A estas alturas hacer un artículo sobre
Corto Maltés es algo a la vez emocionante y poco original. Emocionante porque
siempre he sido un gran seguidor de la obra de Hugo Pratt y, por ende, de las
aventuras de Corto. Poco original porque la red está inundada por miles de
páginas referentes a este tema. Ahora bien, el hecho de que el marinero más
famoso de las viñetas haya retornado a la vida, a cargo de dos grandes autores
como son Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, es algo que no se puede dejar
pasar desapercibido, independientemente del resultado de dicho artículo.
Canales es uno de nuestros mejores
guionistas al que la mayoría conoceréis por la creación, junto al dibujante
Juanjo Guarnido, del detective John Blacksad. Por esta obra han recibido un
sinfín de premios, desde el de autor revelación y mejor álbum en el Salón del
Cómic de Barcelona en 2001 hasta el Eisner como mejor pintor/artista multimedia
y mejor edición de material internacional en el 2013. Pellejero es un
extraordinario dibujante que comenzó en esto de las viñetas a muy temprana
edad. Al lado del guionista Jorge Zentner dio vida a su principal personaje, el
“antihéroe” Dieter Lumpen, influido indiscutiblemente por Corto, por el que
también ha recibido premios en el Salón del Cómic del Principado de Asturias.
Yo, personalmente, quisiera resaltar una de sus obras más cruda junto al
guionista Denis Lapière, “El Vals Del Gulag”. Con estos antecedentes era de
imaginar que el resultado de esta aventura de Corto Maltés, “Bajo El Sol De
Medianoche”, fuera el que es, extraordinario.
Mi atrevimiento a la hora de utilizar
dicho adjetivo no es sólo por el curriculum de los autores mencionados. Ambos
han sabido respetar la esencia del personaje creado por el maestro Hugo Pratt.
Canales ha elaborado un guion digno del autor italiano. En él nos sitúa a Corto
en pleno 1915 en los territorios fronterizos de Estados Unidos y Canadá, con la
sombra una guerra más que extendida por Europa. Comienza sacando a relucir a
uno de los personajes principales de la serie como es Rasputín para acabar
haciendo referencia a una de las mujeres por las que más se ha sentido atraído
nuestro marinero, Pandora Groovesnore. A esto le añade una serie de personajes
de la época, empezando por el amigo de nuestro marinero, Jack London, autor de
“Colmillo Blanco”, para que os situéis. Éste le pide, a través de una carta,
que entregue una misiva a la activista japonesa, feminista y defensora de los
derechos de las prostitutas, ella misma fue obligada a ejercer como tal, Waka
Yamada. A partir de aquí, como es habitual, Corto se verá envuelto en una gran
aventura repleta de peligros, asesinatos, traiciones y peleas. Dicho así suena
como cualquiera de sus andanzas pero la incursión de figuras tan relevantes el
explorador Matthew Henson, al que no se le reconoció ser el primero en llegar
al Polo Norte, junto a Robert Peary, por el color de su piel, o del aventurero
Joe Boyle, nos devuelven a esos lances donde se mezclan embrollo y testimonios
a los que tanto nos tenía acostumbrado Pratt. Para alguien siempre interesado
en las culturas nativas de Norteamérica, cuando toda la acción se desarrolla
junto a guías Inuits, además de que aparezca por medio un pseudocaudillo
educado por los franceses y aliado de un grupo de irlandeses rebeldes, hace de
este episodio algo fuera de lo común.
En la parte gráfica, como he dicho
antes, no podemos dejar atrás el trabajo de Pellejero. Siendo consciente de que
Pratt dibujó de manera diferente a Corto en sus distintas andanzas, ha conseguido
darle su toque personal a este famoso personaje. Como bien el propio Rubén
dice: “Este Maltés no tiene que ser una mera calca del de Pratt sino que tiene
que respirar el ambiente Pratt”. Esto lo consigue con una gran soltura en sus
trazos impregnando al personaje con su propia personalidad. Al principio, por
seguir la costumbre, intenté hacerme con este tomo en blanco y negro pero, por
razones económicas, me hice con el mismo en color y tengo que reconocer que no
me arrepiento en absoluto. Esto me ha abierto la posibilidad de conocer al
Corto de Pellejero con mucho más detalle y, por momentos, he visto a nuestro
marinero en toda su grandeza respirando ese ambiente sin ningún tipo de
melancolía.
El final de todo este lío y si
conseguirá Corto salir lo suficientemente ileso del mismo es algo que tendréis
que descubrir, evidentemente, vosotros mismos. Estoy seguro que no os
arrepentiréis de hacerlo. Ahora que algunos de mis personajes preferidos
vuelven a las viñetas, una vez muertos sus creadores, o alguno de ellos, en
referencia también a Astérix, me alegro enormemente de que estos nuevos
“padres” de los mismos lo estén haciendo como lo están haciendo. Nunca pensé que
me pudiera volver a emocionar, para bien, volviendo a leer una nueva aventura,
después de haber leído durante años las
demás de Corto Maltés. Así ha sido. Canales y Pellejero nos han devuelto al
Corto independiente y con ideas propias, con su propia definición de renegado y
apátrida, que habla sin pelos en la lengua, que está al lado de sus amigos
hasta el final, al que los prejuicios raciales y de clase le parecen lo peor del
mundo, que sabe diferenciar alguien que vale la pena de alguien que no lo vale
sin mirar raza ni estatus y al que, como siempre, le encanta ir por libre como
filosofía de vida. En definitiva, nos han devuelto al Corto de siempre con un gran
trabajo. Espero que esos huecos que Pratt dejó en la historia de su marinero
más aclamado los sigan rellenando de la misma, o mejor, manera que en este
“Bajo El Sol De Medianoche”.
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