lunes, 15 de marzo de 2010

El Enemigo En Casa


Nunca he estado a favor del outing. Me parece que cada cual tiene derecho a llevar su vida privada de la manera que decida. Es más, no estoy totalmente convencido del hecho de que los gays tengamos que contar en cualquier espacio, llámese trabajo, lugares de reunión, etc., nuestra condición sexual. Si los héteros nunca lo hacen por qué nosotros tenemos la obligación de hacerlo. También tengo que decir que me cansa cuando alguien me viene haciendo los típicos chistes homófonos o te llega con el comentario de mirar a la tía buena de turno, si de entrada casi nadie te suele hacer comentarios racistas o xenófobos sin conocerte a qué viene ese tipo de actitud si saber nada de la persona que tienes al lado. Son cosas que me repatean bastante.

Pero también hay personajes como el de esta noticia que seguro que reúnen todas las características que me sacan de quicio. Como todos y todas sabréis a estas alturas, este senador republicano es el que llaman “prototipo antigay”, felizmente divorciado, lo del divorcio para estos ultraderechistas no es un problema cuando lo necesitan, al igual que el aborto de las demás sí lo es pero el de sus hijas no, y padre de cuatro hijos, fue detenido por conducir ebrio. Qué decepción, tanto dinero gastado en ese tipo de campañas para luego no hacerlas caso, de estas cosas también tenemos por aquí, sino que se lo digan al dirigente de Nuevas Generaciones. Pero esto no sería del todo tan grave a no ser porque le ocurrió justo al salir de uno de los clubs de ambiente de Sacramento en su coche oficial en compañía de otro hombre.

Este ilustre senador se dedicó toda su vida a hacer la vida imposible, votaba en contra del matrimonio homosexual o hacía campañas de buena moral cristiana, a la comunidad gay de su entorno. Y nos preguntamos el por qué. Pues según él porque se debía más a sus votantes y a su comunidad ultracatólica que a sí mismo. Pero parece ser que la tendencia sexual es algo que no pudo ocultar por más tiempo. Lo realmente indignante es que, además de que sus compañeretes de partido le hayan recibido de nuevo en su seno con abrazos y palmaditas en la espalda, este señor se pasara la vida puteando a los y las que son como él. Seguro que haría miles de chistes homófonos con sus amigotes, está claro que usaba el vehículo asignado para viajes para los que no estaba destinado y qué decir de su divorcio, no sería que su mujer e hijos ya estaban al tanto de todo esto.

En conclusión, como vemos el enemigo lo tenemos dentro de casa. Algunos y algunas nos pasamos la vida luchando por derechos y espacios mientras honorables senadores como este, también gay, nos aprietan la soga al cuello. Es una grandísima pena que haya negros racistas, mujeres machistas o inmigrantes xenófobos pero esta es la triste realidad. Y lo peor de todo es que no hace falta irse a los USA para vivirla, la tenemos a la vuelta de la esquina de cualquiera de nuestras ciudades.

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