No es la primera vez que hago referencia a Carlos Giménez en este humilde blog pero sí será la primera vez que se hable de Pepe, José González, en él. Es la vida de este último, más bien lo que le han contado sobre ella, lo que se ha encargado de recopilar Giménez en estos cinco volúmenes que, como la mayoría de las colecciones, se han hecho rogar para reunirlos. Ante esto sólo tengo que decir que la espera ha merecido la pena.
No voy a volver a presentar a uno de los
maestros del cómic estatal como es Carlos Giménez. Sus obras, “Paracuellos”, “36-39,
Malos Tiempos”, “Barrio”, etc. hablan por sí solas. Quizá este recopilatorio
biográfico de Pepe no sea la mejor manera de tener tu primera aproximación a
este autor, tampoco sería la peor, ya que el texto está basado en esa biografía,
pero por alguna obra habría que hacerlo. De lo que sí sigue haciendo gala Carlos
es de su inestimable poder sobre el blanco
y negro y esa manera tan suya de crear viñetas que le hacen inconfundible. En esta
colección ha vuelto a poner el listón bastante alto en ese sentido.
Para muchos el nombre de Pepe, José
González, puede que no signifique nada pero cuando salta a la palestra el
personaje de Vampirella la cosa cambia radicalmente. Pues sí, Pepe fue el que
mejor dibujó dicho personaje, con el que alcanzó su mayor número de ventas y
por el que siempre se los recordará a ambos.
De procedencia humilde, nacido en uno de
los barrios más míseros de la Barcelona de la posguerra, Pepe pudo haber tenido
todo el éxito y fama que hubiera querido pero siempre se negó a recorrer ese
camino para andar uno propio con reglas creadas por él mismo. Esa negativa a
surcar los cielos, a subir al olimpo de los grandes del cómic es algo que se
repite una y otra vez a lo largo de estos cinco volúmenes. Es evidente que no
le faltaron ni talento ni trabajo para conseguirlo, entonces qué era lo que le
impedía hacerlo. Para muchos de sus compañeros era su peculiar manera de ser,
esa que le hacía renegar de aquello una vez lo había conseguido, para otros su
alergia al trabajo, palabra que le aterrorizaba escuchar, para algunos el hecho
de ser un manorrota y gastarse todo el dinero que tenía en su bolsillo sin
pensarlo dos veces y para unos pocos ese sentimiento individualista que tenía
bien afincado en su interior. Fuera como fuere, la verdad es que Pepe podría
haber sido el mejor en cualquier cosa que se hubiera propuesto, ya fuera en la
música, la interpretación, quizá en este aspecto es donde mejor se encontraba,
o el mundo de los cómics. Esta es una frase que se repite una y otra vez en la
obra de Giménez y esta es la parte que este retrata en este recopilatorio.
Luego existía otro Pepe del que nadie, o
muy poca gente, sabía. Ese que cada noche se perdía en taxi por las calles de
Barcelona, el que triunfaba en clubs como el Marilyn´s trasvistiéndose o el que
se codeaba con famosillos y famosillas de la época. Quizá esa fuera la parte
más interesante de su vida, la que nunca conoceremos y de la que se negó a
hablar miles de veces. Esa es la intriga que te queda cuando lees esta obra. Que
te cuenten una y otra vez sus cualidades artísticas nunca está de más, si estas
vienen de las propias vivencias de sus compañeros de gremio mucho mejor, pero
la parte inaccesible del dibujante es la que te pone los dientes largos, esa
que por no llegar a conocer se hace más deseable, la misma que Pepe, con todo
su derecho, se llevó con él para siempre.
Si bien el centro de la obra es la
propia biografía de Pepe, Carlos tiene otros hilos conductores que nos hacen
ver cómo han sido los años de la evolución de las agencias, de los editores y
de los propios autores de cómic en este Estado durante los últimos cincuenta
años. Con ciertos guiños a su obra “Los Profesionales”, Giménez analiza todos
esos cambios, bien reflejados el la reflexión de uno de los personajes al final
del cuarto volumen, de manera cruda y con cierta añoranza. Este es un aspecto a
destacar pues podemos conocer cómo fueron todas estas etapas y hacernos una
idea de cómo el universo de las viñetas ha cambiado en este país, lo cual tiene
un valor añadido incalculable.
Otro de los puntos a destacar es aquel que
nos pone delante el autor acerca de otra de las evoluciones de este Estado. No sé
si realmente lo ha hecho a conciencia o, simplemente, por haber tratado la vida
de González lo ha puesto sobre el tablero. Este punto no es otro que el ambiente
gay durante todas esa décadas. Si bien, por lo que se cuenta, a Pepe no le fue
demasiado mal el hecho de reconocer su tendencia sexual antes sus compañeros de
profesión, bromas aparte, la vida que tuvo que soportar para desarrollar dicha
tendencia es todo un reflejo de cómo estaba el panorama y de lo mucho que se
tenía que soportar. Está claro que en ciertos aspectos muchas cosas no han
cambiado, ahí tenemos el incremento de agresiones durante el pasado año, pero
cuando lees y te enteras de cómo era todo durante esos largos años de dictadura
y postfranquismo se te ponen los vellos de punta. De esta manera esta biografía
se convierte en otro gran documento sobre una parte de nuestra sociedad que
vivió totalmente olvidada, reprimida como la que más, y que deberíamos tener
siempre en mente para que esos errores no se vuelvan a repetir.
Pepe, José González, puede que realmente
viviera como siempre quiso y eso es digno de admiración. Tal vez su faceta de
dibujante no fuera otra que aquella con la que ganarse un dinero, una veces más
y otras menos. Lo que nos queda claro, una vez leídas estas páginas, es que, a
pesar de hacer ciertas faenas a mucha gente, él tenía algo propio que nunca
quiso compartir, la razón sólo él la sabría. Todo lo demás lo puedes conocer
adentrándote en estos volúmenes. Yo, una vez concluida dicha lectura, me quedo
con la sensación de haberme acercado a alguien que siempre fue querido en su
entorno laboral, que siempre supo que tenía amigos y amigas que cuidarían de
él, y que era feliz, dentro de lo que conocemos, con lo que hacía, mucho más
con su manera de hacerlo. Pepe será el que mejor dibujaba a las mujeres, si no
que lo digan todos y todas los que han aprendido de él porque, muy a pesar
suyo, creó escuela en vida y sentó cátedra con su muerte. Hasta siempre, tú y
Vampirella siempre nos acompañaréis.
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