A los cinco años, un camión y un rifle
de plástico.
Con siete, un tanque y una pistola que
lanzaba ventosas.
Cuando cumplió ocho, un coche de
carreras y una metralleta que hacía mucho ruido.
Al llegar a los diez, una navaja de
verdad y una ambulancia con sus luces y sirenas.
Después de los doce, su primera licencia
de caza y una escopeta de balines.
Justo al finalizar esas Navidades les
dijo a sus padres que entraría en Formación Profesional, rama: Corte y
Confección.
Una vez cumplidos los trece, cuando los
Reyes Magos preguntaron por primera vez, su propio cajón de costura y un libro
de patrones.
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