“Nunca
entendí cómo puedes ser tan neutral en ciertos temas. Ahora que la
mayoría de la gente se posiciona ante adversidades graves que, con toda
seguridad cambiaran el futuro de nuestro Estado y, por consiguiente, el de sus
habitantes, vienes tú a decir que ni a un lado ni al otro. Sinceramente, estoy
bastante decepcionado contigo. Es en estos momentos cuando más se necesita
saber de qué parte estamos pues, de no ser así, la única impresión que das es
que estás de la del Poder establecido. Me cuesta mucho pensar que sea así.”
Mi querido amigo Antonio, si bien en tu
misiva haces referencias a miles de cosas, he seleccionado este párrafo de la
misma porque quizá sea el que mejor la resuma. Después de haber discutido
contigo, y con otros tantos y tantas, sobre estos temas sigo recibiendo este
tipo de impresiones ante mi postura. Supongo que sí, es algo que, al igual que
tú, siempre he pensado, los neutrales suelen estar cerca del Poder establecido
pero te puedo asegurar que no es mi caso. Jamás fui neutral ante nada. Tengo
mis propias ideas y las defiendo como el primero. Entre ellas está el no
posicionarme directamente de un lado ni del otro ante ciertos asuntos. Para mí,
son el mismo problema con distintos signos de interrogación.
Nada es el blanco o el negro, existen
mil colores en la paleta del pintor y, a pesar de ello, nadie le obliga a
dibujar en esos tonos, es más, se le suele exigir colores y colores en sus
pinceladas. Puede que esto te suene a escusa barata pero lo mismo puedo decir
yo de los razonamientos que abanderan un bando u otro. Son sólo cortinas de
humo para ocultar que en el fondo son iguales, que no van a solucionar ni los
problemas de trabajo ni los de vivienda ni los del hambre en el Estado. Una vez
conseguido sus objetivos, ya sea a la fuerza o mediante este método tan
simpático de democracia que tenemos, se olvidarán del pueblo y vivirán como
reyes, a pesar de que algunos enarbolen la República como el mejor de los
sistemas.
Cuando era pequeño mi madre se trasladó
al pueblo de al lado del mío por razones familiares. Durante la semana iba al
colegio y vivía en esta pequeña ciudad de provincias mientras que los fines de
semana y las vacaciones volvía al pueblo donde, todo sea dicho, me lo pasaba en
grande. No es que en aquella ciudad estuviera mal pero siempre preferí mi
pueblo. La cuestión es que esta situación duró alrededor de quince años, hasta
que mi madre, ya jubilada, volvió definitivamente a su lugar de procedencia.
Así pues, pasé toda mi infancia y adolescencia entre ambos sitios. Como suele
pasar entre lugares cercanos, estos dos municipios se llevaban, y se llevan, a
muerte. Esto, evidentemente, hacía que me tuviera que posicionar. Para los de
mi lugar de residencia era de mi pueblo natal y para estos era poco más que un
desertor. Te puedo jurar que me costó mucho tiempo, años de mi infancia, llegar
a la conclusión, ya que mi situación me lo permitía, de que ambos, en el fondo
sentían lo mismo, un odio infundado hacia el otro que no venía a cuento. Así
que tomé la determinación de ignorar a aquellos que no quisieran escuchar más
allá de los límites de su población. En mi vida adulta, hay cosas que no
cambian, vivo en una provincia de nuestra Comunidad y nací en otra de las
cuatro que la forman. Es evidente que, a pesar de no afectarme de la misma
manera, me encuentro con comentarios similares a los de mi adolescencia. Hace
tiempo que me posicioné en ese camino que existe entre ambos extremos de la
misma cuerda, porque es la misma cuerda, por mucho que unos la llamen cuer y
otros da, y te puedo asegurar que veo las cosas con la claridad que da el poder
mirar a ambos lados.
¿Desarraigo, neutralidad, pasotismo?
Llámalo como quieras pero lo mío también es algo que se lleva en el corazón y,
a no ser que te encuentres yendo y viniendo por esa vereda que muchos ni
quieren recorrer por temor a que se les relacione con esos supuestos enemigos
de toda la vida, creo que no lo entenderás nunca. Un fuerte abrazo, espero que,
a pesar de todo podamos seguir siendo amigos. De no ser así, te puedo asegurar
que sufriré pero sé cómo curarme de esas heridas. Tengo demasiadas cicatrices
de otras antiguas muy parecidas.
Ustedes podrán acusarme de "colaboracionista" con el Estado español (lo que no dejará de ser paradójico, pues las autoridades españolas me acusan de ser "apologista del terrorismo"). El argumento será lo de menos. No habrá reproches ni represalias de parte nuestra, pues al menos yo sí sabré por qué muero.
ResponderEliminarSubcomsndante insurgente Marcos.