarios los solos en los conciertos de un festival o sirven para darle cancha al cantante?, seguro que a Coverdale estos instantes de relax le vienen como caídos del cielo. Tiraron de nostalgia con “Slow And Easy” y otro solo, en este caso interpretado al bajo por Michel Devin. Pero, esperaros, que vuelven a la carga con ese temazo que lleva por título “Crying In The Rain” y otro solo más, ahora le tocó el turno al siempre atronador Tommy Aldridge. Veis ahora lo que quería decir antes con tanto solo. No creo que estén mal, nunca lo he pensado, pero opino que podían hacerlos en sus shows particulares y en los del tipo que nos concierne añadir, al menos, un tema más, tiempo hubieran tenido para ello. De aquí en adelante fue una cascada de canciones que acabaron alegrando el show al personal, yo me incluyo. Desde luego si con la balada “Is This Love?”, unida a “Give All Your Love” y la portentosa “Here I Go Again” no consigues encandilar al público mejor que eches el candao al chiringuito y te largues. Cierre final con “Still Of The Night” y, flotando en el aire, la eterna discusión con este grupo: ¿Deben seguir o colgar los instrumentos, visto lo visto? Cada cual tendrá su opinión, pero yo, al igual que con Barón Rojo, aunque no tanto, paso muy mal trago cuando veo a estas bandas que forman parte la banda sonora de mi vida en estas tesituras encima de las tablas. No soy nadie para decir que se retiren, esa debe ser una reflexión propia de ellos. Ahora bien, que asuman, a su vez, las críticas que les caerán por sus decisiones y, sobre todo, por sus actuaciones.







Twisted Sister fue el grupo que me alegró la noche. Con esto no quiero decir que las otras bandas que vi no lo hicieran, pero desde el comienzo con, sonando anteriormente como intro “It´s A Long Way To The Top” de AC/DC, “What You Don´T Know”” no paré de moverme en ningún instante. Eso sí, si Whitesnake pudo haber tocado algún tema más suprimiendo tanto solo, suprimiendo las parrafadas que suelta Dee Snider y, cuando tiene ocasión, Jay Jay French, hubiéramos disfrutado, al menos, de dos canciones más, entre las que habría incluido, por ejemplo, “Come Out And Play” que volvieron a dejarse en el guardarropa. A parte de esto, con “The Kids Are Back” y “Burn In Hell” encarrilaron un show que, como ya he dicho, fue uno de los más intensos del festival. “Destroyer” sonó tan potente como se esperaba. Continuaron “Like A Knife In The Back” como preludio de la inmensa “You Can´t Stop R&R” con la que, como su nombre indica, no paramos quiet@s. Con “The Fire Still Burns” siempre nos recuerdan al fallecido batería A. J. Pero, es un gran tema, todo sea dicho. La bailonga “I Am (I´m Me)” quedó un poco en el olvido cuando atacaron con, cómo la llamamos: “Huevos Con Aceite” o “We´re Not Wanna Take It”. Independientemente de esto, está claro que es su corte más conocido y con él consiguen el efecto que pretenden de sobra. Siempre es uno de los momentos cumbre de su actuación. Un poco de respiro con “The Price” que aprovechó Snider para dedicarla a los músicos que hemos perdido durante los últimos meses, Jimmy Bain, Lemmy o David Bowie y paso siguiente con, siempre es un placer escuchar un tema con tanta solera, “Under The Blade”, a mí me trae muchos y buenos recuerdos. ¿Quién no quería Rock en el festival barcelonés? Todo@s gritamos, bueno, yo no, la puñetera afonía, “I Wanna Rock” hasta la saciedad. Cerraron su show con “S.M.F.”, tema que no veo con claridad que sirva para hacerlo, allá ellos. Ahora entramos en la cuestión de la despedida o no del grupo. Que el año pasado se metieran de manera frontal con Scorpions y Judas por decir que se largan y luego no hacerlo y tenerlos, de nuevo, en frente con la misma retahíla me parece una sobrada por parte de Snider y compañía. A veces a Dee ese le va la fuerza por la boca, pero, lejos de tragarse sus palabras, insiste en burlarse y atacar a otras bandas con este tema mientras ellos hacen exactamente lo mismo, quizá peor, porque las bandas que él nombra, al menos sacan trabajos nuevos, los neoyorkinos llevan viviendo de las rentas ni se sabe. Pues nada, tres veces seguidas llevan en el Rock Fest, veremos si al año que viene no están en el cartel de nuevo, sería ya el remate de tanta tontería. A pesar de todo, fueron los que me dieron fuerzas para quedarme a Slayer y un poco más, eso siempre será un punto a su favor.







Mi relación con Slayer siempre ha sido un tanto curiosa. Los he visto infinidad de veces y pocas veces, esta tampoco, me defraudan. La cuestión es que nunca he seguido a la banda de manera regular y en casa no los escucho, pero luego los veo en directo y me gustan. Gary Holt entró en el grupo por lo problemas físicos de Jeff Hanneman, pero parece ser que, después de la muerte del guitarrista rubio, ha pasado a ser miembro oficial de la banda. Lo que no estoy tan seguro es de si las funciones de Dave Lombardo a la batería son bien suplidas por Paul Bostaph. No es que este tío lo haga mal, todo lo contrario, pero la gran pegada de Lombardo es difícil de alcanzar. Arrancaron con la homónima de su último trabajo, “Repentless”, seguida de “Discipline” que fueron como dos puñetazos directos a la sien. El primer alboroto de su concierto llegó durante la interpretación de “Postmortem” y siguió sin descanso mientras caían “Hate Worlwide” y la mítica “War Ensemble”. Volvieron por la senda de su último disco con “When The Stillness Comes” y “You Against You” que encajaron de buena manera en el repertorio que nos estaban ofreciendo. De aquí en adelante nos fueron dando zarpazos del calibre de “Mandatory Suicide” y “Fight Till Death”. Siguieron caldeando el ambiente más aún con “Dead Skin Mask” y la tremenda “Seasons In The Abyss”. Traca semifinal, de las buenas, con “South Of Heaven”, en primer lugar, seguida de “Raining Blood” con el público más que entregado. Sacaron un telón donde podíamos leer el nombre de su guitarrista desaparecido para interpretar “Black Magic” y cierre por todo lo alto con, no podía ser de otra forma, “Angel Of Death”. Bestiales Salyer, no se esperaba menos de ellos. Se convirtieron en un gran colofón para cerrar esta tercera edición del Rock Fest.





Una parte de nuestro grupo se quedó para ver a las Thundermother, yo no fui de ellos pues ya las había visto hace poco por aquí, otros se fueron directamente a pillar taxi y algunos, entre los que me cuento, salimos al garito de fuera a cenar algo antes de regresar al apartamento, esta vez no sin hacer mucha cola para coger el taxi de vuelta. Tengo que reconocer que, después de la diferencia con el cartelazo del 2015 y el problema que hubo al principio con la venta de entradas, este año iba a Barcelona con la idea de disfrutar más del momento que de la música. Al final han sido ambas cosas. He pasado muy buenos ratos con gente que hemos conocido este año de otros puntos del Estado con los que se han fraguado proyectos o simplemente una nueva amistad, o ambas cosas, que ya es más que suficiente. En cuanto a sonido, me parece que el festival ha estado por encima de lo que se esperaba, con excepciones, como es normal. Han subsanado el tema de accesos, pulseras y espacio. La peña que curra en las barras siempre han sido muy atent@s, con la carpa propia del Rock Fest como uno de los mejores sectores. La zona de la comida muy bien delimitada y con más variedad que el año anterior. Aunque en los tenderetes casi siempre encuentras lo mismo, éstos no dejan de ser un punto de atracción para el personal que da mucho más colorido al entorno. Más atracciones para fotografiarse y la carpa con actuaciones que, a pesar de que yo no haya visto ninguna, siempre son de agradecer. Todas mis dudas y miedos se han desvanecido y se han convertido en deseos de volver el próximo año. ¡Nos vemos en Can Zam en 2017!


jueves, 21 de julio de 2016

Rock Fest Barcelona 2016: Jornada Del Sábado







Segunda jornada del Rock Fest Barcelona, más multitudinaria y calurosa que la anterior. Se nota el poder de convocatoria de los Maiden, no sé qué habría pasado si éste hubiera sido su único concierto en la Península. Aun así, siguen atrayendo a más gente que la mayoría de las bandas, digamos, grandes. Yo empecé el día, musicalmente hablando, bastante temprano y acabé más cansado que el anterior. Hay que reconocer que fueron un montón de bandas seguidas con apenas descanso, también hubo alguno, como os contaré más adelante.






Me fui solo, alrededor de las 14:30, del apartamento con la intención de ver a Leize como primer grupo del sábado. Llegué, al igual que el día anterior, como cinco minutos antes de que empezara su actuación y… ¿qué queréis que os diga? Me sigue pareciendo una banda portentosa. Los he visto como cuatro veces desde su reunión y en todas lo he flipao. Después del mal sabor de boca que se nos quedó el pasado Mayo cuando suspendieron su concierto con Los Suaves tenía que verlos sí o sí. Esa mezcla de temas nuevos del calibre de “¿Dónde está?” y “Sospechoso”, con alguno de su trabajo de reunión, como la cañera “Sin Sitio”, y canciones clásicas de su discografía, no faltaron “Futuro Para Mí”, “Acosándome” o “Buscando… Mirando”, le funciona a la perfección. Esto ocurre porque esos cortes nuevos no desentonan en ningún momento entre los antiguos, algo, a mi parecer, positivo que no consiguen otros muchos grupos que tienen que tirar de repertorio del año catapúm para que les prestes atención. Sigo pensando que la incorporación de Andoni a la batería ha sido todo un acierto, le da un grado más de potencia al grupo. Le cantamos el cumpleaños feliz a Patxi y traca final con dos de sus mejores canciones, “Devorando las Calles” y, evidentemente, “Muros”. Si se me hizo corto el concierto es porque, con toda seguridad, lo estaba disfrutando tanto que quería más y más. Se echó en falta algún que otro tema, pero el tiempo no lo permitió. ¡Aupa, Leize!





Primera carrera de la tarde para contactar con algun@s de l@s que habían llegado y con otr@s que ya estaba en el recinto y salir disparados para ver, por primera vez por estas tierras, a Armored Saint. Ha sido uno de los conciertos que más me ha gustado de todo el festival. Todos los componentes se encuentran a un gran nivel, aunque destacaría la voz de John Bush. Comenzaron con “Winds Hand Down” dando a entender que la espera de treinta años sin pisar escenarios ibéricos ha merecido la pena. Bush no paró de conectar con la peña en ningún momento y, junto al bajista Joey Vera, recorrió el escenario de arriba abajo y de un lado a otro no sé cuántas veces. Siguieron con “March Of The Saint” asegurándose, de esta forma, que no dejásemos de prestar atención de aquí en adelante. Trallazo tras otro del calibre de “Long Before I Die”, “Chemical Euphoria” o “Last Train Home” no hicieron otra cosa que engrandecer lo que estábamos viviendo. Como suele ocurrir se despidieron con un manojo de sus mejores clásicos, “Reign Of Fire”, “Can U Deliver” y, cerrando su actuación, “Madhouse”. Otro show que se me hizo cortísimo. Espero que no tarden tanto en volver y poder disfrutar de ellos en una sala como es debido.





Segunda vez que veo en directo a Unisonic, proyecto en común de Michael Kiske y Kai Hansen. Aclaro que en ningún momento me defraudaron, Kiske me sigue pareciendo un portento de voz y qué decir de Hansen a las seis cuerdas, lo que me ha pasado ambas veces es que me encuentro ante el típico grupo con el que disfruto más escuchándolo en casa que viéndolo en directo. Su concierto, desde el comienzo con “For The Kingdom”, me resultó bastante lineal. Suben y bajan de intensidad, que es mucha, todo sea dicho, intercalando temas como “King For A Day” con “When The Deed Is Done”, “Star Rider” y “Throne Of The Dawn”. No es que lo hicieran mal, no me refiero a eso, es que hasta que no llegó la traca final con cortes de Helloween, en este caso “March Of Time” y “I Want Out”, y el homónimo, “Unisonic”, no vi que la peña se animara del todo. Tal vez estos amplios escenarios se les queden aún grandes y necesiten de recintos más cercanos, con un público volcado directamente con ellos, para impactar más, potencial para ello tienen.





Primera cagada por mi parte con respecto al cartel. Tenía unas ganas inmensas de ver a Overkill, pero una vez de vuelta en el muñeco Rosendo punto de reunión, empezó a aparecer este, aquella y el otro. Total, que al final, nos pusimos de cháchara, unas risas y cervezas y sólo pude disfrutarlos de fondo. Me lo he reprochado durante todo el fin de semana, aunque el momento que os cuento estuvo genial. Fuimos cogiendo sitio poco a poco en frente del escenario donde actuaría Maiden mientras podíamos observar lo que Barón Rojo ofrecía en el contiguo. Los Barones siempre han sido uno de mis grupos preferidos, pero verles, como los he visto en las tres o cuatro últimas veces, me da mucha pena. No digo pena en el sentido de que estén acabados, un poco sí que lo están, todo sea dicho, sino en el sentido de contemplar un grupo con el que has crecido, disfrutado y vibrado en el estado en que se encuentra. Que sí, que no tuvieron el mejor sonido del festival, fue uno de los peores, pero escuchar a Carlos cantar los temas de Sherpa me produce aflicción. Empezaron fuerte con “El Malo” a la que fueron añadiendo otros clásicos tales como “Las Flores Del Mal”, “Resistiré”, “Los Rockeros Van Al Infierno” y, una de mis preferidas de siempre, “Cuerdas De Acero”. Está claro que escuchar estas canciones en directo te hace cantarlas a grito pelao, pero, y perdonad que insista, las sigo viviendo muy distintamente a como lo hacía antes. Si a esto le sumas que meten algunos cortes de su trabajo “Tommy Barón” y te vas con “El Rey Del Pinball” no es que lo arregles, precisamente. Lo pasé mal, no por ellos, sino por mí, qué rabia. Bueno, esperemos que, como bien dicen ellos: “Ojalá el tiempo no logre romper todos los lazos que les unen al Rock”.






Todo el concierto de Barón Rojo de pié en el mismo medio metro cuadrado, con dos tipos detrás que no pararon de hablar hasta que Maiden no llevaba media hora de actuación. Encima se enfadan porque tiro fotos mientras ellos se cuentan sus quehaceres del monte y demás peripecias en vez de mirar al frente y disfrutar del impresionante escenario de los ingleses, así es cómo comencé la actuación de la Dama. No sé si les sentó mal a los dos bigardos parlanchines mi reacción cuando me dijeron que bajara la cámara, pero estar oyendo temas de vacas, alfalfas, casorios y folleteos de su pueblo pegados a tu nuca, dejando claro que uno es de pueblo y viene de familia de pastores y gente del campo de toda la vida, no es precisamente para que se pusieran quisquillosos con el asunto. No entenderé nunca a esta peña que va a los conciertos y parecen viejas sentadas en la mesa camilla de su comedor dándole a la sin hueso en vez de gozar con todo lo que tienes a veinticinco metros de tu cara.







Anécdota aparte, Maiden se encuentran en un momento excelente. La voz de Dickinson parece hallarse en uno de sus mejores estados, Harris no deja de aporrear su bajo mientras corre por todos lados del escenario, los guitarras aparentan más cohesión que nunca y Nicko, como siempre, a lo suyo tras ese set de timbales, cajas y platillos que le cubren todo alrededor. Tuvieron un sonido, como era de esperar, brutal, una puesta en escena curradísima y una decoración, cambiante a base de telones según iba avanzando el concierto, que recordaba a tiempos pretéritos sin envidiar nada a éstos. Después de aparecer en las pantallas la publicidad de su video juego, comenzó a sonar “Doctor, Doctor” de UFO y, como es habitual, empezó a revolucionarse todo el público. Atacaron de principio, como también es habitual en sus shows, con el corte que abre su nuevo trabajo, en este caso “If Eternity Should Fail” dando por sentado que aquello iba a ser, como en realidad fue, algo grande. A pesar de ser aún de día, les encanta eso de comenzar con mucha luz e ir avanzando según va cayendo la noche hasta que ésta lo cubre todo, el escenario y toda su parafernalia te hipnotizaba casi tanto como la música. Poco descanso para arremeter con “Speed Of The Light”, segunda que cayó de su reciente disco, y nos echaron encima el primer clásico de la jornada, “Children Of The Damned”. Vuelta a su actual disco, para algo lo vienen presentando, con “Tears Of Clown” y “The Red And The Black”. No sé exactamente cómo lo consiguen, pero todos estos temas actuales crecen con su interpretación en directo sin desentonar junto con otros míticos como “The Trooper” y “Powerslave” que fueron los dos siguientes, ya os podéis figurar como saltamos y gritamos con ambas. Vuelta a su último redondo con “Death Or Glory”, una de mis preferidas del disco, y la homónima “The Books Of Souls” donde apreció el gran Eddie maza en mano amenazando a todo lo que se movía para acabar disputando un combate con Bruce que terminaría por arrancarle el corazón al monstruo y arrojarlo al público. Él, o la, que se hiciera con tan preciado obsequio tendrá recuerdo para unas cuantas vidas, dadlo por hecho. Hasta aquí las canciones recientes, insisto en que todas sonaron cañón, a partir de ese instante nos machacaron con una lista de clásicos que nos voló la cabeza. Veinte mil almas saltando y cantando “Hallowed By The Name”, uno de mis favoritos de siempre, l@s mism@s que nos desgañitamos con los coros de “Fear Of The Dark”, una que no falta nunca porque es uno de los mejores instantes del concierto. Cabeza hinchable y enorme de Eddie para “Iron Maiden” y despedida ante de los bises. Estos comenzaron con “The Number Of The Beast” con el cuerpo de un diablo de brazos cruzados que se movía de izquierda a derecha y te miraba con unos penetrantes ojos rojos. Dickinson aprovechó la presentación de “Blood Brothers” para hacer un pequeño discurso defendiendo la unión entre los pueblos, enumeró alguna de las banderas que se veían por allí, ante las diferencias que puedan existir entre ellos. Fueron unos minutos mágicos que se agrandaron con la interpretación de esta canción perteneciente al álbum con el que regresó el frontman después de su salida de la banda. Cierre apoteósico con un tema poco habitual para el mismo, “Wasted Years”. Quizá esto fuese lo más flojo de su show. Está claro que no es, ni por asomo, un mal tema, pero no estoy muy seguro de que sirva especialmente para cerrar sus conciertos. De todas formas, Maiden se salió, son un portento de banda que espero sigamos viendo muchos años muchas veces, yo ya he perdido la cuenta desde aquel mítico Monster Of Rock del 88. No es que sean grandes, están por encima de eso. Su poder de convocatoria, su entrega, repertorio y espectáculo lo corroboran cien por cien.





Desbanda apoteósica del recinto y sitio por doquier para ver a Loudness. A los japoneses les tocó bailar con el instante peor del festival. Lo positivo de esto, que le echaron más ganas aún que el año pasado y que, como dije antes, había espacio de sobra para disfrutar de su concierto. Lo negativo, que tardamos una vida en cambiarnos de escenario, con deciros que ya habían tocado sus tres primeros temas, dos de sus clásicos, “Crazy Nights”, por más que intentábamos avanzar no lo conseguíamos, “Heavy Chains” y el que da nombre a su último disco, “The Sun Will Rise Again”, cuando llegamos verdaderamente a ponernos en frente de los nipones. Una vez tranquilos delante del escenario, pudimos comprobar la maestría, ya lo dejó claro el año anterior, de su guitarra Akira Takasaki. Estoy seguro de que si este señor fuera europeo o yanqui lo tendríamos en un pedestal, pero es lo que pasa cuando no lo eres, algo que nos recuerda a muchos de los guitarristas que tenemos repartidos por el Estado. Al que noté un poco más fuera de lugar, sólo a veces, fue al cantante, Minuro Niihara. Con “In The Mirror” conseguimos entrar de lleno en la actuación que se calentó con “Let It Go”, ésta también fue de las cañeras, “The Power Of Truth” o con “The Law Of Devil´s Land”. Esa base rítmica atronadora a cargo del bajista Masayoshi Yamashita y el batera Masayuki Suzuki son toda una garantía de potencia a la hora de llevar a cabo temas como “Mortality” y “S.D.I.”, con el que cerraron. Me encantan Loudness, lo hicieron siempre en disco y, los dos veces que los he visto, lo han hecho en directo. Otros que se dejan caer bien poco por aquí y que no deberías pasar por alto si tenéis la oportunidad de verlos.






Rata Blanca nunca fue muy de mi agrado, aquí hubo discrepancias en nuestro grupo a la hora de quedarse a verlos o no. Yo formé parte del segundo bloque que, todo hay que decirlo, se redujo a tres componentes. Aprovechamos para comer, desde que dejé del apartamento hasta las 00:15 que dio comienzo el show de los argentinos no había probado bocado, salir un poco fuera del recinto y calmarnos para la recta final del día a cargo de la diosa del Metal, Doro Pesch. Con lo pequeña que es y lo enorme que es esta mujer. Es que nada más verla encima de las tablas ya logra sacarte una sonrisa que no desaparece de tu cara hasta el final del concierto. Claro que esto lo consigue arropada por ese pedazo de banda que lleva con ella no sé cuántos años ya, dirán lo que quieran, pero la estabilidad de miembros en un grupo es algo que siempre viene bien al mismo, y con un comienzo a base de temas de Warlock como “Earthshaker Rock”, “I Rule The Ruins”, “Burning The Witches”, embobad@s nos deja siempre con ésta, y “Fight For Rock”, así cualquiera se mete en el saco a la audiencia. He de destacar que para el show de la cantante alemana volvió a llenarse la parte del escenario que le correspondía. Bueno, no tanto como con Maiden, eso está claro, pero sí mucho más que con las dos bandas anteriores a ella. “Raise Your Fist In The Air” hizo que levantáramos los puños durante toda su interpretación. Vuelta a Warlock con “Metal Racer”, qué gustazo, y la balada “Für Immer” antes de arremeter con “We Are The Metalheads”, otros de los instantes más subidos de tono de su recital. Guardó para el final “Revenge” y, otra de Warlock, la imprescindible “All We Are” con la que dejó caer el telón de la jornada de los escenarios grandes del Rock Fest mientras cantábamos una y mil veces su estribillo. Doro sigue siendo una apuesta segura, de esas que nunca falla, algo que esta vez tampoco ocurrió.




Afónico acabé el sábado con tanto desgañitarme con, entre otros, Leize, Armored Saint, Maiden, Loudness y Doro. Un lujazo que el metro de Barcelona esté abierto toda la noche. Esto nos permitió librarnos de la cola de los taxis y llegar a casa con buena hora para descansar antes de afrontar la jornada final del domingo, quizá, para mi gusto, la más tranquila, sólo un poco, del festival, pero eso ya os lo cuento en la siguiente crónica.