martes, 7 de agosto de 2012

Santo Cristo: Recuerdos De Un Barrio








Santo Cristo es el barrio de Badalona donde los guionistas Tyto Alba y Mario Torrecillas, apoyados en los maravillosos dibujos de Pablo Hernández, han desarrollado esta entrañable historia. Tengo que decir que nuca fui un chico de barrio. En un pueblo tan pequeño como el que nací o en el otro, un poco mayor, donde estudiaba no teníamos de eso. Este espacio urbano pertenecía, y pertenece, o bien las grandes urbes o las ciudades que las rodean. A pesar de ello la relación que teníamos los niños de pueblo con aquellos que eran hijos de esa ola de emigrantes que salieron durante los años 60 y 70 buscando suerte fuera de su sitio natal, que volvían verano tras verano o navidades tras navidades, siempre fue un poco agridulce. Sea como fuere, la realidad es que dicha relación era la que a nosotros nos ponía en contacto con aquello que ellos llamaban barrio mientras ellos sucumbían a las mil y una astucias de los que teníamos el campo puro y duro como lugar de entretenimiento, a parte de servirnos como primeros escarceos en el mundo laboral apoyando la economía familiar. Pero si algo está claro en estos momentos es que ni nuestros pueblos ni sus barrios son lo que eran. Unos dicen que el progreso, otros que la modernidad y algunos que la seguridad pero ni ellos ven a esas pandillas de niños rulando por sus calles ni nosotros a los grupos de amigos, jugando y viviendo, que no entraban en casa a no ser que fuera para beber agua o comer algo. En conclusión, esa sonoridad infantil y adolescente ha desaparecido de ambos espacios para tristeza de todos aquellos para los que fue nuestra banda sonora durante aquellos años.




Este cómic nos cuenta las andanzas de un grupo de amigos que residen en el mismo barrio, Santo Cristo. El personaje principal se llama Paco, Paquito, y tiene por amigo inseparable a un chico albino llamado Marcos, Marquito. También están otros personajes como Álex y las chicas Cris y Luci. Ellos estudian en un colegio de curas mientras ellas hacen lo propio en uno de monjas afines a la congregación de aquellos. La historia empieza siendo todos muy niños y nos va contando cómo van creciendo y descubriendo tanto la sexualidad como la música Rock o el fracaso en las relaciones ya sean de amistad o sentimentales. Así contado de esta manera rápida podría dar la sensación de que esta obra no aporta nada pero no es el caso. Además de todo lo dicho anteriormente, nos encontramos que, tanto Tyto como Mario, en su guion  reflejan perfectamente el día a día de este barrio. Con esto me refiero a las intrigas familiares de cada uno de los personajes, a las distintas gentes que convivían en estos lugares y lo bien o mal que podían llegar a llevarse así como lo bueno y malo que el propio barrio ofrecía a sus residentes. Todo esto esta sumamente reflejado en las viñetas de Pablo Hernández. Con un estilo bastante particular y utilizando el blanco y negro como base, Pablo sabe perfectamente meternos a través de sus dibujos tanto en esos momentos de euforia como de miedo y angustia que viven esta pandilla de chavales. Cabe destacar de su labor esa calidad con la que refleja el propio barrio en sí, esto es, las viñetas de edificios, playas o el propio colegio hablan por sí solas. A destacar esas páginas donde Paquito y sus amigos van creciendo mientras vuelven a casa atravesando la fábrica de anís “El Mono” o la de la mítica canasta del patio del colegio, entre otras muchas.




Me he sentido bastante identificado, a pesar, como dije al principio, de no ser de barrio, con muchas de las cosas que ocurren en este cómic. Por haber estudiado en un colegio de curas puedo comprender a la perfección tanto las sensaciones de los protagonistas así como reconocer las reacciones de aquellos que dirigen el colegio al que asisten. Supongo que el hecho de que mi edad coincida, más o menos, con la de ellos forma parte de esa empatía que me ha creado la obra. Si a esto sumamos la manera de abordar los problemas que les surgen o las decepciones al volver a rencontrarse con aquellos que fueron sus amigos, debo decir que me he sentido Paquito en muchos momentos de la historia.




Felicito tanto a Tyto como a Mario y, en especial, a Pablo por su cómic. Su labor de recopilación y su sensibilidad a la hora de enfocar esta historia son fuera de lo común. Espero que aquellos que se acerquen a Santo Cristo acaben teniendo sensaciones parecidas a las mías. Ni el tiempo pasado fue mejor ni fue peor, solo es eso, tiempo pasado. Gracias por hacer que nunca nos olvidemos de él.



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