miércoles, 10 de diciembre de 2014

Stuck Rubber Baby, Los Mundos Diferentes De Howard Cruse









Esta obra, con título de difícil traducción al castellano es, sin duda, el momento culmen en la trayectoria del autor norteamericano Howard Cruse. Comenzó su camino en el mundo de las viñetas con “Barefootz” llegando al reconocimiento trabajando para la revista “Gay Comix”. Después de esto crearía su personaje más conocido, Wendel, para “The Advocate”, la publicación más famosa de EE.UU. destinada al público homosexual. “Stuck Rubber Baby” fue la ganadora en 1996 del premio Eisner a la mejor Novela Gráfica. También sería reconocida con el premio Harvey así como con el de la crítica en el afamado festival francés de Angouleme o el de la mejor Novela Gráfica en los premios Comics Art de Reino Unido, entre otros. Aquí recibió el premio a la crítica en 2006. ¿A qué se debe tanto reconocimiento? Vamos a intentar explicarlo más detenidamente.







Cruse nos adentra en los años tumultuosos que se vivieron en U.S.A. en la década de los 60, durante la era Kennedy, para ser más exactos. Todo los hechos suceden en Clayfield, una comunidad sureña donde todo los establecido hasta ese momento está patas arriba. Los enfrentamientos principales de esos tiempos fueron entre la comunidad negra, que luchaba encarecidamente por sus derechos sociales, y lo comunidad blanca, reacia a conceder dichos cambios, con el KKK al frente. Para afrontar todos estos temas Howard crea a Toland Polk, personaje principal de esta entramado. Toland se siente atraído desde pequeño por personas de su mismo sexo pero ese ambiente hostil que le rodea le impide reconocer su condición de homosexual. Después de quedarse huérfano y pasar una temporada viviendo con su hermana y el reaccionario de su cuñado decide cambiar de aires y se irá a compartir espacio con una amiga. Es aquí donde conocerá a Sammy que será quien le adentre en el mundo de los suburbios gays de la ciudad.







Toland conoce a Ginger, una activista a favor de la igualdad de derechos, a través de la cual se adentrará cada vez más en dicho activismo. Ginger es una de las personas más importantes en la vida de Toland de aquella época. Llegarán incluso a tener una relación de pareja a través de la cual él intentará “curar” su homosexualidad con resultados, como era de esperar, poco deseados. En el lado contrario tendremos al jefe de policía de la ciudad, encargado de reprimir cualquier indicio subversivo que ocurra en la misma, esto unido a las actuaciones del Klan y los artículos del Pixie Patriot crean el caldo de cultivo donde flotarán todos y todas los personajes de esta gran obra.
Pasan muchas cosas interesantes, tiernas, crudas, desgarradoras o divertidas en este cómic que deberías conocer mediante la lectura del mismo. Lo que sí destacaría es la manera de contarlas de Cruse pues el arduo trabajo de entrelazar la lucha de los negros con la de la comunidad gay, sin que parezcan en ningún momento independiente, le da un valor añadido a la obra. Tendríamos que sumarle la manera de narrar los hechos por parte de Howard. Dicha narrativa te lleva a estar pendiente de cualquiera de los acontecimientos sin apenas parpadear. En el plano gráfico, el uso del blanco y negro, del que siempre me he definido como un gran seguidor, y la distribución de las viñetas en algunas de las páginas le dan un aspecto único a los acontecimientos. Como a todo buen caldo no le podría faltar un toque especial marca de la casa y ese no es otro que la banda sonora del cómic. Un elenco de canciones tradicionales mezcladas con otras de autores de la época y algunas con letras del propio Cruse hacen que estas páginas tengan sonoridad propia.







Destacable la preocupación del autor en el epílogo acerca del público a quien le gustaría que fuera dirigido este cómic. Mi propia reflexión me lleva a preguntarme si realmente la sociedad ha avanzado en este tipo de luchas. En estos días de revueltas raciales en la nación más poblada de Norteamérica, donde policías son absueltos por matar a sangre fría a niños negros desarmados, en estos momentos donde ser gay en muchos lugares del planeta significa acabar en la cárcel o encontrar la muerte, las luchas son más necesarias que nunca. Aún siguen existiendo hombres y mujeres que arriesgan su vida para que podamos vivir en un mundo más justo y eso siempre merece un reconocimiento en obras como este “Stuck Rubber Baby”.



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