lunes, 29 de septiembre de 2014

Texto Mandrílico Septiembre 2014

Despertó don sillín apoyado en el reposabrazos del señor sillón.

Don sillín presumía de ser el más esbeltín.

El señor sillón alardeaba de ser el más orejón.

En estas transcurría su mañana, uno presumiendo de ser un grandón, el otro el más rapidín.

“En mí se sientan miles de culos y se quedan dormidos como un lirón”.

“Cuando se suben sobre mí pueden salir corriendo como un balín”.




“Es usted tan delgado que algún día se lo llevara el viento sin remisión”.

“Sus acusaciones son propias de un ser inmóvil como un adoquín”.

Así pasaron la tarde, este vanagloriándose de saltarín, aquel de comodón.

“Por mucho que me insulte, jamás sabrá lo que es sentir la velocidad en su cuerpo de gigantón”.

“Mucho mejor la tranquilidad de mi respaldo que la delgadez de su figura de pizarrín”.

“Cuatro patas para sostenerse no deben ser demasiadas si se necesita tanta relajación”.

“Dos ruedas tampoco son el número apropiado para decir que se es más rápido que un delfín”.

 Cayó la noche, quedándose ambos dormidos, apoyado don sillín en la espalda del señor sillón.

 Soñaron el uno con el otro como enamorados que se hacen tilín.


Y de esta manera, Oniro les susurró: “¡Qué más da acabar en in o en on! Lo importante es que os queráis hasta el final de vuestras vidas de… preposición”.

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