martes, 2 de diciembre de 2014

Georges Brassens A Través De Joann Sfar







Hay momentos en que ciertas artes tienden a encontrarse y con ellas, evidentemente, ciertos artistas. Esto es lo que ha ocurrido en esta obra, donde dos grandes de la cultura francesa se han abrazado estrechamente. Por un lado el gran cantautor francés Georges Brassens, uno de los más afamados representantes de la chanson, y por otro el dibujante y guionista de cómics Joann Sfar, también francés.




No sé si necesitarán algún tipo de presentación, para aquellos un poco más despistados diré que Sfar es el autor de varias obras importantes dentro del cómic contemporáneo entra las que destacan, sobre todo, “El Gato Del Rabino”, adaptada al cine y de la cual tendréis alguna referencia dentro de poco en este blog, “La Mazmorra” y la serie que nunca se acaba de editar en España, cosas de esas raras de las editoriales que comienzan algo y luego nos deja tiraos para acabar poniéndolo en el mercado de manera integral, “Isaac, El Pirata”. A esto hay que añadir su trabajo como  director del film “Gainsbourg, Vida De Un Héroe”. En 2011 aceptó el cargo de comisario para una exposición organizada por la Cité de la Musique de París sobre nada menos que Georges Brassens, del que siempre se ha declarado gran admirador. Aprovechando dicha responsabilidad creó esta obra dedicada al cantante galo. El hecho de que aparezca su familia como parte principal del cómic le da un toque cercano que nos permite conocer a Joann de manera mucho más íntima. Sobre todo en lo referente a la manera de trabajar del autor.




En cuanto al Brassens, pues poco me atrevería a decir, sobre todo porque de hacerlo os impediría descubrirle, un poco más o del todo, a través tanto de las viñetas de Sfar como de los relatos de Juan de Pablos, encargado del prólogo, Dildo de Congost, que nos presenta la biografía del cantautor a través de su artículo “Brassens, A Contratiempo”, Patricia Godes, que analiza la temática de sus canciones en “Georges Brassens, Por El Amor, Por La Amistad, Contra La Hipocresía”, y Vicente Fabuel, encargado de ese gran trabajo que es “Georges Brassens, Bien Au Sud Des Pyrénées” donde recoge su paso por las canciones y obra de varios músicos estatales.





Muchas veces tendemos a pensar que todo está dicho, que ya nada puede sorprendernos, razón no nos falta en los tiempos que vivimos donde todo va más que deprisa y la música es, al igual que la comida, de fast consumo. Algunos hemos crecido en una época en la que descubrimos que había una serie de géneros musicales con los que identificarse pensando que habían estado ahí desde siempre o que eran lo suficientemente antiguos para pensarlo. Si hay algo bueno en ese pensamiento es que sigas interesándote por descubrir cosas a nivel musical, ya sea porque te gusten o por el simple hecho de saber de dónde proceden. Pues bien, mucho antes de que el Punk o el Rock Radikal y sus muchos aledaños le dijeran las cosas claras a la cara al sistema ya existían cantantes como Brassens que, haciendo gala de una técnica de escritura inconmensurable, de una ironía fuera de lo normal y de una aplicación de la sátira que hace de su obra algo propio, se dedicaron a poner patas arriba todos los estamentos de una sociedad que parece haber avanzado en aparatos y tecnología pero no demasiado en cerebro. Él era un anarquista convencido, militante hasta donde creyó que debía serlo, tuvo sus épocas de vacas muy pero que muy flacas a nivel económico, rayando la propia miseria. Se encontró de frente con la realidad de tener que aceptar que no era bueno ni para la literatura ni para el periodismo, razones que le llevaron a centrarse en la canción. Así llegó a ser uno de los grandes de la Chanson en particular y de la música en general.





Acercaos a esta obra, os vais a sorprender con Brassens. Su manera de entender temas como la mujer, el ejército, la propia sociedad, la muerte o la Iglesia siguen estando de rabiosa actualidad. Si a todo esto le añades el trabajo de Sfar acabarás pasando uno de los ratos más entretenidos y enriquecedores de los últimos meses. ¿Qué sería de nosotros sin “La Mala Reputación”?




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