martes, 10 de mayo de 2016

"Confesiones A Alá": Marie Avril Y Eddy Simon Adaptan Al Cómic La Novela De Saphia Azzeddine







Creo que es justo comenzar este artículo reconociendo que no he leído la novela de Saphia Azzeddine de igual título que el cómic que nos concierne. Esto es algo que me queda pendiente después de disfrutar de la fenomenal adaptación a viñetas que han llevado a cabo el guionista Eddy Simon y la ilustradora Marie Avril, ambos franceses. El dibujo de Marie imprime a esta obra lo esencial para que puedas apreciar con mayor amplitud todos los sentimientos que la protagonista de la misma tiene en su interior. Esas sensaciones las pone a flor de piel Eddy con este guion que te engancha a la primera queriendo saber cuál es realmente el destino del personaje principal de esta trama. En su largo recorrido, estos dos autores se han encontrado para dar a luz una adaptación real de la vida misma.




Jbara vive en una región aislada de Marruecos conocida como Tafafilt. Para ella es lo peor del mundo porque allí lo único que puede hacer para poder sobrevivir es cuidar de sus ovejas, aguantar las broncas de su padre, al que odia con toda su alma, compadecerse de su madre por aguantar al imbécil de su progenitor y entregar su cuerpo a algún pastor a cambio de regalos tan insignificantes para muchos, pero tan espléndidos para ella, como son yogures, galletas y chocolatinas. Como la mayoría de las mujeres pobres del planeta, carece de estudios que le permitan saber qué es el esperma y para qué sirve. Lo descubrirá de manera cruel, como suele pasar en estos casos, cuando comience a sentir naúseas y se vea rechazada por su familia y comunidad.







A pesar de todo esto, Jbara no se siente sola. Ella siempre tiene a su lado, para bien o para mal, a Alá, el puro. Mediante un monólogo constante con Él irá reflexionando sobre todo lo que se va encontrando en su camino. Alá le ha concedido uno de los mejores y más peligrosos dones, a los ojos de los hombres, que pueda recibir una mujer, la belleza. Lo que al principio es usado para saborear manjares de tres al cuarto acaba siendo el arma utilizada para subsistir y crecer económicamente. De esta manera, terminará siendo prostituta una vez llega a la ciudad después de ser expulsada de Tafafilt. Pero ella siente que ese no debería haber sido su destino de haber nacido rica. Así se lo expresara a su Dios, el único que la escucha y al que ama por encima de todo porque nunca le reprocha nada.




Esta obra nos lleva por los caminos que Jbara recorrerá, desde sus servicios en una mansión de la clase adinerada, aquellos que prestará a un jeque que la dejará tirada cuando se canse de ella o el matrimonio con un Imán de la ciudad que la cuidará lo mejor que puede. Durante todo este periplo ella sigue manteniendo su personal monólogo con Alá. A Él confesará sus miedos, alegrías, ambiciones o esperanzas. Alguna que otra vez se enfadará con Él porque las cosas no irán como ella pretende, pero siempre sentirá cercana su presencia en todo lo que hace, aun siendo consciente de que es pecado. De esta forma atravesaremos épocas de su vida donde la tragedia superará al júbilo, en otras la felicidad estará por encima de la frustración y, en la mayoría, la verdad de lo que es el mundo y la sociedad que le rodea serán la primera plana de sus confesiones. Os animo a que descubrías todo esto porque, dad por hecho, que conoceréis a una mujer tan real que seguro que tiene miles de nombres.




Es a esto a lo que quiero llegar. Da igual el rincón del mundo donde vivan todas la Jbaras. La unión de pobreza, incultura y religión hacen de ellas presas fáciles de cualquier desalmado que se precie, y de estos los hay a patadas. No importa que residan en unas montañas perdidas de Marruecos, en unos suburbios de Manila o en un barrio obrero de Sofía. Qué más da si las han enseñado a creer a pie juntillas en Alá, Yavhé, Buda o en el dinero, sin más. En el fondo la situación de estas mujeres es la misma pues sólo les queda como respuesta a sus vivencias sus propios cuerpos empleados como ropa de quita y pon según sean utilizados por unos u otros. Las religiones, en su mayoría, por no decir todas, están hechas por y para los hombres. Las mujeres quedan en segundo plano como algo que ni opina ni debe opinar. A esto le sumas la obsesión por parte de esos hombres con la negativa hacia aquellas de que puedan disfrutar de sus cuerpos con decisión propia, todo bajo el yugo del honor, y encontrará de nuevo a Jbara. Honor que el hombre puede mancillar siempre que quiera y que la mujer debe preservar para beneficio de la familia, el clan o llámele como ellos decidan.





Para mí esta es la verdadera historia de “Confesiones Con Alá”. Jbara habla, se desahoga y se confiesa continuamente con su Dios al igual que otras lo harán con el suyo, con algún antepasado, con su familiar más querido o con aquello en lo que realmente no pueden, ni quieren, dejar de creer. Sí, algunos pensaréis que la situación de las mujeres en el mundo árabe es peor que la que les ha tocado vivir en otros mundos, pero, en el fondo, no es tan distinta. La violencia de género llega a su culmen cuando son asesinadas, pero qué ocurre cuando tienen que convivir con su maltratador hasta la muerte de éste, cómo llamamos a la negativa de desarrollarse como personas por el simple hecho de ser mujer, hacia dónde hay que mirar cuando se las reprime por querer ser ellas mismas y, sobre todo, qué tenemos que hacer con todo lo que hay debajo de esa punta de iceberg que, aunque pretendamos ignorar, todos conocemos.




La historia de Jbara es la historia de la mujer, no sólo la historia presente, también la pasada y futura de no ser porque la cambiemos entre todos, hombres y mujeres. De poco sirven las revoluciones, ya sean de primaveras, plazas u obreras, si nos dejamos atrás con ellas a nuestras congéneres. De qué sirve tanta verborrea panfletaria si seguimos sin darnos cuenta de que millones de Jbaras sólo puede confesarse ante su Dios porque es el único que la comprende, porque nunca la insulta, ni la aterroriza, ni abusa de ella, ni la trata como un despojo a diferencia de los que la rodean. La mujer, la soledad y las creencias, esos son los tres pilares de esta conmovedora obra. Qué la disfrutéis y reflexionéis. Nunca está de más hacer ambas cosas.

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