Hay veces en que leer un libro, un cómic, un artículo o algo
por el estilo levanta en ti esa parte que llaman curiosidad por algo que
pensabas conocer. De esta forma, indagas sobre los hechos que se relatan en los
párrafos de lo leído y te das cuenta de que lo que tú creías saber al respecto
es tan sólo una mínima parte del tema es cuestión. Pues bien, eso es lo que me
ha ocurrido con esta obra de Ángel Muñoz, “Sólo Los Muertos No Hablan”.
Ángel nació en Quart, Girona, hace ya casi cuarenta años. Dedicado
al cómic y a la ilustración, consiguió cierto renombre en el mundo de las
viñetas con su primer trabajo, “La Traición Sabe A Oro Negro”. Después de
cuatro años de intenso trabajo saca a la luz la novela gráfica “Rapide!” basada
en el viaje que el Dragon Rapide hace desde Biarritz hasta las Palmas de Gran
Canaria para recoger a Franco. Con “Sólo Los Muertos No Hablan” vuelve a la
palestra y lo hace de una manera apabullante.
En primer lugar, destacaría la manera tan personal que tiene de
crear viñetas, con un estilo pocas veces visto con anterioridad. La idea de separar mediante el color a los dos
personajes principales de esta historia, marrón para Luís Guitart, azul para Enriqueta
Martí, es de suponer que, a veces, se solapan, hace que puedas estar pendiente
de las dos historias de manera, en principio, independiente, todo un acierto.
En cuanto al guion, el autor se centra en una de las épocas
más convulsas y violentas de la historia de este país, en general, y de Cataluña,
en particular. No está de más decir que los hechos que aquí se narran no
coincidieron en la realidad, pero esa es otra de las cosas que resaltaría de
este trabajo. Para no ser hechos coetáneos, todo lo narrado está tan bien
superpuesto que bien podrían serlo. La única razón es que, desde finales de la
primera década del siglo pasado hasta principios de los años veinte del mismo,
la convulsión social fue tal que los sucesos podrían haber ocurrido a la vez
sin ningún problema pues los problemas se extendieron de la misma manera y
forma durante dichos años.
En este cómic nos encontramos con dos personajes principales,
Luís Guitart, padre de Teresita, y Enriqueta Martí, más conocida como “La Vampira
Del Raval”. El nexo de unión entre ambos es la propia Teresita, ya que ésta fue
la última niña secuestrada por Enriqueta antes de que salieran a la luz todas
sus fechorías entre las que se encontraban explotación sexual de menores,
prostitución de l@s mism@s o asesinato, entre otros. Mientras, como trasfondo,
tenemos todo lo acontecido en Barcelona durante la Semana Trágica.
Luís es un obrero como otro cualquiera de aquel tiempo al que
sus condiciones laborales le impulsan a formar parte de la banda de “Los
Desheredados”, con ideas cercanas al anarquismo. Se tendrá que enfrentar con
los matones del Sindicato Libre, defensor, en principio, de los intereses de
Don Joaquín, su patrón, y demás empresarios de la capital catalana. Todo se
pone patas arriba cuando los reservistas son llamados a filas para luchar en la
guerra de Marruecos para defender los intereses que gente como el Marqués de
Comillas tenían en ese territorio, minas y ferrocarril, sobre todo. Durante el
transcurso de todas estas revueltas su hija Teresita Guitart será raptada por
Enriqueta Martí. Este suceso hará que la desconfianza de Luis en las fuerzas
del orden, ya mermada de por sí por los sucesos que vive en el plano laboral,
aumente de manera exponencial. Por razones exclusivas de la banda a la que
pertenece acabará espiando a su patrón y éste le llevará ante Enriqueta y su
propia hija.
El caso de “La Vampira Del Raval” fue algo que tuvo en ascuas
a la sociedad barcelonesa entre 1909 y 1912. Esta mujer se hacía pasar por
mendiga durante el día para secuestrar a niños de familias pobres y por la
noche se codeaba con la alta sociedad de la ciudad condal a la que ofrecía
distintos servicios procedentes de dichos infantes. La verdad es que era una mujer
cruel que tenía un buen negocio montado porque tenía una clientela que pagaba bastante
bien por el mismo. En el fondo, y sin quitarle culpabilidad a esta señora, nos
encontramos con lo de siempre, los pobres, en este caso niñ@s, un plus de
brutalidad en este asunto, “complaciendo” los vicios de los ricos. Os suena de
algo, ¿verdad?
No os contaré más de la obra porque, como siempre, mi interés
está en que la descubráis vosotr@s mism@s, pero, volviendo al punto de partida
de este artículo, lo que sí me gustaría es comentar un poco más todos aquellos
años. Por un lado, obreros luchando contra empresarios que realmente los tratan
como esclavos. A esto le sumas el bombazo que debió suponer que los reservistas
fueran movilizados para defender los intereses de esos empresarios dejando
atrás a sus familias en la más alta pobreza. Para rematar todo esto, que sepas
que toda esa alta sociedad que martiriza a miles de personas sacie sus bajos
instintos con tu hij@s. Esto no se puede comparar a una bomba de relojería, es,
simplemente, un obús de largo alcance que explotó porque no tenía más remedio
que hacerlo.
Ahora, con el paso de los años, vemos todas estas acciones
con cierto regusto romántico, no puedo con el romanticismo, me supera, pero seguro
que cuando arriesgaban sus vidas sabiendo que podían acabar con un tiro en la
nuca procedente del “Libre” o de la policía, cuando recibían esas terribles
palizas en comisarías y prisiones, cuando veían a su descendencia pasar hambre
o morir por enfermedades a cuyos remedios no podían acceder por falta de
recursos, no era tan de película como nos suponemos. Su lucha tenía un solo
fin, el derecho a ser tratados como personas. Se dejaron la piel, la vida, en
muchos casos, sus familias, para que nosotr@s pudiéramos disfrutar de ciertos
derechos que, últimamente, nos están arrebatando en nuestras propias narices. Creo
que se merecen un poco más de respeto, algo que nos estamos pasando por donde
tod@s sabemos. Estas personas no entendían la vida sin luchar porque sólo les
quedaba eso, luchar por un salario justo, por descansar un día a la semana o por
tener ciertas cosas que ahora vemos como normales y que, en aquel tiempo, eran
unos lujos. Pues nada, sigamos delante de nuestras pantallas, sigamos votando a
políticos corruptos que lavan la cara a los bancos y la patronal, demos más
patadas a refugiados que huyen de guerras que nos proporcionan grandes
beneficios y, sobre todo, sintámonos seguros con la excusa de que eso a mí no
me va a pasar.
A gente como Luís Guitart le robaban la vida día tras día,
ahora nos venden la vida día tras día, pero alguno de esos días nos daremos
cuenta de que no tenemos con qué pagarles la vida. Entonces será cuando empezará,
ya ha comenzado, a pasarnos lo que pensábamos que nunca nos pasaría.
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