jueves, 27 de febrero de 2014

Texto Mandrílico Febreo 2014



Viejas Verdades Sobre Mentiras Modernas


Entre las cosas buenas que tiene viajar, aunque suene manido, está el hecho de conocer gente. Personas que pueden acabar perdiéndose en tu memoria, otras de la que nunca recordarás su rostro pero sí alguna de las explicaciones que te darán acerca de algo o alguien y, por último, aquellas de las que, grabándose o no su rostro en tu cerebro para siempre, sus palabras y conversaciones quedan esculpidas en tu mente como Davides en la retina de quinientos años de ojos.

Se subió al tren procedente de Barcelona con destino a Lisboa en la ciudad de Zaragoza. Nada fuera de lo común excepto si pensamos qué hace un señor de una edad tan avanzada recorriendo un trayecto tan largo. A la segunda o tercera vez que nuestras miradas se cruzaron ya me sentí atraído por su rasgos, ni especiales ni del montón, sus manos, nada del otro mundo, y su cuerpo delgado pero con rastros de una fuerza pretérita. No sabría decir en qué punto del viaje la conversación pasó de las típicas preguntas acerca de la procedencia y gustos literarios a desahogarse relatando una de sus mayores experiencias.

Durante la Navidad de 1914 se encontraba sumido en el barro, los piojos, las ratas y la diarrea en una mugrienta trinchera, como la mayoría de los jóvenes galos de su edad. Alemanes, británicos y franceses llevaban ya seis meses matándose. Ese odio histórico que los habitantes del Rin sienten por los del Sena, y viceversas volvió como el calor del verano y llegó a su punto álgido con las nieves del invierno. A primera hora de la tarde del día de Nochebuena todo parecía un simple reto de canciones populares de ambos bandos. Se trataba de ver quién entonaba más alto sus himnos y cantinelas. Todo cambió en el momento en que dichas tonadas pasaron a tener la misma base musical pero letras en distintas lenguas. No puedo describir la magia que me inundó cuando me relataba que en el preciso instante que “Noche De Paz” se fusionó en el aire en idiomas distintos el olor nauseabundo de los cuerpos en descomposición mezclado con los restos de gases venenosos pasó a ser un aroma de lágrimas de concordia y humanidad. Puede que azuzado por la situación y con el aliño que el alcohol, si es barato más, da al atrevimiento salió cantando de su trinchera sin obedecer las órdenes vociferadas por su sargento. Esto impulsó a uno de los centinelas alemanes a entrar en su reto mientras que el encargado británico de la ametralladora comenzó a andar hacia ellos si desentonar ni una sola nota del famoso villancico. Le siguieron sus compañeros, al inglés los suyos mientras los teutones se iban arremolinando alrededor de su vigía. Fue la mejor unión de cuerpos  de su vida. Ni llegar al orgasmo con su ser querido, ni el mejor sabor de una comida casera después de años de penurias, ni el regreso a su lugar preferido de la infancia pudo jamás igualar lo que sintieron esos hombres, milenarios enemigos y humanos por ocho horas.

A la mañana siguiente cada ejército volvió a sus trincheras. Regresaron las bombas, las máscaras de gas y los insultos a menos de ochenta metros. Él consiguió sobrevivir, de los pocos, a los cuatro años de conflicto. Su hijo vivió en sus carnes el horror de la guerra veinte años después, no sin pagar el peaje de su brazo derecho, mientras que al mayor de sus nietos se lo tragó la jungla vietnamita durante la ocupación francesa del país asiático.


Cuando me quise dar cuenta el largo trayecto había terminado. Ambos recogimos despacio nuestros equipajes y, en silencio, nos dispusimos a apearnos en la estación de la capital lusa. A mi me esperaba mi amiga Francisca, razón de mi vista, a él otro hombre no menos anciano. Le extendí la mano en señal de adiós, él la cogió y con ímpetu poco propio de su edad tiró de mí para acabar abrazándome y susurrarme al oído: “El ser humano podrá pensar que ha evolucionado por crear grandes máquinas y edificios que renuevan su día a día pero lleva años, siglos, milenios, que no ha aprendido nada acerca de cómo dejar de matar y hacer morir a sus congéneres”. Sólo pude contestarle: “Hasta siempre, anciano”.

lunes, 24 de febrero de 2014

"Soldados A La Fuerza" de James Matthews





La mayoría de las veces que hemos estudiado, o nos han hecho estudiar, cualquiera de los conflictos bélicos de la historia del ser humano durante nuestros años de escuela, instituto o universidad nos han llenado la cabeza con victorias, derrotas, nombres de generales o presidentes y una interminable lista de fechas, todo sumado a otra lista de sucesos igual de interminable. En mi caso, no recuerdo que me hablarán en nunca de la vida de los soldados, de sus carencias y sufrimientos o, sobre todo, de porqué fueron o porqué dejaron los frentes. Todo esto lo he tenido que ir descubriendo por mí mismo con la edad y el interés que siempre me ha despertado este tema en concreto.




Cuando se trata de hablar de uno de los conflictos sobre el que más publicaciones se han escrito, por detrás tan solo de la Revolución Francesa y la 2ª Guerra Mundial, creo que ya es hora de que alguien nos contara esa parte con la que pocos se atreven, las experiencias de aquellos que vivieron en sus propias carnes los entresijos de dicho conflicto por ser sus protagonistas en primera fila, la soldadesca. Esto es lo que hace James Matthews en esta su obra: “Soldados A La Fuerza. Reclutamiento Obligatorio Durante la Guerra Civil 1936-1939”.




Acerca de este autor debo deciros que lo he descubierto con este libro. Es un investigador británico doctorado en Historia de España por la Universidad de Oxford, colaborador de la Complutense y perteneciente en la actualidad al Centro Para Los estudios De La Guerra de la Universidad de Dublín. Un curriculum lo bastante ancho como para atreverse con tan arduo tema. Desde aquí, mi humilde blog, debo darle le enhorabuena por esta publicación pues ha superado la prueba con una nota bien alta.




Mi único consejo a la hora de afrontar la lectura de este tipo de obras es que mejor que tus ideas políticas las mantengas durante el tiempo que lo dediques metidas en uno de los bolsillos de cualquiera de tus prendas que los tengan. Estoy seguro de que si no lo haces te sentirás, como mínimo, sorprendido, y no de manera grata precisamente. Cuántas veces hemos visto esa euforia, por parte de ambos bandos, de los primeros meses del levantamiento, aquellos hombres y mujeres subidos en camionetas, coches e incluso bicicletas yendo voluntariamente a los centros de reclutamiento para luchar contra el fascismo por un lado y contra el Gobierno elegido democráticamente por el otro. Pues bien, desde este preciso instante debo deciros que esta situación duró un suspiro. La recluta y militarización por parte del Gobierno comenzó en otoño del 1936. El 29 de Octubre de dicho año por Decreto Ley, eso tan de moda en nuestros días, se permitía el reclutamiento de todos los hombre aptos entre 22 y 44 años siendo llamados a filas un total de 28 reemplazos, incluida la famosa “Quinta Del Biberón” integrada por chavales de apenas 17 años. Dato curioso es que una vez llamado a filas el miliciano debería permanecer en el Ejército Popular hasta el final de la contienda sin tener en cuenta la duración de la misma. En el caso de los golpistas dicho llamamiento a filas se llevó a cabo desde el mismo día del alzamiento reforzándose con la declaración de guerra el 28 de Julio de 1936. En total fueron 15 reemplazos los llamados a servir en este bando.




Se puede llegar a pensar que tanto los soldados de uno u otro ejército estaban totalmente de acuerdo con las ideas que estos defendían. Nada más lejos de la realidad, en la mayoría de los casos los soldados se encontraban disparando a sus propios compatriotas por el simple y cruel hecho de vivir en una u otra zona, no más. A esto hay que añadir que muchos de ellos no tenían ni la más mínima inquietud política. Sus mayores preocupaciones eran su familia y sus cosechas o ganados. Todo esto aliñado con las condiciones en los frentes, mala comida, frío o calor, escasa y tardía paga, piojos, enfermedades venéreas y un sinfín de calamidades, la represión por parte de sus superiores, por ejemplo, hizo que la deserción y la automutilación estuvieran al orden del día.




Cuando avanzas en el libro te vas dando cuenta de que, a pesar de sus irreconciliables ideas, leales al Gobierno y golpistas utilizaron métodos similares para atraer a las masas a luchar en sus filas. La hombría y masculinidad, interpretada con argumentos diferentes pero iguales en el fondo, el nacionalismo y el patriotismo o el antifascismo por un lado y el antimarxismo por el otro fueron argumentos de sobra utilizados ante una población que poco sabía de aquellos temas. Otro de los canales, bien conocido por la mayoría en nuestros días, era la propaganda. En ella se sacaba a relucir los colores de unos y otros como la poca calidad de la comida, la ropa escasa o las victorias y derrotas sufridas. Poco efecto surgía sino fuera porque unos pocos se dedicaban a leer dicha propaganda en público ante el elevado índice de analfabetismo existente en ambos bandos.




Quisiera hacer hincapié en el capítulo de la deserción ya que es uno de los apartados más importantes del libro y el menos tratado en otros. Podemos llegar a creer que muchas de las malas condiciones que sufrían los soldados fue única y llanamente lo que les impulsaba a llevar a cabo dicho acto, puede que fuera así. Sin duda alguna, otra de las razones fue el hecho de estar combatiendo al lado de compañeros que políticamente son contrarios a ti. Hasta aquí todo correcto, pues podemos pensar que se desertaba y ya está pero los mecanismo de represión de ambos bandos ante este acto llegaron a límites insospechables en crueldad y castigo. No voy a entrar en detalles porque es algo que merece la pena descubrir en esta obra. Cuando lleguéis a esta parte tomároslo con calma porque os daréis cuenta de que realmente no acababa todo tirando el fusil y corriendo, al contrario, en ese preciso instante empezaba la propia Guerra del desertor, aquella que le  llevaría tomar decisiones a vida o muerte.



En conclusión, ¿fueron tan distintos en su reclutamiento “nacionales” y republicanos? ¿Quién cuido más a sus soldados? ¿Quiénes de éstos pasaron más calamidades? ¿Entre las filas de quiénes hubo mayor número de deserciones? De estas y otras muchas cosas te podrás enterar con la lectura de este gran libro. Espero que os sea igual de instructiva de lo que ha sido para mí. Gracias a James Matthews por esta publicación pues me ha hecho sentir aún si cabe más respeto del que ya tenía por sus protagonistas.



miércoles, 19 de febrero de 2014

Lo Dicho... Gary Moore







Continuamos este año dedicando esta sección a uno de los mejores guitarristas, para mi gusto, de todos los tiempos, el irlandés Gary Moore. Este pasado día 6 se cumplieron tres años de su muerte, razón más que suficiente para conocer un poco más algunas de sus mejores declaraciones hechas a lo largo de su extensa carrera tanto en su vertiente rockera como en su etapa más Blues. Vamos con ello, espero que lo disfrutéis.



Varios


El primer disco que compró con su dinero:

Creo que fue un disco de los Shadows, “Wonderful Land”, porque fue la primera canción que aprendía tocar. Sí, Hank Marvins, otra leyenda del Blues.

Sus principios en Skid Row junto a Phil Lynott:

Tenía sólo dieciséis años y fue mi primer grupo. Más que nada me dedicaba a componer. Grabamos dos álbumes con CBS de Inglaterra y permanecimos sólo tres años. Fue mi gran oportunidad ya que pude moverme desde Irlanda hasta Inglaterra gracias a la gente de Fleetwood Mac, sobre todo Peter Green.

Segundo proyecto, Colosseum II:

Cuando recuerdo esa etapa tengo que reírme a la fuerza. Tocábamos en Universidades, íbamos en autobuses destartalados y la comida era horrorosa pero tuve la oportunidad de conocer el ambiente español con gente muy divertida y, por ello, me sentí muy a gusto. Además siempre me gustó mucho la música española, incluso la clásica. Llegué a comprarme una guitarra en España y visité los talleres donde las fabrican.




Etapa en Thin Lizzy:

La primera ocasión que toqué con ellos fue para sustituir en plena gira, en Holanda, a su guitarrista Eric Bell. Estuve seis meses con ellos. Aunque fue una unión muy interesante nunca podría soportar a Phil Lynott, no podría estar con él en una banda. Tres veces he tenido que sufrir esta experiencia de estar con él en un tour. Imposible.

Responde a si es una estrella del Rock o su éxito se debe al trabajo:

De lo que estoy orgulloso es de haber conseguido todo lo que tengo gracias a mi sinceridad y a mi trabajo. No es como otro tipo de personas con un papel más sofisticado y que, en el fondo, intentan engañar a la gente. De todas formas, es algo que debe contestar el público que compra mis discos.



Banda ideal para girar:

Jack Bruce (John Mayall, Eric Clapton) al bajo, Chaka Khan (Rufus) a la voz, Don Airey a los teclados, Ritchie Blackmore a la guitarra y en cuanto a la batería… hay muchos que son bastante buenos, lo importante sería que nos llevásemos bien.

Su relación con la guitarra:

Admito que ahora no tengo la obsesión de demostrar lo guitarrista que soy, como hacía al principio. Entonces era sólo un guitarrista y todo giraba en torno al instrumento. Ahora quiero ampliar mis campos y concentrarme en mi modo de cantar. Cuando comencé a cantar la guitarra se resintió en escena pero ya me he acostumbrado y hay la suficiente guitarra para satisfacer a la gente. Si vienes a uno de mis conciertos a oír sólo guitarra te desilusionarás pero si quieres oír canciones con mucha guitarra te gustará.

Su opinión sobre los grandes montajes escénicos:

Es lógico que a la hora de salir a escena los miembros de la banda den una sensación de homogeneidad. Es un poco chocante ver al guitarrista con un mono de trabajo, al cantante con un traje de diplomático y al resto con ropa de deporte. Eso sí, de buscar una imagen compacta a esconder tu falta de talento detrás del maquillaje hay un abismo. Hay mil tipos que en vez de practicar con su banda parece que ensayan en la peluquería. Ni en el Rock puedes encontrar dos bandas salvajes de cada diez que escuchas. Un ejemplo lo tienes en Poison que no valen una mierda tocando y lo único que saben es maquillarse las pestañas.



Explica qué es el síndrome de Pink Floyd:

Si montas un espectáculo complicado y caro en la gira siguiente tendrás que superarlo para no defraudar al público que siempre esperará más de ti. Llega un momento en que inviertes en el show el dinero que ganaste en el año anterior y así sucesivamente.

Acerca de lo ocurrido en el concierto con Barón Rojo y Shy en la Casa de Campo:

Es cierto que cuando pasó aquello me mosqueé mucho. En teoría el concierto se tenía que celebrar en un sitio cerrado y acabó siendo un recital gratuito al aire libre, cosa con la que no contábamos debido a que el promotor no fue capaz de montarlo en otro sitio. Fue un desastre, mogollón de gente trepando por los muros, un miembro del grupo telonero herido por parte de la audiencia y no sé qué más. No es muy agradable que sucedan estas cosas, que no te paguen, que no se ocupen de llevarte el aeropuerto, que no se preocupen de que no pierdas el vuelo. No fue una experiencia agradable pero lo que no es cierto es que no quiera volver. Si los fans quieren volveré.

Respuesta ante su famoso mal genio:

¡Fuck Off! Aunque si quieres conocer a alguien con mal genio vete a grabar con Albert King que no veas la bronca que me pegó cuando grabamos juntos por equivocarme en una frase del tema.




Sobre la situación de Irlanda:

He tratado de ser imparcial en mis canciones. En algunas echo la vista atrás para ver cómo era Belfast cuando yo crecí allí y cómo ha cambiado desde entonces. Antes era más pacífica. De todos modos, no todos mis temas tienen un mensaje al respecto.

Habla sobre su trabajo con B.B. King:

Obviamente es uno de mis ídolos. Tocar con él es para mí una verdadera gozada. Es una de esas ilusiones que he tenido durante toda mi vida. Sé que él tenía una copia de “Still Got The Blues” y le gustó. Le envié una cinta con “Since I Met You Baby” y estuve trabajando en mil cosas para que pudiera venir al estudio. A la edad que tiene, y aunque ya no haga discos, es increíble que esté girando los 365 días del año por lo que fue dificilísimo localizarle. Aun así, cuando le llamé tomó un Concorde, llegó por la tarde, tocó su guitarra, grabamos el vídeo y se marchó. Fue como un sueño, ocurrió tan deprisa que todavía no me lo puedo creer. Fue maravilloso.

Opina sobre las nuevas generaciones de músicos:

Todos se han olvidado de donde venimos. La inmensa mayoría han salido de esas academias de L.A. en las que te enseñan a tocar como un robot. Docenas de jóvenes que tocan lo mismo. Igual de rápido y sin gusto. No se puede negar que posean una cierta técnica pero lo que es evidente es que no tienen ni personalidad ni estilo. Además sólo se les ocurre tocar piezas clásicas, nada original suyo.

Acerca de las críticas por pasarse del Rock al Blues:

No me preocupan. Estoy preparado para este tipo de críticas. He estado demasiado tiempo encerrado en el Heavy y quería dejarlo un poco. Quiero hacer algo que me aportara, me interesara, más musicalmente. Hacer algo diferente a lo que haces todos los días es necesario para no acabar mal de la cabeza y eso es lo que estoy haciendo ahora. Por el tipo de música que estoy haciendo no puedo tocar cosas como “Out In The Fields” o “Rocking Every Night”. Ese tipo de temas no encajan en un set de Blues, sería ridículo.

Comenta su seguimiento por el público Heavy en su etapa Blues:

Creo que la gente viene a mis conciertos por la música, independientemente de que haya dicho que no volveré a tocar Heavy. En una revista de festivales de Blues celebrados el pasado verano se vieron muchas chaquetas de cuero. Lo encontré bastante interesante. La verdad es que no me sorprende nada ya que entre ambos estilos hay un fuerte elemento común que es la guitarra, eso es muy atrayente.

Sobre la nueva reunión de Thin Lizzy:

Sólo sé que si Phil Lynott estuviese aquí no le gustaría nada eso.




Run For Cover


Acerca de la colaboración de Glenn Hughes:

Glenn tenía problemas que yo calificaría como existenciales y resulta imposible trabajar con él. Grabamos tres temas y lo dejamos. Mi idea era traerlo de gira pero se llegó a un punto en que era aconsejable que no trabajase conmigo.

Sobre si es su trabajo más comercial:

Definitivamente sí. Por eso se vende tan bien.

Comenta la inclusión de “Out In The Fields” y “Military Man”, temas grabados previamente con Phil Lynott en un Maxi:

Mucha gente se ha preguntado lo mismo. El caso es que esas dos canciones han sido éxitos muy claros y están en la línea de lo que yo vengo haciendo. Creo que hubiera sido una locura no haberlas incluido en este trabajo.

“Empty Rooms” en su tercera versión:

Es otro de los éxitos. No he hecho sólo tres versiones sino seis distintas. Una para el single, otra sin batería, otra para el Maxi además de las que se incluyen en mis tres elepés. La verdad es que cada vez que puedo hago una versión porque sigue subiendo en las listas de ventas. Si sigue siendo un éxito, con la renovación de algún detalle, no veo por qué tengo que dejar de versionarla. De todas formas prometo no incluirla en mi próximo disco.

Sobre la firma de los temas y los distintos productores:

El hecho de que los temas vengan firmados por mí y por mi sello discográfico (Virgin) es una simple cuestión de cara a las editoras. En cuanto a los muchos productores que ha habido en este disco, sólo depende del fin de cada tema en cuestión.




Wild Frontier


Comparación con el anterior disco:

Creo que “Run For Cover” sonaba demasiado fragmentado. Este es más un álbum en sí que a una recopilación de temas sueltos. Este disco suena más unitario. Estoy muy contento sobre todo con el sonido de la batería. La batería ordinaria no quedaba muy bien así que utilizamos una caja de ritmos en la que programamos todo.

Habla de “Over The Hills And Far Away":

Se nos ha acusado de parecernos a Big Country. La cuestión es que sólo hay unos determinados modos de hacer Rock Celta y, por eso, se corre el riesgo de sonar parecido a otras bandas que vayan en el mismo estilo. Si escuchas el disco entero y sacas una canción fuera del contexto te darás cuenta de que no se parece en nada a Big Country.

Sobre el tema instrumental “The Loner”:

Apareció por priemra vez en el disco en solitario de Cozy Powell “Over The Top”. Fue compuesto por Max Middleton (teclista) para Jeff Beck. A éste no le gustó pero a mí me encantaba la melodía y quería hacerlo de un modo más jazzero así que cambié el ritmo. Estoy muy contento con el resultado. Es el primer tema instrumental de guitarra que he hecho desde hace tiempo.



After The War


Acerca del protagonismo de las guitarras en este disco:

Quería darle un aspecto más duro. Eliminamos las baladas y atenuamos los fondos de teclados. Cuando Neil y yo nos metimos en el estudio comenzamos a trabajar intentando desviarnos todo lo posible de la línea del anterior trabajo pero cuando estamos juntos es inevitable que aflore algún matiz irlandés. Lo que sí hemos logrado es un trabajo con fuerza y con las guitarras en su puesto, no como parece ser la moda entre tanto guitarrista americano. Ahora todo el mundo quiere hacer sonar su guitarra como un coche de carreras o un cohete.

Sobre la temática del disco:

Siempre me han preocupado mucho las guerras. De joven sentí de cerca la de Vietnam. Cuando tocábamos en las primeras bandas veíamos como chicos poco mayores que nosotros eran reclutados y enviados a una lucha en la que ni siquiera defendían sus propios intereses.

La versión de Roy Buchanan, “The Messiah Will Come Again”, y los solos de Hendrix:

La versión es una especie de homenaje. El solo de “Highway Chile” en medio de “Living On Dreams” me apetecía al igual que darle un aire de Blues clásico al resto de las piezas. Reconozco que hay partes que huelen a Peter Green.




Still Got The Blues


¿Fue fácil convencer a Virgin de grabar un  disco de Blues?:

La verdad es que no fue difícil convencerles. La idea les encantó y me animaron mucho a hacerlo. Creo que ni ellos ni yo mismo podíamos llegar a imaginarnos el éxito que iba a tener.

Habla de la dificultad de escribir con el cambio de dirección musical:

Fue bastante difícil ya que he querido incluir unas cuantas versiones de temas clásicos del Blues y meter mis temas en medio de tantas maravillas cuesta lo suyo.

Sobre la elección de las versiones:

He recuperado canciones que solía hacer cuando era un chaval. Al tener la oportunidad de grabar un disco de Blues era como obligación incluirlas. Creo que he respetado bastante la manera en que solía tocarlas aunque, obviamente, el sonido de guitarra no es el mismo.





After Hours


Explica el sentido del disco:

Lo calificaría como un experimento. He intentado explorar en profundidad el blues americano, el sonido Memphis, Chicago, y su repercusión en el Blues británico de mediados de los sesenta. Los bluesmen de esa época fueron los que me metieron el veneno de la guitarra en el cuerpo. Con este disco he querido evolucionar sobre las raíces más que en el feeling del Rythm´N´Blues. Basarme en su estilo, los coros, las secciones de viento. Es un blues más suave, con más matices.

Temas del álbum con los que se siente más satisfecho:

Es difícil decirlo. Me gustan mucho, por ejemplo, “Cold Day In Hell”. La letra cuenta historia muy triste, la de una persona desgraciada que se despide de alguien, su mujer, su novia, quien sea, sabiendo que no va  a volver. Es una historia clásica del Blues. Tiene buenas guitarras, unos coros estupendos y buenos metales. Quizá sea el que mejor ha quedado.

Sobre los coros de chicas:

No es algo que se me ha ocurrido de repente. En el anterior disco ya quise meter voces femeninas pero no tuve mucho tiempo para grabar y sólo metí los coros de George Harrison en su canción. Ahora he podido grabar más despacio y, a parte de eso, las estructuras de los temas, las armonías, incluso por el contenido de los temas la oportunidad era idónea.

Aclara la sensación de parecer un disco completo:

Estoy de acuerdo en que lo parezca. Yo sigo pensando, a la hora de grabar un disco, en la cara A y la B. Mantener una dinámica, un estilo más o menos parecido. En este LP es importante escucharlo siguiendo el orden establecido de los temas. Si cualquiera invierte el orden o lo escucha a voleo no va a apreciar la esencia, el ambiente de todo el disco.



Textos y fotos obtenidos de: Heavy Rock y Full Metal. Gracias por haber existido.



jueves, 6 de febrero de 2014

Osamu Tezuka: "MW"






Lo primero que tengo que decir después de leer este pedazo de cómic del señor Osamu Tezuka es que no es conveniente conocer a un autor por una de sus mejores obras, sino la mejor, ya sea esta un disco, historieta, libro, escultura o pintura, por ejemplo. Que a qué me refiero con este comentario. Pues bien, conocí a Tezuka a través de “Adolf”, uno de los mejores tebeos de mi colección, y, como es normal, esto hace que te intereses por otras cosas editadas por este increíble escritor, ya es hora de que a los guionistas de cómics se les trate con este distintivo, pero con ello corres el peligro de quedar defraudado. No es el caso de MW, pero he vuelto a comprender que hay que tener la mente despejada para afrontar estas situaciones si no quieres perder la esencia de lo que estás leyendo.




A estas alturas ponerse a hablar de Tezuka puede quedar hasta ridículo. Qué se puede decir que no se haya dicho o escrito sobre el que se conoce como “El Padre del Manga”. Pues eso, que alguien que tiene en su haber más de una treintena de álbumes editados, entre otras cosas, con los que intervino en la creación no sólo una escuela sino de un nuevo mundo en el universo de los cómics no tiene más necesidad de ser presentado.



En cuanto a MW, este es el nombre de un gas venenoso, como muchos de los que pululan por nuestra atmósfera y almacenes, que intenta esconder una de las mayores potencias económicas mundiales en una perdida isla de un no tan perdido país. Como suele ocurrir en estos casos, tarde o temprano el gas sufre un escape acabando con todos los habitantes de la isla además de con toda la vida animal de la misma. Los únicos supervivientes de esta catástrofe son Yüki y el Padre Garai, personajes principales de la trama. Ambos mantienen una “estrecha” relación desde un poco antes del incidente que conforma uno de los ejes principales de esta historia.




Debo reconocer que MW es uno de los mejores thrillers que he leído. La mayor peculiaridad del mismo es su implicación política y social. El hecho de que denuncie una de la mayores lacras de la humanidad, la estamos viviendo día sí y día también, como es la corrupción de alto standing hace de este relato algo excelente. Si sólo fuera eso quedaría excesivamente simple. Lo interesante es la inteligencia y sangre fría de la que Yüki hace gala a la hora de combatirla. Vale que puede que todo se centre en una venganza personal pero lo enrevesado del personaje hace de él algo sin par. Todos estos méritos lleva a que muchos de los personajes lo identifiquen con el mismísimo Diablo, no le faltan méritos.




Puede que todo esto nos pueda sonar a pura y mera fantasía. Que si siempre es lo mismo, que estamos cansados de oír noticias sobre desastres de este tipo, que no podemos hacer nada al respecto o que, simplemente, no me interesa el tema. La verdad es que casos, si no iguales muy parecidos, al que Tezuka nos relata en MW pasan todos los meses en nuestro planeta. Llevan pasando demasiado tiempo sin que podamos sufrir las consecuencias de los mismos. Llamémosle “Cambio Climático”, “Calentamiento Global” o la acepción que mejor se inventen porque, sea como sea, debemos reconocer que tenemos mucha, sino toda, de la culpa de estos sucesos. Lo peor de todo es que nos están acostumbrando tanto a este tipo de noticias que permanecemos casi impasibles a las mismas. Ese es el campo perfecto para que sigan ocurriendo, la pasividad social. Luego surgirá algún que otro Yüki, sin llegar a ciertos extremos, todo sea dicho, y lo tacharán de violento e insolidario. Empresas que contaminan nuestros ríos y mares, gobiernos que ocultan calamidades pagados por su silencio, corporaciones a las que les interesa más sus beneficios que combatir las necesidades básicas humanas y multinacionales que hacen de la explotación de personas en condiciones miserables deberían recibir alguna que otra vez los servicios de Yüki. De esta manera, al menos, se darían cuenta de que no son del todo impunes.




Gracias Osamu, gracias Maestro por estos relatos. Ya sé que no te sentías demasiado orgulloso de este MW, sobre todo por todo lo que te dejaste en el tintero, pero nunca debemos olvidarnos de los peligros que nos echan encima todos esos seres miserables. Eso es lo que consigues con este cómic, que estemos alerta y eso ya es no sólo mucho, es demasiado. Un abrazo fuerte allá donde estés. Tu obra siempre estará con nosotros.