Hay momentos en que ciertas artes
tienden a encontrarse y con ellas, evidentemente, ciertos artistas. Esto es lo
que ha ocurrido en esta obra, donde dos grandes de la cultura francesa se han
abrazado estrechamente. Por un lado el gran cantautor francés Georges Brassens,
uno de los más afamados representantes de la chanson, y por otro el dibujante y
guionista de cómics Joann Sfar, también francés.
No sé si necesitarán algún tipo de
presentación, para aquellos un poco más despistados diré que Sfar es el autor
de varias obras importantes dentro del cómic contemporáneo entra las que
destacan, sobre todo, “El Gato Del Rabino”, adaptada al cine y de la cual
tendréis alguna referencia dentro de poco en este blog, “La Mazmorra” y la
serie que nunca se acaba de editar en España, cosas de esas raras de las
editoriales que comienzan algo y luego nos deja tiraos para acabar poniéndolo
en el mercado de manera integral, “Isaac, El Pirata”. A esto hay que añadir su
trabajo como director del film “Gainsbourg,
Vida De Un Héroe”. En 2011 aceptó el cargo de comisario para una exposición
organizada por la Cité de la Musique de París sobre nada menos que Georges
Brassens, del que siempre se ha declarado gran admirador. Aprovechando dicha
responsabilidad creó esta obra dedicada al cantante galo. El hecho de que
aparezca su familia como parte principal del cómic le da un toque cercano que
nos permite conocer a Joann de manera mucho más íntima. Sobre todo en lo referente
a la manera de trabajar del autor.
En cuanto al Brassens, pues poco me atrevería
a decir, sobre todo porque de hacerlo os impediría descubrirle, un poco más o
del todo, a través tanto de las viñetas de Sfar como de los relatos de Juan de
Pablos, encargado del prólogo, Dildo de Congost, que nos presenta la biografía
del cantautor a través de su artículo “Brassens, A Contratiempo”, Patricia
Godes, que analiza la temática de sus canciones en “Georges Brassens, Por El
Amor, Por La Amistad, Contra La Hipocresía”, y Vicente Fabuel, encargado de ese
gran trabajo que es “Georges Brassens, Bien Au Sud Des Pyrénées” donde recoge
su paso por las canciones y obra de varios músicos estatales.
Muchas veces tendemos a pensar que todo
está dicho, que ya nada puede sorprendernos, razón no nos falta en los tiempos
que vivimos donde todo va más que deprisa y la música es, al igual que la
comida, de fast consumo. Algunos hemos crecido en una época en la que
descubrimos que había una serie de géneros musicales con los que identificarse
pensando que habían estado ahí desde siempre o que eran lo suficientemente
antiguos para pensarlo. Si hay algo bueno en ese pensamiento es que sigas
interesándote por descubrir cosas a nivel musical, ya sea porque te gusten o
por el simple hecho de saber de dónde proceden. Pues bien, mucho antes de que
el Punk o el Rock Radikal y sus muchos aledaños le dijeran las cosas claras a
la cara al sistema ya existían cantantes como Brassens que, haciendo gala de
una técnica de escritura inconmensurable, de una ironía fuera de lo normal y de
una aplicación de la sátira que hace de su obra algo propio, se dedicaron a
poner patas arriba todos los estamentos de una sociedad que parece haber
avanzado en aparatos y tecnología pero no demasiado en cerebro. Él era un anarquista
convencido, militante hasta donde creyó que debía serlo, tuvo sus épocas de
vacas muy pero que muy flacas a nivel económico, rayando la propia miseria. Se
encontró de frente con la realidad de tener que aceptar que no era bueno ni para
la literatura ni para el periodismo, razones que le llevaron a centrarse en la
canción. Así llegó a ser uno de los grandes de la Chanson en particular y de la
música en general.
Acercaos a esta obra, os vais a
sorprender con Brassens. Su manera de entender temas como la mujer, el
ejército, la propia sociedad, la muerte o la Iglesia siguen estando de rabiosa
actualidad. Si a todo esto le añades el trabajo de Sfar acabarás pasando uno de
los ratos más entretenidos y enriquecedores de los últimos meses. ¿Qué sería de
nosotros sin “La Mala Reputación”?
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